Capítulo 13: Placer

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Ren no debía quedarse más tiempo del necesario hablando con su melliza.

No era indispensable dejar que lo viera, ni mucho menos hablarle relajadamente desde su lugar en el puente del Finalizador. Su relación con Rey debía ser nula, resumirse a la lejanía hasta que fuese lo suficientemente fuerte como para acabar con ella. Sin embargo, cuando sintió la frialdad y la furia del otro lado de su vínculo, no pudo resistirse ante la tentación y el brillo familiar que curiosamente su hermana menor transmitía.

Ren sonrió socarronamente tras su casco, frente a la docena de controladores de la nave insignia. Sintió como el aire en su espacio personal se cortó y en un segundo su cuerpo se giró en dirección del ventanal del Finalizador. Rey estaba sentada en el piso, con las rodillas en su pecho y el cuerpo infernalmente desnudo. Parecía en otro lugar, confundida e impresionada por algo que él no era capaz de entender.

Habría sido muy sencillo ignorarla, cerrar el vínculo y continuar haciendo sus deberes como líder, pero su arrogancia, su falta de sensatez y su cordura le fallaron. La hizo sentir inútil, le dejó en claro una vez más que su adorado hermano no iba a regresar y cuando ella preguntó a los dioses de la fuerza cuál era su debilidad no pudo evitar decirle la verdad a medias.

Porque si ella supiera que era su debilidad, entonces estaría jodido.

Por eso ahora está decidido a mantener las distancias con Rey. Prefiere encerrarse en su agujero de frío y tormento, dejándose llevar por el lado oscuro de la fuerza. El lado oscuro siempre había sido bueno con él, lo había ayudado a canalizar su furia, a serenar el infierno que cargaba por dentro. Había sido eso que lo arropó cuando nadie más lo hizo y por eso se sentía en deuda.

Porque le debía todo al lado oscuro.

Su rostro cetrino se recompone debajo de la máscara, adoptando una mueca impenetrable a pesar de estar cubierto por el metal. Las estrellas brillantes, los planetas de colores vivos se reflejan en la ventana de mandos del Finalizador y le transmiten una tranquilidad casi abrumadora. Posiblemente es incómodo para los oficiales tener al líder supremo rondando a su alrededor, inspeccionando las órbitas y los comandos o simplemente admirando la infinita inmensidad de la galaxia. Él suele quedarse durante horas mirando esa vista, le produce calma y nostalgia. Un sentimiento puro y traidor a lo que simboliza la fuerza oscura, pero Ren siempre ha sido rebelde y, aún en la fina línea de lo correcto, prefiere desviarse de sus límites de vez en cuando. Lleva más de una semana sin pararse frente a su melliza, es una clase de autocastigo por permitirle leerle la mente, por ser débil y casi anhelante de lo que se siente ser invadido por los zarcillos de ella.

Ser tocado por los zarcillos de la fuerza de Rey es relajante y atemorizante en partes iguales. Y Ren sabe que disfrutar de los caprichos de su alma buena es lo que menos debería hacer, porque él se debe todo menos compasión y eso ha quedado muy claro desde la última vez que tuvo un encuentro cercano con su antigua pareja. Su hermana. Rey, no obstante, es una pequeña cosita curiosa, ha descubierto gran parte de sus habilidades en los últimos días y se ha forzado a seguirle el rastro por medio de la fuerza. La chica tiró y tiró de su lazo desde su habitación en la zona más alta del Finalizador hasta Ren, hasta su presencia hermética y poco controlada. Porque Rey siempre se sentiría atraída a él en contra de su propia voluntad, así como él se sentiría atraído por la chica.
Ren está en problemas y lo sabe. No puede elegir entre consumar su venganza y atravesar el cráneo de su gemela con el sable u olvidar tanto daño y perdonarla. No porque quisiera, no porque le tuviera lástima, sino porque matarla sólo iniciaría una vida de agonía sin su otra mitad. Ese pensamiento lo hizo apretar los puños, furioso consigo mismo por ser tan débil, por tener tanta dependencia al vínculo en la fuerza que los une.

𝐄𝐑𝐀𝐕𝐀𝐍𝐀 | 𝐑𝐄𝐘𝐋𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora