Capítulo 34: Rompen

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Los sables de luz fueron creados con un simple propósito antes de, finalmente, tomar su papel como un arma asesina.

El de proteger.

Pero realmente nunca deberían llamarle "protección" cuando, de hecho, ha quitado más vidas de las que ha defendido. Es ahí donde la fuerza debería decidir quién o qué es apto para portar uno de estos. Las posibilidades de qué pasaría sí... En cuanto a la regulación de los artefactos de combate utilizados por cualquier criatura del cosmos.

Cada vez que Rey toma el suyo puede decir que es su destino, o incluso, siente como su piel pica ante la expectativa de cuánto podría hacer con una hoja láser y su respectiva habilidad para utilizarla. Ella ha visto lo que su hermano le hizo a los desertores del Finalizador con un sable luz, porque lo vió lanzarlo por los aires como una flecha furiosa y brillante, y que inmediatamente cortó la carne humana más fácil que a un filete de ternero.

Ella supo el potencial del mástil en sus manos.

No siempre había individuos dispuestos a ayudar al prójimo, de proteger en lugar de herir con un arma cómo esta y de arriesgarse a luchar contra uno. En un mundo donde la pobreza abunda y la maldad asciende, ser caritativo equivalía a un suicidio. ¿Y a dónde la llevó todo eso? Sí, aquí, en el Conquistador, o más bien debería llamarle el buque de guerra interestelar más grande de la historia. El mismo que, después de todo el drama provocado en el Finalizador a causa de su escape, fue señalado como objetivo y nuevo hogar del líder supremo.

Rey no está realmente segura de cuánto odia estar aquí o de si esta locación es una pesadilla de la que no puede escapar, pero lo único que sabe es que lo odia de todos modos. Es como si la estructura la estuviera jodiendo cuando finalmente comenzaba a sentirse bien en la otra nave, pero sobretodo le recuerda que fue diseñada para hacer pedazos a sus enemigos. A todos ellos.

De alguna forma, termina envuelta nuevamente en buques de guerra y soldados dispuestos a matar sin distinción. Aún así, Rey seguirá a Kylo Ren a donde fuera.

Rey agacha la cabeza mientras aborda el turboascensor hacia el puente principal del Conquistador. Sus pasillos son el doble de anchos y de largos que los del antiguo buque insignia del líder supremo, y las paredes están pintadas de rojo sangre, con techo lisos que le recuerdan a su último sueño dentro del destruido Supremacía. La luz de las farolas son de un azul cetrino que resalta su piel blanca pálida, esos huesos angulosos que sobresalen de su pómulos y la túnica oscura que apenas ayudó a cubrir los pocos vestigios de su reciente desnutrición. Nunca ha sido especialmente cuidadosa con su imagen física, ya que ella no tenía el tiempo suficiente ni el detalle de mimarse,
sin embargo, hoy si se toma unos tantos segundos para mirarse en el reflejo de la tarima de operaciones y arreglar el rizo que sobre sale de su frente.

Pero...

Ni siquiera puede contabilizar lo que no le gusta de su cuerpo. Hay tanto para odiar; es tan flaca como una pequeña momia de las hermanas de la noche, porque su cuerpo se reduce únicamente a huesos y piel, huesos y piel que probablemente se romperían en un combate contra los soldados de asalto que acechan las puertas blindadas frente a ella.

Rey se echa la túnica oscura a la cara y se encorva todavía lo más dentro posible de su columna. El peso del sable es ligero sobre su muslo cuando atraviesa las puertas metalizadas y el tumulto de soldados y oficiales de la Primera Orden caminan apresurados de aquí para allá agobiándola. No está acostumbrada al bullicio rápido y estresado de los hombres que trabajan para el líder supremo, nunca lo ha hecho, y aunque ellos apenas la miren, no puede evitar sentir que de alguna forma la critican.

¿Qué diablos tendría que estar haciendo una sucia carroñera de Bracca en un puente de mando? O mejor aún ¿Qué podría necesitar su hermano de ella en un lugar así? ¿Un lugar como en este?

𝐄𝐑𝐀𝐕𝐀𝐍𝐀 | 𝐑𝐄𝐘𝐋𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora