Capítulo 39: Un Nuevo Camino
Alex se encontraba sentado en una de las habitaciones más acogedoras de la mansión, una que Max había preparado para él y para Ian. Era amplia, con cortinas suaves que filtraban la luz del sol, proyectando cálidos destellos sobre las paredes de tonos claros. Una cuna de madera blanca, elegante y segura, se hallaba en un rincón, un respiro bienvenido del peligro que habían enfrentado.
Por primera vez en mucho tiempo, Alex sintió que podía relajarse un poco. La mansión aún tenía la sensación de un lugar extraño, pero había una serenidad inesperada en la forma en que Max lo había tratado desde su llegada, una calma que comenzaba a ablandar el endurecimiento constante de su corazón. Max había sido paciente, incluso gentil, y a pesar de los eventos anteriores, parecía genuinamente dispuesto a cuidarlo.
Max entró a la habitación con una sonrisa tranquila, cargando una bandeja con té y algunas galletas. Lo colocó sobre una mesa pequeña junto a Alex y tomó asiento frente a él, tomándose un momento para observar cómo Alex intentaba calmar a Ian, quien finalmente se había dormido después de días de llantos y malestar.
—Sé que tienes muchas preguntas —dijo Max, rompiendo el silencio con un tono suave—, y no ha sido fácil para ti confiar en nosotros. Especialmente después de lo que mi padre hizo.
Alex asintió lentamente, sus ojos aún mostrando la sombra del miedo y la incertidumbre. Había pasado tanto tiempo sintiéndose perdido y en peligro que le costaba aceptar la posibilidad de seguridad y estabilidad.
—Quiero saber qué está pasando —dijo Alex, sus manos temblorosas mientras sostenía la taza de té—. ¿Quién eres tú realmente? ¿Qué es todo esto?
Max lo miró fijamente, sus ojos reflejando una mezcla de determinación y empatía. Sabía que este era un momento crucial, uno en el que debía ganarse la confianza de Alex de una vez por todas.
—Mi nombre completo es Maximilian Evans, y Richard Evans es mi padre. —Max hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran—. Esta mansión, toda esta seguridad, es parte de lo que hacemos. Mi padre y yo dirigimos una serie de empresas y tenemos muchos recursos a nuestro alcance, podríamos igualarnls a Sebastián, pero eso no es lo importante ahora. Lo importante es que tú estés bien, Alex.
Max se inclinó un poco hacia adelante, sus ojos buscando los de Alex, queriendo asegurarse de que él pudiera ver la sinceridad en sus palabras.
—Sé que has pasado por un infierno con Sebastián, y quiero que sepas que no estoy aquí para hacerte daño. —Max suspiró—. Sé que mi padre fue duro contigo, pero él solo quiere asegurarse de que seas quien dices ser y que no seas una amenaza para nuestra familia. Richard... él no siempre es fácil de entender, pero todo esto ha sido para protegerte.
Alex bajó la mirada hacia Ian, su pequeño rostro angelical finalmente en paz. Las palabras de Max resonaban en su mente, y aunque la sospecha seguía presente, había algo en el tono de Max, en la forma en que lo miraba, que le daba esperanza.
—¿Qué va a pasar ahora? —preguntó Alex en voz baja, su tono fue casi un susurro—. ¿Qué pasa con Sebastián?
Max se quedó en silencio por un momento, su expresión endureciéndose ligeramente. Era un tema delicado, y Alex tenía derecho a saber la verdad, pero no sería fácil escucharla.
—Sebastián te está buscando —admitió Max, sin rodeos—. Está buscando a su “ángel”, como él te llama. Y no va a detenerse, lo sabemos. Pero eso no significa que pueda encontrarte. Aquí estás seguro, Alex. Y estamos tomando medidas para asegurarnos de que Sebastián no pueda llegar a ti ni a Ian.
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Secuestro M- preg
Fanfiction-Mi dulce Angel-Mencionó mientras acariciaba su suave pecho -P-por favor d-dejame volver- las lágrimas bajaban por su mejilla amoratada de tantos golpes -Esta vez solo me importas tu, ni el bebé, ni ese traidor te alejaran de mi lado