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Las luces violáceas le parecen hermosas en esa tarde de arduo trabajo. No suele poner atención a esa clase de nimiedades, Rey es simple; se concentra en sus tareas y nada más, pero ese día el ambiente está particularmente agradable. Tan agradable que piensa que es una buena idea visitar a su vieja amiga, Maz. La anciana de piel naranja que había conocido en el mercado de chatarra de Bracca.
Rey y su compañera de carroñerismo están paradas sobre la carcasa de un destructor estelar resurgente; aquel buque de guerra derribado en la última batalla entre La República y El Imperio Galáctico. Es el lugar jodidamente idóneo para encontrar esas bobinas cessna que tanto desea Plutt y cobrarle una suma cariñosamente grata como para vivir bien por un par de meses más. Su mejor amiga Rose, la mecánico de esa dupla, es algo así como un gusto adquirido, la pareja perfecta que es capaz de llevar la pala para cubrir un homicidio o aquella loca de remate que brincaría por el acantilado si ella se lo pide. En pocas palabras hacen una buena mancuerna; están lo suficientemente locas como para pararse en el filo del acantilado y saltar con un pequeño cable de seguridad rodeando sus cinturas.
En la lejanía del destructor, el cortador de laser dorado hace su trabajo despegando los grandes metros de plomo del navío. El buque es tan grande como para proveer de material al pueblito de Bracca por muchos años, pero de tanto que se ha explotado, ahora los carroñeros deben de arriesgar un poco más su vida para conseguir piezas raras. Más valiosas.
— ¿Qué tanto miras, Rey? — La dulce voz de Rose la despabila un poco de su observación. Parpadea varias veces, asimilando la interrogativa en su cabeza. Últimamente está más distraída de lo común, lo suficiente fuera de lugar como para procesar los comentarios mordaces por parte su compañera.
—Hace un buen día. — Responde simple, encogiéndose de hombros para restarle importancia al asunto y ponerse en marcha hacia la cima. La otra bufó.
Tiene que darse la vuelta para mirar con atención la cara redonda y molesta de Rose Tiico. Ella es algo así como una mala costumbre, compensadora de su falta de personalidad y nulo interés por la adrenalina. Es el destello de emoción en su vida, el rayo de sol en sus oscuros y extraños ensimismamientos. Todo un huracán de sentimientos; torrentosa e imponente cuando se irrita, pero refrescante y calma cuando el buen humor la atrapa. Rey se ha preguntado muchas veces qué sería de ella si la joven mecánico no se hubiera atravesado en su camino. Muy probablemente seguiría en esa tribu de soldados desertores, recolectando hortalizas y pereciendo en las orillas del mar bravo de la vieja estrella de la muerte.
Las dos carroñeras caminan sobre la carcasa del viejo destructor estelar resurgente; aquel que había caído en la era del Imperio y funcionaba perfectamente como deshuesadero. Rey pasa la mayor parte de su tiempo recolectando piezas reutilizables del buque y las vende en el pasaje de Bracca, donde funge su papel como instaladora y algunas veces como traficante en el gremio chatarrero.
—Pues eso es bueno, así no nos costara tanto trabajo rebanar las putas bobinas del acorazado. —Plutt les había pedido explícitamente que trajeran esa tarde las bobinas del acorazado de la zona sur. Les pagara una buena pasta por ello, lo necesario para sobrevivir sin preocuparse por casi tres infernales meses. El único inconveniente es que es peligroso, la zona está cayéndose a pedazos y si no se tiene cuidado puedes caer por los peldaños metálicos. No obstante, Rose — En su delirio de grandeza — ha aceptado el encargo con una mueca petulante, mientras que una frustrada Rey rueda los ojos siguiéndola a paso ligero.
—Sólo tú aceptas una misión jodidamente difícil. — Se queja la castaña. Sus ojos verdes enfocan con dificultad la dichosa pieza en el punto más alto de la torre de control. La bobina cessna brilla con burla desde la punta de ese buque viejo. Piensa que ya es lo suficientemente loco estar paradas en una plataforma enmohecida.

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𝐄𝐑𝐀𝐕𝐀𝐍𝐀 | 𝐑𝐄𝐘𝐋𝐎
Science FictionSINOPSIS: No recuerda nada de su pasado. Rey no sabe de dónde viene o cuál es su misión en la galaxia. Ha pasado más de seis años trabajando como traficante de especias, junto a la mecánico más irritante a bordo del Eravana. Su vida es monótona, sim...