Las hebras grises se mueven de la misma manera que la hierba y el polvo son arrastrados por el aire. Los ojos índigo vacilan en mirar el océano que se extiende a las anchas de la isla, quizá demasiado asustado como para revivir un recuerdo de tantos años. Las arrugas en las comisuras de sus orbes apenas se achinan cuando la ventisca y la bruma salada del mar le pega directo en la cara, bañando su túnica blanca sin respeto alguno. Él mantiene su posición estoica en la vista impresionante del horizonte, siente los ruidos de las criaturas a su alrededor, sin embargo, no es capaz de sentir su energía pura como quizá en otras circunstancias lo hubiese hecho.
Ahora mismo, su vida es una vorágine de constante remordimiento. Un tacto brusco de tristeza y una decepción hacia sí mismo.
Se siente como si todo a su alrededor se desmoronara y se transformara en una paradoja cruel del destino.
Finalmente, su pasado lo ha alcanzado.
—Tiene que venir con nosotros.—Repite la pobre chica, cuyos ojos rasgados derraman lágrimas amargas. Ella intenta, él lo supo desde el momento en que la vio bajar de la nave, que detrás de la fachada agresiva se esconde el miedo y el dolor de una pérdida irreparable.—La general nos ha mandado aquí... por usted.
Pero él ya ha tomado esa decisión, muchos años antes de que la niña temblorosa se lo pida.
—Tu general sabe perfectamente que no volveré.—Responde un poco alto por encima del estruendoso sonido de las olas rompiendo en el risco. Echa atrás sus cabellos canos cuando éstos le cubren los ojos.—No pierdan más su tiempo. Salgan de esta isla.
—¡Escuche!—La chica vuelve a atacar, acercándose todos los pasos toscos y pesados sobre la hierba humedecida. Por esas ropas desgastadas que lleva, no parece venir de un buen lugar. Tiene el perfil de un pordiosero.—Mi amiga está allá arriba, en uno de esos cruceros imperiales. Tenemos que rescatarla y sólo usted ha hecho la semejante hazaña de infiltrarse en un desctructor. Nadie más puede ayudarnos.
—Nada ocurre dos veces de la misma manera.
—Usted es Luke Skywalker.—Sisea, pero la mención de ese maldito apellido le cala hondo en el pecho. Su ceño gris se frunce furioso por el recordatorio indiscriminado de su linaje.—Es una leyenda.
—Pues la leyenda te dice que olvides de lo que sea que buscas. Por tu propio bien.
Pero si Luke cree que la chica se detendrá por unas simples palabras, está muy equivocado. La chica no parece precisamente la mujer más paciente de la galaxia y esto queda claro en el momento en que su mano levanta su blaster de su cinturón roído y lo apunta con él.
Luke sonríe socarrón por debajo de las pestañas y espera a que el primer movimiento lo haga la chica. Él sabe que no necesita más de un movimiento de mano para desarmarla, pero que no lo va a hacer en esta ocasión.
—Rey es una buena persona.
Hay tantos calificativos que Luke utilizaría para describir a Rey, pero, ciertamente, la palabra amable dista mucho de lo que él considera adecuado.
Recordar los ojos claros de su errante hija le hace temblar.
—Buena persona...—Dice con sarcasmo y un poco de la amargura oxidada brotando de sus labios.—La última vez que supe de ellos, arrasaron con todo un planeta afín a la República.
Y la chica es terca, porque a pesar de haberle dicho una realidad impactante, sus rasgos se endurecen para volver a contraatacar. Luke sólo espera pacientemente, la paciencia siempre es la mejor arma para ganar las batallas de voluntades.
—No.—La mujer niega, pero sus lágrimas caen por las mejillas cenicientas. El viento revuelve la maraña oscura de cabellos, mientas que el otro acompañante se acerca hacia ella.—No... Usted no entiende.
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𝐄𝐑𝐀𝐕𝐀𝐍𝐀 | 𝐑𝐄𝐘𝐋𝐎
Science FictionSINOPSIS: No recuerda nada de su pasado. Rey no sabe de dónde viene o cuál es su misión en la galaxia. Ha pasado más de seis años trabajando como traficante de especias, junto a la mecánico más irritante a bordo del Eravana. Su vida es monótona, sim...