Capítulo 27: Promesas Vacías
Alex se encontraba sentado en la habitación, observando cómo los rayos del sol se filtraban a través de las cortinas, creando figuras irregulares en el suelo. Era uno de esos días en los que todo parecía arrastrarse, como si el tiempo mismo se hubiera aliado con su prisión para alargar su sufrimiento. Sebastián había vuelto a mostrarse distante, aunque mantenía esa extraña combinación de desprecio y afecto posesivo que solo él sabía desplegar. Era como vivir atrapado en una tormenta perpetua, con breves momentos de calma que solo presagiaban más dolor.
Los días pasaban, uno tras otro, en un ciclo de promesas rotas y falsas esperanzas. Sebastián se acercaba a Alex con palabras dulces, afirmando que todo lo que hacía era por su propio bien. "Te amo tanto, Alex", repetía constantemente, sus palabras empapadas de un amor enfermizo que solo intensificaba la confusión en la mente de Alex. Aunque sus palabras eran suaves, sus acciones seguían siendo hirientes, y Alex no podía evitar preguntarse si realmente había algo de verdad en lo que Sebastián decía.
Sebastián lo miró desde la puerta, con los brazos cruzados y una expresión que mezclaba lástima y posesividad.
—Max no vendrá por un tiempo —dijo con frialdad, observando la reacción de Alex. Este intentó no mostrar demasiada emoción, pero la decepción fue evidente en sus ojos. Max, aunque no completamente confiable, había sido su única conexión con una mínima humanidad en esos días sombríos. Alex bajó la mirada, su tristeza apenas contenida mientras asentía lentamente.
—Tiene… bueno, me dijo que tiene algo, un asunto personal que necesita atender. No te preocupes por eso, Alex. Él ya no es nuestro problema —añadió Sebastián con un tono despreocupado, encogiéndose de hombros como si la ausencia de Max no tuviera mayor relevancia.
Alex asintió con lentitud, apretando las manos contra su regazo mientras intentaba no dejar que su tristeza se desbordara. Max había sido una pequeña luz en medio de su oscuridad, y ahora, sin él, todo parecía aún más desesperanzador. Respiró hondo, su pecho se sentía pesado con la carga de la soledad que se avecinaba.
—E-está bien, Sebastián —murmuró Alex, su voz temblorosa y casi inaudible. Sabía que cualquier muestra de tristeza podría desatar la ira de Sebastián, y estaba demasiado agotado para soportar otro enfrentamiento. Se mordió el labio, forzando una sonrisa que no alcanzó sus ojos—. Seguro que volverá pronto.
Sebastián asintió con una sonrisa complacida. Aunque había notado la tristeza de Alex, no le importó. Para él, cada gesto de Alex era una reafirmación de su poder. Lo observó por un momento más antes de acercarse y acariciar su rostro con una suavidad que contrastaba brutalmente con su naturaleza dominante.
—No te preocupes, todo lo que hago es por tu bien. Sé que no siempre es fácil, pero… te amo, Alex. Te amo más de lo que te imaginas —dijo Sebastián, sus palabras eran como un veneno dulce que se deslizaba lentamente en la mente de Alex. Cada "te amo" era una atadura más, un grillete invisible que mantenía a Alex encadenado.
Alex asintió, sus ojos se llenaron de lágrimas que luchó por contener. Se sentía atrapado en una red de contradicciones, queriendo creer en las palabras de Sebastián pero sabiendo, en lo más profundo de su ser, que todo era una farsa. "¿Por qué no puedo salir de esto? ¿Por qué sigo esperando algo que nunca llegará?", pensó, su mente un constante eco de dudas y temores.
Después de lo que parecieron horas de silencio, Sebastián finalmente habló, con una voz cargada de una extraña mezcla de triunfo y desdén.
—¿Sabes? He estado pensando, creo que necesitas un poco de aire fresco. Vamos, te dejaré salir hoy —anunció Sebastián con una sonrisa que no alcanzó sus ojos. Alex lo miró, sorprendido y confundido. Era la primera vez en mucho tiempo que le permitía salir, y por un momento, Alex creyó que tal vez Sebastián estaba recapacitando.
Alex sintió que su corazón daba un vuelco. El solo hecho de escuchar esas palabras era como un rayo de luz en medio de la oscuridad que lo envolvía día tras día. Se levantó de inmediato, casi tropezando en su prisa por moverse, sus ojos brillando con un destello de esperanza.
—¿E-en serio? ¡Gracias! ¡Gracias! —dijo Alex, su voz aún entrecortada por el tartamudeo, pero con una chispa de emoción que no había mostrado en mucho tiempo. Sebastián lo observaba con una sonrisa satisfecha, disfrutando del poder que ejercía sobre él—. V-voy a… a buscar a Ian. G-gracias, de verdad, Sebastián… —Alex repitió, su agradecimiento era genuino, aunque teñido de ese miedo constante que nunca lo abandonaba.
—Claro, ve por él —respondió Sebastián con una leve inclinación de cabeza. Lo vio salir de la habitación, y por un momento, algo parecido al arrepentimiento cruzó su mente, pero lo ahogó rápidamente con la certeza de que todo estaba bajo control. "Por fin me deshice de la persona que me molestaba", pensó con satisfacción, sabiendo que con la tía de Alex fuera del camino, no habría más amenazas a su dominio.
Mientras Alex respiraba el aire fresco por primera vez en semanas, se permitió un pequeño momento de paz. Se arrodilló en el césped, sintiendo la tierra bajo sus dedos, como un recordatorio de que aún estaba vivo, de que aún había algo de libertad, aunque fuera solo una ilusión pasajera.
Pero en lo profundo de su mente, la sombra de la tía que lo había buscado persistía, y Alex no podía evitar que sus pensamientos volvieran a la última pelea que tuvieron.¿Cómo pudo haber permitido que el miedo lo despojara de todos esos recuerdos? Mientras sostenía a Ian en sus brazos, Alex cerró los ojos y murmuró una pequeña plegaria por su tía, aunque sus palabras fueran solo un susurro ahogado por el viento.
Sebastián, observando desde la distancia, cruzó los brazos con satisfacción. Para él, todo se estaba acomodando perfectamente, y la sumisión de Alex era su trofeo más preciado. No importaba cuántas veces tuviera que repetir que todo era por amor, porque sabía que al final, Alex no tenía a dónde ir. Sebastián se acercó lentamente, con la confianza de un depredador que sabía que su presa ya no tenía fuerza para correr.
—Recuerda, Alex, que todo lo que hago es por ti. Porque te amo —dijo Sebastián suavemente, sus palabras envolviendo a Alex en una falsa seguridad. Alex asintió, sus ojos aún fijos en el jardín, incapaz de romper el hechizo que Sebastián había tejido a su alrededor.
—Lo sé —susurró Alex, aunque en su interior, la verdad luchaba por salir a la superficie, ahogada por el miedo y la manipulación.
Y así, en ese pequeño respiro de libertad, Alex se prometió a sí mismo que seguiría tratando de portarse bien, de mantener la paz en un lugar donde la paz era solo otra mentira más. Pero cada promesa que hacía era solo otro nudo en la cuerda que Sebastián sostenía firmemente, una cuerda que parecía no tener fin.
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Secuestro M- preg
Fanfiction-Mi dulce Angel-Mencionó mientras acariciaba su suave pecho -P-por favor d-dejame volver- las lágrimas bajaban por su mejilla amoratada de tantos golpes -Esta vez solo me importas tu, ni el bebé, ni ese traidor te alejaran de mi lado