𝐄𝐑𝐀𝐕𝐀𝐍𝐀 | 𝐑𝐄𝐘𝐋𝐎

Capítulo 22: Castigo

Hay una sensación extraña en el momento en que el capitán Voslok explica el sistema de defensa del carguero corelliano.

Es como si la desesperación, la intensidad y la confusión invadieran su mente como una umbra de la oscuridad y espesor de alquitrán, como si la tranquilidad de su plano físico, de su momento actual se fuera a la basura y la tira delgada de oro que corre de un extremo a otro le pidiera casi a gritos que hiciera algo. Es el sol opacado por la luna, en un eclipse profundo que le quita la respiración.

Le toma más de un minuto recomponer la compostura en medio de la reunión con los altos líderes y oficiales de la primera orden. Él sabe perfectamente que no está en condiciones de continuar fingiendo que está bien.

Porque no lo está.

Hay un montón de cosas que no están bien en ese preciso instante y su parte más vulnerable lo incita a salir corriendo de la habitación.

Él no lo hace.

Por supuesto que no.

¿Cómo iba a hacerlo? Él es el líder de toda la organización, el amo y señor de la galaxia. Parte de sus obligaciones es quedarse detrás de esa mesa de cristal, escuchando las palabras sosas de su capitán al mando y un montón de personal al que apenas conoce.

Él traga y hace una mueca debajo de su máscara. Siente como si ha tragado agujas de la bahía médica. Se pasa las manos por encima del muslo y frota ahí sus guantes, provocando un ruido intoxicante que de alguna manera lo calma. Ren mira hacia al frente, respira profundo e ignora la urgencia de tirar del cordón de la díada. Él no tiene tiempo para eso. Se concentra en la discusión que se extiende frente a él, subiendo y bajando su pierna en un ademán ansioso. ¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué sus caballeros no se han comunicado? Ha sido muy claro con sus órdenes. Ha pedido explícitamente los detalles de sus avances, sin importar el lugar y la situación donde se encuentren. Pero Ushar y Cardo siempre han sido alumnos rebeldes e independientes, y parte de su actitud se la deben a su tendencia al lado oscuro.

A él no debería molestarle eso.

—El sector de Ryloth ha mejorado la producción del combustible. A este paso obtendremos ganancias más rápido de lo que se tenía previsto en las proyecciones. Contamos con el apoyo de los fabricantes del mismo sector y ya se ha hecho el pedido masivo de acorazados.—Pryde es firme cuando habla. Está emocionado por la adquisición de armamento, sobre todo porque él ha liderado las producciones de la armada. El hombre está de pie, exponiendo su punto, recargado a un costado del filo de la mesa de situaciones.—Sólo necesitamos la última revisión de usted, mi señor.

Kylo realmente no tiene el ánimo para revisar a fondo ese tema. Lo único que quiere es largarse a la cama y sondear dentro de su vínculo para descubrir lo que está pasando. Ciertamente, se siente sin control y, Kylo Ren nunca pierde el control. Nunca.

Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que se sintió fuera de lugar y por la fuerza, que alguien lo ayude, él necesita salir de ahí lo antes posible.

—Confío en su capacidad, general Pryde.—Y eso no es verdad. Kylo no confía en nadie. Ya una vez lo hizo y fue traicionado por la persona a la que tanto amaba. En ese momento de desesperación no tiene de otra más que mentirle. Va a salir de aquí corriendo si es que el dolor no lo mata antes.—Haga lo que tenga que hacer y deme parte después.

Pryde no responde, pero las comisuras de sus labios se elevan orgullosas, dándole a entender que está muy satisfecho. El tipo sabe lo bien que le hace a sus subordinados las palmadas en la cabeza.

Como perros bien entrenados. Alguna vez mencionó Snoke.

—En todo caso, líder supremo.—Interviene el pelirrojo de la mesa directiva, quien se había quedado enmudecido durante más tiempo de lo que Kylo Ren lo había visto antes. Su voz nasal salió desde el fondo de la mesa, crispando sus nervios ya sensibles.—Los fabricantes saben bien que no deben meterse con nosotros y estoy seguro de que tendremos a tiempo el encargo de los destructores...