Hasta que llegaste tú.

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Nos encontrábamos en Liverpool. Solo quedaban tres días para año nuevo. Después de visitar Liverpool, iríamos a Birmingham. Hacía mucho frío y había comenzado a llover. Tomamos un taxi hasta la casa de Rembrandt, el hogar del padre de Paul, su actual esposa Angie, con la cual se había casado hace un mes atrás y la pequeña  Ruth.

—¡Paul! —se escuchó una voz detrás de nosotros al bajar del taxi.

Paul se volteó, era Mike. Se dieron un gran abrazo. Luego Mike me saludó a mi. Entramos. Una mujer de unos 30 y algo años de edad estaba al lado del padre de Paul, quien tenía en brazos a una pequeña de 4 años. Había una gran diferencia de edad entre Jim McCartney y Angie. Él tenía 62 y ella 34.

—Los estábamos esperando —dijo el Sr. Jim.

El ambiente se puso un poco tenso. Paul tenía tomada mi mano y me dio un ligero apretón. Lo miré, él no pronunciaba palabra.

—Es un gusto estar aquí —dije con una sonrisa para romper aquel silencio incómodo que se había formado.

—¿No saludan a su padre? —dijo Jim mirando a sus hijos.

Mike se acercó y lo saludó, seguidamente Paul lo hizo. Me acerqué a saludar a mi suegro. Angie y Ruth miraban en silencio. Jim tomó por los hombros a su esposa.

—Ella es Angela —nos dijo a Paul y a mí—. Y Ruth —señaló a la pequeña niña.

Me acerqué de la mano de Paul a saludar. Él lo hizo también.

—¿Pasamos a la mesa?

Todos asentimos. Nos sentamos. Paul le contó a su familia que tal iba el grupo. Jim y Angie hablaron sobre su relación, la cual fue espontánea.

Pasamos la tarde con los McCartney. Angie y Ruth eran muy buenas personas. La pequeña Ruth tomó enseguida mucha confianza con Paul. Cuando les dimos la noticia del embarazo, Jim y Mike se pusieron muy contentos. Angie también nos felicitó.

Por la noche nos fuimos a dormir, Jim nos dejó la habitación de invitados. Al día siguiente partiríamos temprano a Birmigham.

—Angie es muy simpática —dije mientras me terminaba de cepillar los dientes.

Paul no dijo nada y se metió en la cama. Imité su acto y lo miré.

—No me agrada mucho la relación... —dijo él entre dientes—. Son muchos años de diferencia y se apresuraron en casarse...

—No juzgues un libro por la portada, Paul. Dale una oportunidad, cuando hay amor, nada importa.

—Nunca pensé que vería a mi padre con otra mujer.

Me puse frente a él. Estaba cabizbajo, no era que le molestara la situación. Él pensaba en su madre.

—Paulie —pronuncié tiernamente—, él merece volverse a enamorar. No por ello dejará de amar a tu madre. Él siempre la amará, se nota en la forma en que la recuerda, en el brillo de sus ojos. En la forma en que dice su nombre...

Paul dio un largo suspiro.

—Amor, si algún día muero joven... —dije y él me interrumpió tapando mi boca con su mano.

—¡No digas eso!

—Déjame que te explique...—retiré su mano—. Si eso llegase a pasar, Dios no lo quiera —me apresuré a decir—, a mí me gustaría que tu volvieras a enamorarte y a ser feliz. —Tomé sus manos.

—Si tú mueres, yo moriré contigo. No tendré nada por lo que vivir. Nunca podría volver a enamorarme.

—Sí tendrás porqué vivir, deberás cuidar de nuestro hijo o hija —expliqué. Luego chasqueé mi lengua—. Además estoy segura de que en el mismo funeral te encontrarás a otra —bromeé y le lancé un cojín en la cara.

—No es cierto —rió. Luego se puso serio—. Si fuese al revés la situación, no quiero que estés con otro hombre. Los ahuyentaré a todos —rió.

Yo reí y él me abrazó fuertemente. Me dio un cálido beso y nos acostamos a dormir.

Al otro día, nos marchamos a Birminghan a primera hora. Cuando llegamos a casa de mis padres, Julie nos recibió felizmente. Al igual que mi padre y mi madre.

—Jessica ya estaba en camino —dijo mi madre dándonos un té.

—¡Mira, Carol! —dijo animada Julie, la miré y meneaba su cabellera de un lado a otro.

Su pelo estaba mucho más largo y muy lindo. Yo le sonreí. Me alegraba verla tan feliz, tan sana. El tratamiento iba a la perfección. A los minutos, llamaron a la puerta, era Jessica.

—¡Me alegra tanto que estén aquí! - dijo abrazándome. Luego saludó a Paul.

—¡Tía, Carol! —gritó el pequeño Lucas mientras corría a mí.

Paul, Julie, Charles y Lucas salieron a jugar. La calle estaba un poco nevada. Observé a Paul desde la ventana de la cocina. Sabía que él sería un gran padre. Preparamos un rico almuerzo, cuando nos sentamos a comer, decidí darles la noticia.

—Familia...—dije y todos me miraron—. Paul y yo queremos anunciar algo...—Tomé su mano.

—Una tercera boda! —bromeó Julie. Todos reímos.

—No...algo mejor. —Tomé aire y sonreí—. Paul y yo vamos a tener un hijo.

Se produjo un silencio hasta que mi madre reaccionó y comenzó a llorar de alegría. Juliette comenzó a aplaudir. Jessica se levantó a felicitarnos. Mi padre al parecer aún no reaccionaba, cuando al fin lo hizo corrió a abrazarme.

Me llenaron de las típicas preguntas y, como no, todos pasaron sus manos por mi vientre. Con Paul decidimos salir a dar un paseo.

—Cuando éramos pequeñas, mi padre nos traía a este lugar —dije observando el parque—. Me gustaba caminar encima de esto. —Me subí y comencé a caminar mientras hacía equilibrio, Paul tomó mi mano.

Nos sentamos en una banca.

-—Tengo un poco de miedo —dijo Paul tomando mi mano. —No quiero ser un mal padre por causa de los conciertos y ensayos. No quiero que crezca con la imagen de un padre que casi nunca está presente, como pasa con Julian, él apenas ve a John.

—Amor —acaricié su cabello—, eso no sucederá. Siempre, sin importar dónde estés, te tendremos aquí. —Señalé mi corazón—. Nunca estarás ausente, Paul.

Posó su mano en mi vientre y la otra en mi rostro. Me miró a los ojos tiernamente.

—Sin duda eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

Se acercó y me besó. Yo sonreí.

Luego me puse seria. Recordé el momento en que di la noticia del embarazo.

—Cuando anunciamos el embarazo a mi familia, recordé la primera vez que les conté que estaba embarazada. —Tragué saliva—. Fue todo muy diferente.

Paul me observaba con atención. Tomé aire.

—Mi madre lloraba, pero no de emoción. Jessica me abrazó pero no para felicitarme, sino para consolarme —proseguí—. Mi padre tuvo la misma reacción que hoy pero no me abrazó, se fue a la habitación. Aún así prometieron ayudarme en todo. —Miré a Paul—. La primera vez no tenía a nadie a mi lado. Ahora estás tú —sonreí—, y me alegra muchísimo tenerte a mi lado. No sabes lo segura que me siento contigo

—Nunca te dejaré sola, amor —dijo él.

Paul tomó mi rostro con sus manos y me besó. Un hermoso y sincero beso. Uno de esos con los que sellábamos nuestras promesas.

Nos levantamos y comenzamos a caminar. Paul me llevaba abrazada por los hombros. Apoyé mi cabeza en él.

There was love all around, but I never heard it singing.No, I never heard it at all. Till there was you —cantó Paul en mi oído.

—Hasta que llegaste tú —dije con una sonrisa en el rostro.

Pensé en nosotros. En lo que sucedió los últimos meses y como lo superamos. Pensé en lo afortunada que era por tener a Paul a mi lado y en lo mucho que lo amaba.

Words of love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora