38. Laura y Dominik.

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Leia Baltimore.

— Leia, terminaron un poco tarde — Jackson abrazó más a Elena. Me gustaba que estuvieran tranquilos y relajados, así sea por hoy.
Pero lo que no me entra en la cabeza es que Zeena esté a unos metros de ellos comiendo y viendo la película.

Pensé que no le gustaba la compañía, ahora resulta que es amigo de todos.

— Ajá... — me acerqué con cautela, me sentía incómoda con la presencia de Zeena.

— ¿Te importaría picar un poco de frutas para mí, por favor? Fresa y manzana verde — me sonrió inocentemente. Asentí y me dirigí a la cocina a prepararle una ensalada de fruta. Solo porque está embarazada y ha hecho mucho por nosotros, porque en serio estoy que me desmayo del cansancio.

Después de picar se lo entregué con yogurt y me fui a la habitación a tomar una ducha. Mi cuerpo frente al espejo era algo que me gustaba ver. Ahora sentía mis músculos más definidos después de no entrenar por semanas.

Tome una ducha larga y deliciosa. Demoré más de una hora disfrutando del agua helada.

Al salir de la habitación ya vestida y limpia, me encontré con Laura llorando en el pecho de Dominik.

Dominik la cargaba en sus brazos mientras se dirigían a su habitación.

— ¿Algo está mal? ¿Qué pasó? ¿Laura? — quise acercarme, pero los ojos de Dominik cambiaron a un color naranja. Acababa de gruñirme.

— No te acerques, Leia. No te preocupes, yo estaré con ella — siguió caminando y se fueron a su habitación.

¿Qué carajos?

Laura Moreira

— No soy muy alta para hacerlo — Dominik me enseñaba cómo hacía para saltar esas enormes rocas desde el suelo. ¡Él podía porque era un Alpha!

— No es de ser alta,  bizcochito — y dale con ese apodo, estos últimos días me ha estado llamando así — se trata de piernas fuertes — miré las mías. Cortas y gruesas, pero no por lo músculos.

— ¿Crees que estas piernas están hechas para saltar? — me crucé de brazos y lo miré. Él me miró desde arriba, sonrió y desordenó su cabello. Él sabe las cosas que me gustan de él, su cabello largo y rubio como el trigo.

Saltó desde allá arriba hasta estar frente a mí, caminó unos pasos hacia mí quedando muy cerca, tenía que inclinar mi cabeza hacia atrás para verlo, era muy alto, mis ojos llegaban debajo de su pecho.

— No. Están hechas para rodearme — golpeé su hombro lo más fuerte que pude, pero el solo se rio y me atrajo hacia él. Siempre me perdía en sus ojos, su aura era suave y picante cuando estaba junto a mi. A su lado tenía la sensación de dormir en su pecho con sus brazos rodeándome. Él era la persona que más amaba en el mundo. Haría todo lo posible para asegurar un futuro juntos.

— Eres un Alpha muy tonto — puse mis manos en su pecho que estaba caliente, lo miré de nuevo y sus ojos habían cambiado a naranjas — Serta — sonreí muy alegre de tenerlo presente. Mi dulce lobo.

— Me has estado provocando con ese vestido toda la mañana — sus manos bajaron lentamente a mi trasero. Reí internamente, era cierto, a él le gustaban las faldas porque cada vez que giraba los ruedos se alzaban un poco.

— ¿De qué estás hablando, Alpha? — me hice la desentendida, él avanzó lentamente hasta pegarme contra un árbol, nunca deja de mirarme, en ningún momento.

— Sabes muy bien de lo que hablo, brujita — su nariz delineó todo mi cuello — Me tienes completamente hechizado.

Dioses de mi vida, mi libido estaba subiendo solo de sentir su respiración chocando.

Mi Bella LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora