SINOPSIS:
No recuerda nada de su pasado. Rey no sabe de dónde viene o cuál es su misión en la galaxia. Ha pasado más de seis años trabajando como traficante de especias, junto a la mecánico más irritante a bordo del Eravana.
Su vida es monótona, sim...
La chica no supo cómo reaccionar ante la furia de su pareja.
Se limitó a extender su mano frente a ella para detener a medio camino el sableláser carmín que fue lanzado en su contra. La fuerza hizo acto de presencia, deteniendo al artefacto a la mitad, dejando una estela de brillo rojizo que únicamente se equiparaba con la sangre. Entonces temió por su vida, por el lazo que llevaba consigo y la forma en que lo estaba rompiendo en miles de partes. Su mellizo volvió a gritarle con la emoción y la furia incontenibles, un sentimiento a flor de piel que los consumía como las brasas de una hoguera. Sabía perfectamente cómo se sentía él y era todo gracias a esa unión que trascendía a través de la galaxia. La maldición impuesta por el linaje Skywalker, pero sobre todas la cosas, el destino marcado de tragedia en su familia.
—Estoy dispuesto a perdonarte.—Susurró el joven con los ojos llenos de lagrimas. Los labios le temblaban como signo claro de su dolor. Él jamás lloraba, él no solía hacerlo. Era el punto fuerte de la díada, el pilar de la conexión en la fuerza. Pero en ese momento se estaba desmoronando, casi cayéndose a pedazos. La chica se ahogó al mirarlo tan devastado; las gotas de agua se fundieron con sus lágrimas y el océano que se extendía a sus anchas rugió mientras estaban sobre los restos de la estrella de la muerte.—Si te detienes ahora lo olvidaré... volveremos a ser lo mismo de siempre, Rey... por favor.
Pero ella ya no quería ser lo mismo siempre, se había cansado de la oscuridad que poco a poco se tragaba a su hermano mayor. Ya no podía contenerlo, ya no había forma de retractarse, porque lo había traicionado a posta de sus emociones y no daría vuelta atrás por un par de ojos bonitos. La chica negó, sus ojos esmeralda reuniendo el valor que había perdido minutos antes. Ben lloriqueó como un niño pequeño, tan inusual en el chico, pero genuino como sólo él podía serlo.
—No, Ben.—Su rostro se deformó en una mueca lastimera. Sorbió de su nariz y continuó.—No hay vuelta atrás, la única manera es que vengas conmigo.
Tenía que ser fuerte, por él y por ella. Porque era la única forma de terminar con ese reinado de oscuridad e injusticia sembrada por la temible Primera Orden.
—¿Por qué me haces esto?—Lloriqueó.—¿¡Por qué nos haces esto!?
Rey apretó sus labios en una fina línea. De los dos era quien más sentía, quién más amaba a su mellizo, pero en ese preciso instante pensaba en el pequeño Ben, al que tanto quería y al cual había perdido hace algunos años. Lo quería de vuelta, quería a su pareja de vuelta.
—Estás tan consumido, no puedo tomar el camino que has elegido, yo...
—¡Traidora!—Vociferó. Los ojos escarlata la miraron con odio, con una rabia que jamás le había dedicado a su hermana pequeña.—Siempre has sido una puta traidora, tú y tu delirio de grandeza por demostrar que haces lo correcto ¡Eres una arrogante! ¡Eres igual a nuestro padre!
Compararla con Luke Skywalker era el final y ella lo sabía. La forma de romper todo lazo sentimental con su hermano gemelo. Porque Ben Skywalker odiaba a su padre y si la comparaba con él, entonces también la odiaba a ella.
—Te amo, Ben—Se atragantó, hipeó y tembló por todas partes. Por un momento creyó ver en el chico una mirada compasiva, un arrepentimiento genuino o incluso la duda. Luego ésta se desvaneció para darle paso a su usual ceño fruncido y su odio.—Pero ya no voy a seguirte ciegamente... Esto no es lo mejor para ti, para ninguno de nosotros.
El hombre rió amargo, rozando los límites del cinismo. Una carcajada férrea, sin una pizca de diversión en su tono. Los rasgos del joven no se amedrentaron, en su lugar, su mano se elevó por los aires y con uso de su extensa habilidad atrajo de vuelta el sable de luz que le pertenecía. Pero Rey era igual a él en la fuerza y su mano también peleó contra la de su pareja para recuperar el artefacto y evitar que le hiciera más daño. Ambos pelearon por el sable de luz del monstruo.
Fue un acto de supervivencia donde Rey se negó a perder; el campo de batalla se hizo cada vez más tenso y el ambiente retumbó ante la presión impoluta de la fuerza chocando contra otra fuerza.
Los hermanos comenzaron a desplazarse por el suelo metálico de la masiva arma, fueron empujados por una malicia invisible de la fuerza y mientras gruñían sonoro el mástil del sable se sobrecalentó hasta hacerlo brillar. Rey tiró un poco más fuerte, todo lo fuerte que su mente pudo, Ben hizo lo mismo y entonces ocurrió; El sableláser se partió por la mitad y los dos fueron lanzados al piso en un golpe sordo.
Ben no pudo levantarse, quedó tendido sobre el destartalado hangar de la Starkiller, inconsciente y malherido de gravedad.
En cambio, para Rey el golpe había sido demasiado; salió disparada de su lugar, cayendo en la titánica masa de agua salada. Se había llevado la peor parte al golpearse la cabeza con una viga metálica, abriéndole una gran zanja en la base de su pelo.
No sólo quedó mal herida. También todos los recuerdos de esa fatídica noche se fueron. Todos aquellos... incluso la existencia de su adorado mellizo.
Apenas y se salvó.
Fue una suerte que aquella tribu desertora de Stormtroopers la rescatara.
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