Las cosas que dijimos hoy.

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Tomamos el avión muy temprano. Fueron muchas horas de viaje pero valieron la pena. Cuando bajamos del avión un taxi nos esperaba para llevarnos al hotel.

La suite era hermosa, sobretodo la vista. Había un hermoso paisaje a una playa de aguas cristalinas y arenas claras.

—Mira, mi amor —dijo Paul haciendo que me volteara en su dirección.

Estaba en traje de baño. Llevaba un collar de flores alrededor del cuello y un sombrero de playa muy colorido. Simulaba que en sus manos tenía unas maracas y las movía de izquierda a derecha mientras acompañaba esto con un extraño baile.

—¡Vamos, Caroline! —dijo alegre—. ¡Hola! ¡Caribe! —dijo con un español muy divertido.

Comencé a reír a carcajadas mientras él seguía haciendo el payaso. Reí tanto que me dolió el estómago. Cuando pude parar de reír, Paul me puso un collar de flores y me uní a su baile.

Después de arreglar un poco las cosas bajamos a la playa.

—¡El último en llegar a la playa paga penitencia! —dijo Paul emocionado.

—No seas inmaduro —resoplé, él agachó la cabeza y yo comencé a correr.

—¡Oye! ¡Eso es trampa! —gritó cuando se dio cuenta de lo que había hecho.

Paul comenzó a correr detrás de mí, a pesar de que le llevaba bastante ventaja, él me pasó en cuestión de segundos y llegó antes a la orilla del mar. Yo llegué cansadísima.

—¿Cómo lo haces...? —pregunté retomando el aire.

—Son meses y meses de práctica escapando de las fans —alardeó.

Me tomó por la cintura y me acercó al agua. Le salpiqué agua en la cara y luego comencé a correr por la orilla. Paul me tomó en brazos y comenzó a caminar mar adentro.

—Paul...¿qué vas a hacer?

—Es mejor si te mojas de una...

—Paul no...—No alcancé a terminar pues Paul se había sumergido en las tranquilas aguas.

Pasamos la mañana jugando en el mar. Luego salimos y nos quedamos un rato tomando el sol. Por la noche bajamos a una fogata en la playa. Había música, tragos, comida y mucha gente alegre bailando. Fue una noche hermosa.

¡Margarita! —gritamos Paul y yo cuando entramos a la suite. Estábamos un poco pasados de copas.

Aquella noche caímos rendidos en los brazos de morfeo, estábamos muy cansados.

A la mañana siguiente Paul dijo que iríamos a dar un paseo en yate. Caminamos hasta el puerto, Paul me abrazaba por los hombros y yo rodeaba su cintura con mi brazo.

—Podría acostumbrarme a esto —dijo dándome un beso.

Llegamos al puerto. Y Paul me llevó hasta el yate, en el costado se podía leer el nombre: “Happy Days.” Me tomó de la mano y me ayudó a subir.

Un hombre mayor se encontraba a cargo de la conducción del yate.

Paul me llevó al exterior del yate y fuimos mirando el claro mar mientras avanzábamos. El yate paró ya mar adentro. Apenas se veía la orilla.

—¿Sabes? El amor es sólo suerte, es por eso que antes nos tocó sufrir —dije mirando el mar—.Y ahora me siento afortunada de tenerte a mi lado. —Me acerqué y le di un dulce beso.

—Te amo —dijo él y me abrazó fuertemente.

—Me gustaría que pudiéramos pasar más tiempo así. Sin giras ni libros que nos separen. —Me acomodé en su pecho.

—No importa, eso no nos separará. Seguiremos adelante. Porque nuestro amor es más fuerte. —Besó mi cabeza.

—Te amaré para siempre. Estés donde estés.

—Y yo a ti, amor.

Me besó.

Paul tomó una guitarra y comenzó a tocar And I love her.

—Está canción es tuya —dijo tocando los acordes—. Fuiste mi inspiración y lo serás siempre. Mi musa —sonrió.

Paul continuó tocando.

—Es increíble tu talento. —Me senté en el suelo cruzando las piernas, apoyé mi cabeza en mi mano y lo observé con admiración.

—Sólo porque tengo una hermosa inspiración. —Me miró dulcemente.

—No es cierto —dije con una risita nerviosa—. Podrías escribir sobre cualquier cosa, hasta de Martha o de las cosas que dijimos hoy. —Ladeé un poco mi cabeza—. Tomarías todas las palabras y las decorarías de manera bonita, una buena letra, y luego una buena melodía y tienes una canción. —Reí—. Ojalá fuera así de fácil ¿cierto?

—A veces resulta fácil, otras veces cuesta bastante. Depende de muchas cosas. —Se encogió de hombros—. Si escribiera sobre las cosas que dijimos hoy, seguirías siendo tú mi inspiración.

Yo negué con la cabeza.

—Sería nuestro amor. —Tomé su mano y él levantó la mía a la altura de sus labios y depositó un beso.

Me acosté un rato, Paul se daba vueltas con un papel en mano. Pasaron unas horas, yo dormí un buen rato, cuando desperté Paul estaba con la guitarra.

—Quiero que escuches esto. —Me sonrió ampliamente—. Se llama “Things we said today.”

Me acomodé y me senté observándolo. Él explico que la melodía era solo algo momentáneo.

Dices que vas a amarme si me tengo que ir. Estarás pensando en mí, de algún modo lo voy a saber. Algún día, cuando esté sólo, deseando que tu no estuvieras tan lejos de mi, entonces voy a recordar las cosas que dijimos hoy —cantó con una sonrisa en el rostro.

—Eres increíble —reí.

Me dices que serás mía, nena, hasta el fin de los tiempos. Estos días una chica así parece difícil de encontrar.
Algún día, cuando estemos soñando, enterrados en el amor, sin mucho que decir, entonces vamos a recordar
Las cosas que dijimos hoy.
Yo, yo soy sólo un tipo con suerte. —Me guiñó el ojo—. Me encanta escucharte decir que el amor es sólo suerte. Y, aunque podemos estar ciegos, el amor está aquí para quedarse, y eso es suficiente para hacerte mía, nena,
Para ser la única. Ámame todo el tiempo, nena.

Solo podía sonreír mientras observaba a Paul cantar. Cada verso me hacia estremecer. Paul me dedicó su mirada más sincera para cantar la última estrofa.

Seguiremos adelante. Algún día, cuando estemos soñando, enterrados en el amor, sin mucho que decir, entonces vamos a recordar: Las cosas que dijimos hoy.

Paul terminó con unos hermosos acordes. Yo sonreí y comencé a aplaudir. Me acerqué y lo besé.

—No creí que fueras a hacerlo. —Reí—. ¿O sea que en un tiempo más harás una canción para Martha? —bromeé y lo besé—. Es una gran canción, mi amor.

Nos marchamos ya que estaba comenzando a hacer frío. Ya estaba oscureciendo. Llegamos a la suite.

—La noche está hermosa —dijo Paul abrazándome por la cintura.

—Mira la luna —la señalé—, se ve tan cerca...Esto es hermoso. —Lo miré y le di un largo beso.

—Ahora que nos casamos, debemos intentar tener nuestro propio hijo —susurró en mi oído.

Me volteé y le sonreí.

—¿Y al fin dejarás de querer robar los hijos de los demás? —pregunté divertida y él asintió.

Comenzó a besarme apasionadamente. Bajó sus besos por mi cuerpo. Nos quitamos lentamente la ropa el uno al otro. Y la luna fue testigo de aquella noche de pasión en la que entregamos nuestro amor incondicional.

Words of love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora