37. Entrenamientos

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Leia Baltimore.

— ¡Dos! ¡Tres! — Ángela trata de golpearme de nuevo, pero yo los esquivo rápidamente.

— ¡Mierda...! — ella era muy buena en combate. No he podido ni tocarla.

— ¡Vamos! Tienes que ser más rápida, no he dado casi nada de mí y ya te estás cansando — ella seguía saltando de un lado a otro como si no hubiese entrenado más de dos horas sin parar.

— Déjame... descansar... solo dos minutos.

— ¡Vamos, Leia! Tú puedes, no has utilizado la ventaja de tu nueva naturaleza.

— ¿De... de qué hablas? ¡Llevamos dos horas! — siento mis músculos adormecidos.

— Por supuesto que no lo está haciendo, ¿no te das cuenta? — Ian se acerca a nosotras vestido con ropa de hacer ejercicio. Estos hombres tienen unas espaldas que hacen que tus ojos se queden allí sin darte cuenta.

— Lo sé... — Ángela me mira negando.

— ¿De qué hablan? — me acerqué a tomar agua.

— Sigue actuando como una humana — Ian le dice a Ángela.

— Soy humana ¿No?

— No. Eres una luna, querida — Ian me sonrió falsamente.

— ¿¡Y si hacemos que me golpeé como una Alpha!? — de repente Ángela gritó entusiasmada.

— ¿Por qué siento que estaré muy involucrado en esto? — Ian acaricio su cabeza y resopló.

— Porque si, tú no le temes a nasa. La cosa es ¿Cómo?

Ian colocó sus manos en sus caderas y me miró analizándome.

— Ella tiene sangre Alpha en su sistema, vamos a ver si se activa contra otro Alpha.

— No creo que sea buena idea, Ian — Ángela lo miró preocupada.

— Hazme caso. Ella es fuerte, solo la ayudaré... un poco. Leia debe sacar su fuerza de luna.

— Mi hermano te matará.

— Leia ¿Confías en mi? — no sé que responder y no sé que va a pasar.

— Lo hago — creo — ¿Qué me vas a hacer?

— Que VAMOS a hacer — me corrige — Vamos a pelear.

— Me harás puré en menos de tres segundos.

Ian levanta una ceja aburrido, da un sonoro aplauso y se gira de inmediato a Ángela con una sonrisa.

— No te lastimaré. Ángela asegúrate de que Lucas no entre.

— ¿Será buena idea?

— Por supuesto — Ian bufa — Me lo agradecerán todo el mundo.

Ángela se dirigió a la puerta del enorme gimnasio y nos hizo una seña de que toda va bien.

— Empecemos. Trata de golpearme — Ian mueve su cuello de un lado a otro, se posiciona en modo defensa.

— ¿Qué se supone que tiene que pasar?

— Golpéame.

— Pero solo quie-

— ¡Golpéame, niñita

Traté de moverme rápido y pegarle en el rostro. Pero él solo movió su cabeza como si fuera lo más fácil.

Mi Bella LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora