Capítulo 20 (III)

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— ¿Niall? — pregunto recogiendo mi mochila del suelo. El rubio se encuentra sobando su mano, la cual he mordido. Tampoco era para tanto.

— ¿No me ves?

-— Gilipollas — murmuro negando con la cabeza.

— Estúpida.

— Maricón.

— Puta.

— Payaso.

— Guarra.

— ¡Bueno ya, imbécil!

Él empieza a reírse, y paso por su lado dejándolo atrás. Quería llegar a mi coche y largarme, pero, ahora que lo pienso, mi padre estaría en casa y yo se suponía que tendría que estar en el instituto.

Una mano se entrelaza fuertemente con la mía. Mi espalda queda pegada a la carrocería del coche, mi rostro a centímetros del de Niall.

Mi boca se abrió para despotricarle, sin embargo su mano volvió a sellar mis labios.

— Cállate, no grites — susurra —. ¿Acaso no me vas agradecer haberte sacado de esa mierda?

Aleja su mano, con una arrogante sonrisa en su rostro.

— ¿Para qué me has hecho salir? — pregunto lo más borde que sé.

Su rostro se tensa, una especie de bufido sale de entre sus labios, con la mano que tiene libre remueve su pelo. Yo al mismo tiempo, me pregunto por qué mierdas no suelta mi mano ya.

— ¿Las llaves de tu coche?

— No me has contestado — replico.

— Te lo contestaré mientras damos un paseo.

Entrecierro mis ojos y el ríe ante mi mueca. Busco en el bolsillo de mis jeans y le doy la llave, enseguida rodea el coche para sentarse de piloto. Bufo y con cierta resignación entro de copiloto.

[...]

Quince minutos de trayecto para llegar a un paseo marítimo con algún que otro deportista corriendo de un lado para otro, dos o tres chavales con sus skates y varios surferos con sus tablas en la calmada orilla.

Niall aparca el coche. No hemos hablado en todo el camino, no sabía que decirle. Bueno, en realidad si sabía que decirle, pero es tanto que no sabía como soltárselo y en que orden.

— ¿Me devuelves mis llaves? — mascullo.

— No, que eres capaz de dejarme tirado — sale del coche.

Muerdo mi lengua. Me ponía de los nervios. Aproveché que él estaba fuera del coche para pegar un grito y después salir. Mis llaves. Mi espacio. Mi propiedad. Aunque... el coche es robado, pero, ahora es mío.

Salí del coche, el olor a sal envolvía el aire y era algo agradable. Niall caminaba delante de mí con las manos dentro de los bolsillos de su vaquero, yo caminaba detrás de él, con mis manos cruzadas.

Me tenía harta, él llevaba mi paciencia a un límite, hacía que quisiera gritarle a tal punto de quedarme sin voz. Odiaba su cara de narcisista, egolátra, y odiaba aún más que se saliera con la suya.

— ¿Te pesa el culo? — levanto mi mirada del suelo y me lo encontré, cinco metros delante de mí, con su ceja derecha enarcada.

— ¿Te pesa el ego?

— ¿No puedes dejar de llevarme la contraria?

— ¿Acaso tú no lo haces?

Empezó de nuevo a caminar.

Reckless - nh au #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora