Sebastián estaba cada vez más cerca. Podía sentirlo en lo profundo de su ser, como si el vínculo entre él y Alex fuera irrompible, algo que ni la distancia ni el tiempo podían borrar. Durante meses, había seguido pistas, sobornado informantes y rastreado cualquier señal de su paradero. Ahora, sabía que lo tenía cerca, y su corazón latía con una mezcla tóxica de amor y odio.
Mientras miraba una fotografía de Alex, su expresión cambió brevemente. Aún recordaba la primera vez que lo vio, aquella combinación de inocencia y vulnerabilidad que lo había cautivado. Pero ahora, esa misma imagen le provocaba una furia que lo consumía por dentro. Alex había osado escapar, arrebatándole lo único que daba sentido a su vida. Y por eso, pensaba Sebastián, merecía una lección que nunca olvidaría.
—Te lo di todo, y me traicionaste...
Pensaba mientras sus dedos trazaban el contorno del rostro de Alex en la fotografía.
—Pero te haré entender. No puedes huir de mí, y cuando te encuentre, te mostraré cuánto te amo... y cuánto puedes sufrir por haberme dejado.
La necesidad de recuperar a Alex se mezclaba con el deseo de castigarle.
—Primero, te haré pagar por tu traición, y luego seremos felices. Te moldearé para que nunca más quieras dejarme.
Se repetía Sebastián, convencido de que su retorcido amor era lo que mejor le haría.
Mientras tanto, a kilómetros de distancia, Alex se encontraba en un limbo emocional. Los días se sucedían como una bruma interminable, cada uno más sombrío que el anterior. Los síntomas del embarazo lo debilitaban tanto física como mentalmente. Estaba agotado en todos los sentidos, sintiendo que su vida se había reducido a una lucha constante por mantenerse a flote.Aceptaba que estaba embarazado, que dentro de él crecía una nueva vida. Pero ese hecho no traía consuelo, sino un dolor agudo. El embarazo era un recordatorio constante de la violencia que había sufrido, del monstruo que era Sebastián. Aun así, sentía una creciente culpa por despreciar al bebé.
—El bebé no tiene la culpa...—Se repetía, tratando de aferrarse a esa idea para no hundirse más en la desesperación.
Pero por más que lo intentara, no podía dejar de sentirse inadecuado.
—Soy una carga, una vergüenza... ¿Cómo podría criar a un niño? ¿Cómo podría protegerlo de este mundo cruel?
Estos pensamientos lo consumían día tras día, erosionando lo poco que quedaba de su autoestima. A menudo se miraba al espejo, viendo a alguien que apenas reconocía. Su rostro pálido y sus ojos apagados le devolvían la mirada de un extraño.
Sentía que estaba fallando, no solo como persona, sino también como futuro padre. Sabía que abandonar al bebé en un orfanato podría ser lo mejor para él, para que tuviera una vida que él nunca podría ofrecerle. Pero la idea de hacerlo le llenaba de miedo, un miedo que no podía entender completamente.
—¿Es egoísta querer quedarme con él? ¿Es miedo a estar solo?—se preguntaba, reprochando su incapacidad para tomar una decisión.
Además, aunque se había resignado al embarazo, no podía evitar sentir un profundo rechazo hacia su propio cuerpo, hacia lo que le estaba ocurriendo.
—Mi cuerpo no debería ser así... No debería sentirme de esta manera...
se repetía, mientras una sensación de impotencia lo invadía. No solo estaba luchando contra la realidad de su situación, sino también contra la repulsión que sentía hacia sí mismo.
Cada noche, mientras intentaba conciliar el sueño, acariciaba su vientre y sentía una mezcla de amor y desesperación.
—¿Podré ser lo que necesitas? ¿Podré algún día amarte sin recordar todo lo que he sufrido?—Las preguntas lo perseguían, llenándolo de una incertidumbre que lo desgastaba lentamente. Sabía que no tenía las respuestas, y esa ignorancia lo torturaba.
El tiempo pasaba, y aunque Alex había intentado construir una nueva vida, sabía que su paz era frágil. El miedo seguía presente, acechando en cada sombra, recordándole que su refugio era temporal. Sebastián se acercaba cada vez más y Alex trataba de prepararse, aunque en el fondo sabía que no había manera de estar listo para lo que vendría.
Alex seguía con su rutina diaria, cada vez más apagado, tanto física como emocionalmente. Su estado de salud se deterioraba, y aunque intentaba mantener una fachada de normalidad, era evidente que algo estaba mal. Los clientes de la tienda notaban su tristeza y la forma en que parecía asustarse por cualquier cosa. Sin embargo, nadie sabía realmente por lo que estaba pasando; solo veían a un joven que estaba siendo consumido por una tristeza que no podían comprender.
Cada noche, antes de dormir, Alex acariciaba suavemente su vientre, intentando conectar con el bebé que crecía dentro de él. Sentía una mezcla de amor y desesperación, una dicotomía que lo desgarraba por dentro.
—¿Podré ser lo que necesitas? ¿Podré algún día amarte sin recordar todo lo que he sufrido?
Se preguntaba en silencio, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. Al mismo tiempo, se reprochaba por sus dudas, por no sentirse lo suficientemente capaz de ser madre.
—Tal vez soy egoísta... Tal vez no merezco nada de esto.
A pesar de todo, no podía tomar una decisión clara sobre el futuro. ¿Sería capaz de criar a ese niño, o lo abandonaría en un orfanato para evitar que sufriera a su lado? La idea de dejarlo en un orfanato le rompía el corazón, pero también sabía que no quería que su hijo creciera con alguien que se sentía tan perdido como él.
Mientras tanto, Sebastián continuaba cerrando el cerco. Cada pista lo acercaba más, y cada día que pasaba, su deseo de encontrar a Alex se mezclaba con la rabia y la necesidad de venganza.
"No te esconderás de mí, Alex. Te encontraré, y esta vez, no podrás escapar."
Sus pensamientos oscilaban entre la añoranza y el resentimiento, creando una tormenta dentro de él que solo se calmaría cuando tuviera a Alex de vuelta.
Con cada paso que daba, Sebastián sentía que se acercaba al desenlace de este macabro juego. Sabía que, una vez que encontrara a Alex, todo cambiaría. Y aunque una parte de él seguía amándolo, otra parte solo quería verlo sufrir, como él había sufrido al descubrir su traición."Te haré pagar por todo lo que me has hecho..."
Pensaba con una sonrisa torcida.
La tormenta que se avecinaba sería implacable, y ni Sebastián ni Alex estaban preparados para las consecuencias que traería. Mientras uno se consumía en su deseo de venganza, el otro luchaba por no ahogarse en su desesperación, sin saber que el momento de enfrentarse estaba más cerca de lo que imaginaba.
ESTÁS LEYENDO
Secuestro M- preg
Fanfiction-Mi dulce Angel-Mencionó mientras acariciaba su suave pecho -P-por favor d-dejame volver- las lágrimas bajaban por su mejilla amoratada de tantos golpes -Esta vez solo me importas tu, ni el bebé, ni ese traidor te alejaran de mi lado