Una rosa por cada día.

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Han pasado tres semanas desde que Paul se fue. Cada semana me envía una carta. Están muy contentos, les ha ido de maravilla.

Aquella mañana llegué un poco tarde a la oficina de Lucy pues me había quedado dormida. Entré arreglando un poco mi pelo, mientras que con la otra mano afirmaba mi café y debajo del brazo unos cuantos papeles.

—Lucy, ya llegué, lo siento —dije con la vista ocupada en los papeles—. Me quedé dormida, yo...—levanté la vista.

Ella se encontraba con un chico de unos 24 años de edad aproximadamente, ojos claros, cabello castaño y era alto.

—Caroline, no te preocupes —dijo ella con una amable sonrisa—. Él es Adrian Mawson, remplazará a Diane. Ella es Caroline Hamilton.

—Es un placer conocerla, señorita —dijo el chico extendiéndome la mano.

—Bienvenido. —Correspondí su saludo—. ¿Dónde está Henry? —le pregunté a Lucy.

—Llamó para avisar que no se encontraba bien.

—Aah, entiendo. Qué lástima.

Un incómodo silencio se formó.

—Bueno, Lucy, yo te traía esto. —Le entregué el montón de papeles—. Volveré más tarde —sonreí.

—Caroline, llegó algo para ti hace un rato —dijo Lucy.

Me volteé hacia ella.

—Está en tu despacho.

Hice ademán de decir algo, Lucy me sonrió ampliamente así que no dije nada y corrí al despacho. Abrí la puerta y me encontré con unas hermosas rosas blancas. Sonreí involuntariamente. Me acerqué y tomé la tarjeta.

Una rosa por cada día que estaré lejos de ti. Te amo.
                 Paul.”

Sonreí y deposité un pequeño beso en la tarjeta. Me acerqué y sentí el aroma de las rosas. Tomé un florero y unas cuantas rosas. Las puse y las dejé sobre el escritorio. Me llevé el resto y salí. Lucy me miraba sonriente.

—Son hermosas. Te dejaré unas aquí —puse unas en su florero—, el resto me las llevaré a casa. —Las acerqué y sentí su aroma.

—¿Volverás en la tarde? —preguntó ella y yo asentí—. Bien, nos vemos después.

—Sí, adiós. —Me despedí con un movimiento de mano de ambos y me marché.

*-*-*-*

La semana pasó rápidamente. Los chicos llegaban por la noche. Estaba ansiosa. Me encontraba en el despacho arreglando unos papeles cuando tocaron la puerta.

—Adelante —dije sin despegar la vista de las carpetas.

—Permiso.

Levanté la vista era Adrian.

—Pasa —sonreí

—Venía a traerte esto...—Levantó una carpeta negra.

—Aah, muchas gracias. —La tomé.

Se dirigió a la puerta pero luego se volteó.

—Caroline...yo...—dijo vacilante, yo levanté la mirada—. Me preguntaba si querías... Acompañarme al cine hoy. Hay una buena película en cartelera —balbuceó.

Le sonreí y quité mis lentes de descanso.

—Adrian... No puedo —hice una mueca—. Hoy llega mi marido y lo iré a recibir al aeropuerto.

Words of love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora