34. Cartas Amargas.

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Lucas Harris.

— Tengo ganas de arrancar cabezas, dime que lo haremos — Dominik estaba ansioso, saltaba de un lado a otro como manera de liberar energía. Y más aún que estaba lejos de Laura. Nuestros instintos estaban en proteger a nuestras hembras y nuestro pueblo.

Pienso en Leia... Oh hermosa, perdóname. Me debe de odiar y con toda razón, pero debo mantenerla a salvo. Ella se hubiese alterado por nuestra manada, no quería que estuviera entrando en pánico en este día.

Estábamos atento a cualquier movimiento, íbamos a despedazar cualquier cosa que sea una amenaza.

Me encontraba furioso y preocupado. Le había mentido a Leia. Era la única manera que ella podía estar a salvo. Sabía que ellos estaban cerca de mi territorio, sabía que la coronación iba a darles la oportunidad de atacar, pero no estaba seguro que iba serían capaces, pero si pasaba todo estaba planeado, Laura, Dominik, Elena, Ian, Jeff, nuestros hermanos, todos sabíamos lo que había que hacer. Elena se ofreció ayudarnos, ella solo era una invitada más, pero ella no lo pensó dos veces.

Antes de cazarla por el ritual, los percibí cerca de los límites, de verdad ellos no eran capaces de razonar.

— Shh. Escucha — Dominik se coloca en cuclillas. El sonido de un latido errático a mi izquierda me dice que aquella rata está a punto de atacar — Como en los viejos tiempos — me sonrió y cuando se levantó agarró la flecha que iba en dirección a su rostro — Como en los viejos tiempos — repitió.

De un segundo a otro el ardor en mis venas y la sed de sangre estaba en todo mi sistema. Era hora de sacar a la bestia.

Hades

No podía ni pensar, atacaba a todo lo que se movía. Mi mente estaba en ella, en mi luna. Tenía que matar a todos, no asesinarlos era ir contra mis instintos.

Ellos eran los malos, ellos eran la amenaza. Tienen que morir, todos mueren. Ella estará bien.

Leia está viva.

Ella está sana y salva.

Ian la está cuidado.

Tengo que asesinar a todos para protegerla.

Sentía la carne es mis colmillos, la sangre saliendo de mi boca, sangre fresca en mis garras, tenía una neblina de ira que no me dejaba ver con claridad.

No sé en qué momento el ardor se había instalado entre mi pecho hasta el hombro.
Observe que mi pelaje estaba completamente rojo y húmedo, pero sobre por mi pecho había un enorme corte, podía ver mi sangre en crudo y manchando la nieve.

Mierda. Me han cortado con plata y algo más. Mierda, esto si duele. Gruñí.

Levanté mi cabeza cuando sentí mi pelaje erizado.

Antes de que una mujer me incrustara una lanza, Serta, el lobo de Dominik se lanzó hacia ella arrancando su cabeza.

— ¡Hades! — Serta ahora estaba en su forma humana, mirándome preocupado, no entendía que había pasado y porque no sentía nada, al igual que no podía escuchar nada, solo los latidos de mi corazón.

Aparecieron en mi mente los ojos decepcionados de Leia. Joder si, eso duele más que la herida.

Serta me hablaba desesperado, algunos lobos habían llegado hacia nosotros. Lo último que sentí fue como mi cuerpo caía al suelo.

Leia Baltimore

Lucas. Abrí los ojos con pesadez.

Mi cuello dolía. Estaba acostada en una superficie suave, escuchaba algunas voces lejanas, recorrí con mis manos el lugar, encontré solamente una almohada y estar sobre nuestra cama.

Mi Bella LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora