Epílogo

2K 158 52
                                        

Recuerdo aquel angustioso día como la palma de mi mano.

Mack agarraba sin piedad mi brazo, empujándome hasta la sala por la que habíamos entrado. Me sorprendía no llorar, porque en ese momento lo único de lo que tenía ganas era de llorar. En ninguna ocasión pensé que Niall fuera el hijo del asesino de mi madre y eso me había dejado descolocada. La noticia había destruido todo ápice de ánimo en mí, quería morirme, desaparecer y que Mack estuviera cargando su arma frente a mí me hacía feliz. Por fin alguien me hacia caso y hacia realidad mi deseo, pensé.

Todo estaba listo; el cañón apuntaba justamente entre mis cejas. Pero aquel día parecía de película y no podía acabar con algo tan predecible. Al instante la puerta fue derribada a nuestro lado y por ella entraron sin pausa hombres del cuerpo policial. Apuntaron a Mack y le pidieron por favor que bajara el arma, aunque él, opto por apoyar su arma sobre su sien... Y acabar con su vida. Todo se destensó en mí. Una mujer vestida con el uniforme del cuerpo de seguridad me sacó de allí. Yo no hablaba, no podía. Sin embargo mi gran duda se vio resuelta al ver aquel hombre al lado de las furgonetas policiales. El hombre que había visto aquella vez en el hospital; el padre de Niall.

Quise gritarle y golpearle. Había arruinado mi vida, aunque, cómo matarle ahora si me había salvado. Siempre había estado escondido, detrás de su hijo y ahora, cuando más lo necesitaba se había dispuesto a llamar a la policía.

¿Si lo nuestro fue un final feliz? Obviamente no. Pero como dicen, los finales felices eran historias sin terminar, y aunque Niall creyera desde entonces que mi historia había acabado, no fue así.

¿Qué pasó después? Le pedí por favor a la mujer que si el chico rubio de allí dentro le preguntaba por mí le dijera que estaba muerta. No quería saber nada de él, algo egoísta, pero aunque poco después me arrepentí de haberlo hecho, ahora sé que fue lo mejor.

Dereck llegó con mi padre a la comisaría más rápido de lo que me esperaba, lloré mucho entonces. No sé cuantas veces le repetí a mi padre que lo quería ni cuanto rato estuve abrazada a Dereck. Tras hablar con ellos tomé la decisión de que California no era nuestro lugar - sin embargo en mi interior sentía la agonía de sentir que dejaba un gran pedazo de mi corazón ese pueblo -, y que necesitaba regresar a Montana. Liam estuvo casi peleándome por llamadas de teléfono, diciéndome lo muy preocupado que estaba y lo mal que le parecía que me largara, pese a eso lo entendió y comenzó a llamarme todos los días. A él también lo eché de menos junto a Molly.

Los primeros días en Montana los pasé metida en mi habitación, llorando, recordando y olvidando, aunque más que olvidando me condené a tener su rostro grabado en mi mente para siempre. Al cabo de dos semanas, cuando creía que mi vida estaba totalmente echada a perder me enteré de que estaba embarazada. Embarazada. No sabría decir si me disgustó el saberlo, sólo sé que mi padre y Dereck me ayudaron mucho después. Esos nueve meses me recomendaron estudiar algo, lo que quisiera y así lo hice, terminé el curso de mecánica desde casa. Nunca podré olvidarme de como Liam se tomó la noticia, primero se río, luego lloró y terminó viniendo a Montana para visitarme durante un fin de semana.

James, así se llama el niño, igual al padre, tanto físicamente como su testarudez. Me lo había tomado como un castigo del destino, pero que lindo castigo. La primera palabra que aprendió a decir fue mami y joder, cuando lo escuché fui malditamente feliz. Chillé como una loca y mi padre grabó el momento para recordármelo por un largo tiempo. Dereck regalaba cochitos de juguete a James y así estuvo hasta que llenó dos jodidas cajas. Ellos contentos, sin embargo yo era la que ordenaba los juguestes de James y terminé prohibiendo los regalos.

¿Qué dónde me encontraba ahora? Bueno, digamos que volvemos al lugar donde comenzó todo. Liam conducía el mustang mientras James - quien ya tiene cerca de tres años y sabe decir más palabrotas que otra cosa - estaba sentado en su sillita en la parte trasera.

El padre de Liam me había ofrecido trabajo en su taller, el cual acepté. Además, era el momento perfecto, James podría empezar el colegio en California y ya teníamos casa. A mi padre no le molestó en absoluto pero si me hizo prometer que lo visitaría una vez al mes. No pude decirle que no. Y James... creo que tampoco. Llegamos al pueblo en menos tiempo del que me esperaba, Liam sacó a James de la sillita y lo puso de pie sobre el césped. Repitiendo la acción una segunda vez cogí las cajas del maletero y entré a casa dejándolas aún lado de la entrada. Un amargo Déjà vu.

Suspiré y volví a salir al porche. Liam estaba sentado en las escaleras observando a James dar botes sobre el césped y arrancando manojos de hierba. Aún no sabía muy bien caminar y en gran parte la culpa la tenía Dereck por tenerlo todo el tiempo en brazos como un muñeco.

— ¡James no te metas eso en al boca! — chillé al ver como llevaba sus pequeñas manos llenas de tierra a su rostro.

— Puta — dijo entre risas, cogiendo más tierra entre sus manos.

— ¡No me hagas ir ahí James! — exclamé escuchando las carcajadas de Liam —. Así no ayudas Payne.

— Puuuta — me miraron los ojos azules de James, haciendo sonreír como una tonta —. Mami puta.

— ¡James! — chillé incrédula.

— Será mejor que vayas allí a quitarle la tierra sino se hará un asco. Yo voy a sacar la comida para el pequeño — se levantó Liam aguantando la risa. Bufé y con pasos ligeros llegué a donde estaba James, me agaché a su altura y limpié sus manos con.

— Mami no es puta — dije pareciendo enfadada.

— ¿No? — dijo mirándome con un puchero dibujado en sus rojos labios. Su corto cabello castaño contrastaba con su pálida piel y sin duda había sacado la misma nariz que su padre. Me recordaba tanto a él.

— No — reí.

Cogí a James entre mis brazos y como si de casualidades se trataran, allí estaba él. Al otro lado de la calle, admirándonos como si hubiera visto un fantasma.

Encontrándomelo de nuevo, al igual que dos imanes chocan.

Reckless - nh au #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora