22. Celo.

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Leia Baltimore

Estoy con un dolor de cabeza que no te aguantas. No debí beber mucho ayer. Lucas nunca se alejó de mí en toda la noche, como lo dijo.

Escucho una voz lejana. Me levanto y veo que estoy con un calentador, medias y un buzo enorme. Me dirijo donde escucho la voz, veo a un Lucas discutiendo por teléfono en el balcón.

Toda la luz de la mañana se refleja en cu cuerpo y lo único que puedo pensar es en lo glorioso que se ve

— Dominik, tenías que haberme avisado. Sabes que he encontrado a mi luna. Necesito protegerla — da un largo suspiro agarrando su pelo frustrado — Tienes razón. Discúlpame —se sostiene en el barandal mientras escucha — ¡A la mierda Dom! No voy a viajar a Alemania por gusto. Ian es un amargado, sabes como es — solo escucho la respiración agitada de Lucas — Está bien. Cuídate — cuelga y se queda un rato en silencio dándome la espalda, pero de la nada se gira abruptamente — Mi luna. Ya despertaste — me alza en sus brazos y se come a besos mi mejilla.

— ¿Qué ha pasado? — detengo su mano cuando íbamos a la cama de vuelta.

— Nada — me tumba a la cama, queda arriba de mí y su boca en mi cuello donde salen varios suspiros, lo dejo estar tranquilo sobre mí por unos minutos.

— ¿En serio no pasa nada? — cuelo mis dedos entre sus cabellos.

— No ha pasado nada, mi luna — me dice el desentendido.

— Lucas, te veo preocupado, amor. Quiero saber que pasa. Te siento tenso — Lucas se sienta en la cama y me lleva a su regazo — Dímelo. Me has mencionado en esa conversación — me ve asombrado.

— ¿Qué tanto escuchaste?

—No mucho realmente — Lucas pega su frente a mi pecho y yo simplemente acaricio los cabellos de su nuca. Tengo una pequeñísima obsesión con tocar la mata de rizos de su cabeza.

Lucas me mira y veo el debate en sus ojos si debería decirme, luego de un suspiro se dispone hablar.

— Los malditos cazadores saben que estoy de aliado con Dominik — lo miro confundida — Es uno de mis mejores amigos — me da un casto beso — No le puedo dar la espalda.

— ¿Cuántos amigos tienes? — hasta ahora he escuchado de tres. Dominik, Frank y Zeena. Aunque no entiendo muy bien lo de ese último.

— Ni te imaginas cuantos. Mejor dicho... son buenos conocidos, no sé si llamarlos amigos a todos. Solo unos pocos son mis buenos amigos. Me dijo que hablara con mi primo Ian — ¿Tiene familia? Pues claro que tiene más familia y no ni enterada — es Alpha en Alemania, si unimos fuerzas puede que eliminemos a los cazadores, o al menos una clara advertencia que hagan lo que hagan, vamos a ganar esta guerra.

— ¿Y por qué no lo llamas?— me mira repentinamente.

— Es un amargado. No habla con nadie que no le interese, no habla por teléfono. Tienes que ir a él hablar cara a cara.

— ¿Y por qué no vas a Alemania? — le digo confundida.

— No quiero — comienza a olfatear mi cuello.

— Oye párale. Me haces cosquillas — se me eriza toda la piel cuando siento su lengua — No vayas por ahí Lucas — lo alejo — tienes una posible solución ¿Por qué no quieres ir?

— No quiero dejarte — acuna mi rostro con sus manos — No soportaría no verte, mi luna. Ya pasé esa vez una semana sin ti. No lo soportaría — susurra cerca de mis labios.

Me lo quiero comer a besos, pero tiene que cumplir su deber con proteger a la manada, yo quiero que lo cumpla y también quiero estar allí ayudando. Necesito estar con mi manada. Tengo una idea. Espero una respuesta positiva.

Mi Bella LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora