Capítulo 33: Caos

417 31 46
                                    

Él puede sentir su indecisión, la forma en la que está arremetiendo contra ella misma en el abismo de su mente. Puede sentir como el sable metálico se le clava en el hueso de la muñeca. En como le duele y la enoja. Y si lo intenta, incluso está segura que podría saborear la sangre que se ha arremolinado en su boca, alrededor de sus encías, donde se mordió con tanta fuerza como autocastigo.

Rey conoce perfectamente el sabor de la sangre. Hay cicatrices que son genuinas muestras de ello. Puede sentir como se mueve él o como su gran cuerpo se tambalea de un lado a otro, mientras camina dos pasos entre los varios que los separan.

Sólo puede compararlo con un animal roto; las manchas oscuras bajo sus ojos o las arrugas permanentes entre sus cejas. No es lo que pensó que sería una vez que escapara y, definitivamente, no está siendo el monstruo salvaje que la atormentó.

Para Rey ya no es el mismo.
Él se mueve y ella se mueve con él. Reflejados en la sombra y en la luz. Se empujan el uno al otro, buscando ascender sobre sus pensamientos, pensamientos que se volvieron pesadillas plagadas de desesperanza.

Sus ojos se encuentran con los de su hermano por un breve momento, en medio del desastre, como si eso fuese suficiente para detener el tiempo.

Ojos dorados, piensa. Bonitos ojos dorados.

Pero no es nada más.

Él está más tranquilo de lo que se imaginó, él es un enigma para su confundido corazón. Su firma crepita alrededor de la suya, llena de ira, de decepción, del único sentimiento que percibió cuando casi moría y no pudo darle forma.

De aquel que no pudo darle un nombre.

Tampoco sabe qué hacer ¿Cómo le pides clemencia a un ser, cuya mano se aferra vehemente a un sable asesino? ¿O a los ojos ámbar que se tiñeron de tristeza, o a la forma en que sus suaves labios llenos temblaron clamándole por favor? Rey ha cometido graves errores a lo largo de su existencia, pero esto... esto supera completamente sus expectativas.

Todo se volvió un caos demasiado rápido, demasiado doloroso. Demasiado intenso incluso para alguien que el sufrimiento es su segunda naturaleza. Sus latidos se aferraron como ondas profundas dentro de su mente, haciendo ecos y saltos debajo de ella.

Rey está tratando de calmarse a través de una cara sin sentimientos, sin debilidad, sin el dolor asfixiante que la ha dejado paralizada. Sin embargo, mirarlo a él, con esos ojos ámbar de niño triste, la hace sentir como la peor escoria del mundo.

Y ella ya de por sí es una basura.

—Yo... —Pero ella no es consciente de la magnitud de sus errores. No hasta que la cara perpetua de Kylo Ren se vuelca a un rostro sin expresiones, toda la decepción y la tristeza yéndose de sus brillantes orbes amarillos.

La gloria dorada.

Y luego todo se pone peor.

El brazo pasa por detrás de su oreja hasta que rodea su cuello y la obliga a jadear sorprendida por la repentina acción. El primer golpe realmente no lo siente, pero el segundo la obliga a doblar una de sus rodillas, sintiendo como sus muslos hormiguean en el más frío de los sentires. El cañón caliente del blaster se instala en la parte lateral de su cabeza, hace que Rey se de cuenta de lo reciente que ha sido disparado. Al principio, no comprende porqué ha pasado esto. Estaba demasiado confundida, y demasiado concentrada en la figura oscura frente a ella, que olvidó completamente a los desertores que intentaban escapar tras sus espaldas, aquellos que han actuado bajo el miedo y la inminente pérdida ante el ejército de soldados que rodean el hangar.

𝐄𝐑𝐀𝐕𝐀𝐍𝐀 | 𝐑𝐄𝐘𝐋𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora