El mejor regalo.

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Han pasado tres semanas desde mi regreso. Hoy es 24 de diciembre, noche buena. Cenaremos en la ex casa Beatles todos juntos. Hoy Paul tuvo el día libre.

No puedo más con estos mareos, creo que he cogido algún virus o algo. Hoy no he parado de vomitar.

—Quizás algo me cayó mal o me voy a resfriar —le expliqué a Paul que tocaba mi frente.

—No tienes fiebre. Debe ser algo al estómago.

Otra vez las náuseas. Me llevé una mano a la boca. Me levanté y corrí al baño a vomitar. Paul llegó detrás de mí. Me lavé la cara y la boca.

—Iremos al médico. Ahora mismo —ordenó él.

Yo asentí. No aguantaba aquello. Me cepillé los dientes y luego me abrigué. Paul tomó su abrigo y bajamos.

—María Teresa, nosotros saldremos. Comeremos algo fuera —le dijo Paul.

—Está bien, señor —dijo con una amable sonrisa. Luego me miró—. ¿Se le pasó?

Yo negué con la cabeza y ella hizo una mueca. Nos marchamos hasta la clínica.

—Caroline McCartney —anunciaron tras unos minutos de espera.

Ambos nos levantamos y entramos a la consulta. El doctor me hizo unas cuantas preguntas para finalmente derivarme a hacerme unos cuantos exámenes. Los harían en el momento así que subimos al tercer piso. No pasaron ni cinco minutos y me llamaron.

—Hola, doctor Johnson. Hola, señorita Helen —dije al verlos en la consulta.

—Señorita Caroline —dijo el doctor estrechándome la mano—. Un placer conocerlo Sr. McCartney —le dio la mano.

Tomamos asiento.

—Me enviaron a realizarme unos exámenes, he estado con mareos y vómitos el día de hoy.

El doctor asintió. Le hizo una señal a Helen Hyde. Ella se acercó a una camilla y comenzó a preparar todo.

—Pase a la sala.

Pasé y realicé un exámen de orina.

Tuvimos que esperar un rato y nos volvieron a llamar.

—¿Desde cuándo tienes los mareos?

—Desde esta mañana.

—¿Ultimamente has notado algún cambio en tu alimentación?

—Sí, he comido un poco más. Creo que eso ha causado los vómitos.

Él negó con la cabeza. Nos sonrió.

—Está embarazada. ¡Felicidades! Van a ser padres —dijo el doctor con una enorme sonrisa.

No pude reaccionar. ¿Era cierto? ¿Estaba embarazada? Nunca se me había pasado por la cabeza, cuando me dijeron que me harían el exámen de orina no lo asimilé al que hacían para detectar un embarazo.

El doctor nos miró al ver que ninguno reaccionaba.

—Va a ser padre, señor McCartney.

Miré a Paul con los ojos llorosos de emoción, él estaba igual. Se acercó y me besó. Luego sonrió ampliamente.

—¿Cuánto tiene? —preguntó Paul con entusiasmo.

—Por el tamaño del vientre, debe tener unas tres semanas, no más.

Paul me miró nuevamente y sonreímos. Tomó mis manos y las besó. Nos enseñó un rato más a nuestro bebé.

—Caroline, deberás cuidarte.

Words of love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora