Capítulo 25 (II)

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El sonido de mi móvil hace que me remueva en la cama. Mierda, quiero dormir. Aún con los ojos entrecerrados alcanzo a coger el móvil, Niall me está llamando ahora. A las seis y media de la mañana maldita sea, ¿en serio?

Le cuelgo. Y vuelvo a desplomarme sobre la almohada. Anoche me pasé más de lo debido llorando y mis ojos estaban notablemente hinchados además de estar reclamando más horas de sueño.

No tarda en mucho en volver a sonar el dichoso móvil, gruño y descuelgo la llamada.

— ¿Qué? — gimo tallando mis ojos.

— Joder, deja de dormir. Hoy es Lunes — dice con una alegría que ni él se la cree.

— Me cago en todo Niall, me queda media hora para dormir y tú me llamas para... nada — hablo aún aplastando mis mejillas contra las sábanas. Agh que sueño. Escucho la risa de Niall, se que está en la calle, escucho como abre la puerta de un coche para luego entrar en él, ya que el ruido del viento desaparece.

— Te equivocas, quería ser el primero en hablar contigo — deseo omitir la sonrisa que hace explotar mis mejillas estos momentos.

— Mierda Niall, mierda — mi voz es pastosa, como que me acabo de levantar.

— Buenos días Gatita — se carcajea.

— No te va ese papel... — mis palabras quedan en el aire mientras escucho su respiración. Quiero oler su perfume.

— Cierto... venga puta levanta tu gran trasero de la cama y vístete.

— ¿Por qué tanta prisa Toby? — me obligo a levantarme mientras me estiro como una maldita perezosa.

— Quiero verte — jadeo e intentó disimularlo riéndome. Abro el armario y ante mí queda la misma ropa, la de siempre. La que me encanta y no pensaba cambiar —. Jeans ajustados de infarto y esa camiseta de nirvana, ¿me equivoco?

— Mmmm... no, voy... voy a prepararme. ¿Adiós? — muerdo mi labio inferior esperando respuesta.

Hasta luego Gatita — su voz se despide como particularmente lo hace, de forma ronca y lenta.

Suspiro. Respiro hondo e intento mentalizarme que es Lunes, y los Lunes nunca son buenos. Hoy tendré que ver como todos entregan su maldito permiso. Mientras, yo, observo, desperdiciando mi oportunidad para marcar la diferencia en mi vida. Me visto, me maquillo como siempre, únicamente con lápiz de ojos negro. Peino mi pelo y coloco un gorro de lana gris sobre mi cabeza - el cual seguramente me acabe quitando por el calor-, me siento en la orilla de la cama y decido cambiar mis botas por unas vans negras. Cuelgo mi desgastada mochilla sobre mi hombro y ya, Roxanna está lista para pisar la calle.

Camino a paso ligero, bajo las escaleras con energía, como siempre. Amaba bajarlas a toda prisa, como si tuviera algo mejor que hacer y estuviera estresada, aunque no sea así. Quiero aprovechar y desayunar algo, pero sé que Brad está en la cocina y la verdad, no deseo verlo. Ya comeré algo en la cafetería.

[...]

Entro al parking, una carcajada ahogo al ver a Katie, ella gira a ver mi coche y clava sus ojos en este junto con su coro de perras. Una bonita peineta y acelero. Aparco donde siempre. Observo por el espejo retrovisor interior como se queda mirando detrás del coche con una cara de suficiencia increíble y encima su grupito de guarritas idolatrándola.

— Será zorra — susurro sin quitarle un ojo de encima. Agarro mi mochila y salgo del coche. Doy un portazo sólo para que le quede claro que no vengo con ganas de soportarla, el grupito de niñas religiosas, como las llamo yo, - ya que siempre van vestidas tapadas hasta los tobillos - se sobresaltan y me miran escandalizadas —. ¿Se os perdió algo? — ladro, ellas niegan reiteradas veces con la cabeza y se largan correteando sobre sus sandalias. Volteo mi mirada y de reojo vigilo a Katie. Está muy subidita hoy, presume de bolso nuevo. Ella y sus amiguitas pasan por mi espalda, me alejo apoyándome en la carrocería del coche.

Reckless - nh au #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora