¡Mira quién está aquí!

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Han pasado cuatro días desde que llegué a Birmingham. Me he pasado los días y noches en el hospital. No he dormido casi nada. No puedo dejar sola a Juliette. Jessica me ordenó que me marchara a su casa a dormir, hice caso pero no puedo conciliar el sueño. Necesito a Paul más que nunca. A pesar de que cada día hablo con él, necesito verlo y que con solo una mirada me calme.

Estaba de nuevo en el hospital. Jessica se había marchado, ya era tarde, y Lucas estaba muy cansado.

—Hija, ya es hora de que te marches —dijo mi madre mientras tocaba mi hombro. —¿Has comido algo? —preguntó y yo negué con la cabeza. —Iré a buscarte algo...

Mi madre se marchó. Yo me levanté y comencé a caminar de un lado a otro fuera de la habitación de Julie. La enfermera al fin salió. Me frené frente a ella.

—Ya puede entrar a despedirse —me dijo amablemente.

Entré. Me acerqué a ella y tomé asiento a su lado. Acaricié su rostro.

—Te pondrás bien, Julie. —Tomé su débil mano y la acaricie.

Todo en ella parecía cada vez más frágil. Cada vez que la tocaba, temía poder lastimarla, ella estaba muy débil.

—Carol...—susurró con su lánguida voz. Yo la miré. Sus ojos color miel buscaron los míos—, me alegra que estés aquí. —Esbozó una sonrisa con dificultad.

Yo solo sonreí.

—¿Puedes cantarme? —pidió ella—, como hacías antes para que yo me durmiera.

Asentí. Busqué la canción en mi cabeza y comencé a cantarle. Poco a poco Julie cerró sus ojos hasta quedar profundamente dormida. Me levanté con cuidado y besé su frente. Me volteé y me encontré con mi madre que nos observaba. Se acercó a Julie, la acarició y le dio un beso en la mejilla. Salimos de la habitación.

Me marché a casa de Jessica. Era muy tarde así que no llamé a Paul. Estaba muy cansada. Intenté descansar un poco.

Al día siguiente me levanté muy temprano como siempre y me fui al hospital.

Me senté a esperar que llegara mi madre y a que la enfermera indicara que ya podía entrar.

Puse mis codos en mis rodillas y escondí mi cara entre mis manos. Cerré los ojos pues no había dormido muy bien.

—Disculpe, señorita —dijo una voz frente a mí.

Me quité las manos de la cara y levanté la mirada cansada. Quise gritar. Casi me da algo al verle. Todo el cansancio desapareció enseguida. Una enorme sonrisa se formó en mi rostro cuando me encontré con su perfecta sonrisa y sus ojos.

—¡Paul! —grité con emoción. Me paré de un salto y lo abracé.

Él me abrazó con fuerza. Como si hubieran pasado años desde la última vez que nos habíamos visto. Luego me  dio un enorme beso.

—Te eché mucho de menos —dijo aún abrazándome.

—Y yo a ti —dije sin poder quitar la sonrisa de mi rostro. —¿Qué haces aquí? —pregunté con emoción.

—Bueno, le supliqué a Brian que me diera el día libre. Le dije que tenía algo importante que hacer. —Se encogió de hombros y sonrió.

—Necesitaba verte. —Lo miré a sus ojos. Cuanto lo había extrañado. —Por favor, dime que esto realmente está pasando y que no estoy soñando.

Me aferré a él.

Paul acarició mi cabello. Luego tomó mi barbilla y levantó mi rostro.

—Esto es real —susurró y me besó. —Estoy aquí, contigo. Si quieres puedo pellizcarte —dijo sonriendo.

Words of love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora