25. Manitas pintadas.

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Leia Baltimore

— Basta, Lucas — sus besos en el cuello me hacen cosquillas — Para. Hoy no, no estamos en nuestras casas para tomarnos el atrevimiento de levantarnos tarde y hacer... Cosas.

— Quiero hacer esas cosas contigo — me aprisiona más a su pecho — Hueles deliciosa — se siente tan bien su nariz delineando mi cuello — Siempre nos damos los buenos días así — sus manos acarician todo mi cuerpo. Ya casi me tiene.

— Lucas... Detente... No — quiero alejarme pero él se posiciona sobre mí.

Mierda, su polla está rozando mi muslo, se siente tan dura, suave, y caliente. Resiste Leia.

— Mi luna. Hueles de maravilla — frota su rostro con mi pecho — Hueles malditamente delicioso — Lucas suelta gemidos de satisfacción mientras se frota en mis senos — Son hermosas — antes de que se meta uno a la boca, me aparto — No me hagas otra vez esto.

— Lucas solo... no quiero pensar que anoche nos hayan escuchado, fueron como... ¿Cuatro rondas? Ya no estamos en celo ¿Qué nos pasa? No podemos... Volver hacerlo ahora. Todos están despiertos — me deslizo para salir de la cama.

— Eso a nadie le importa. Soy un lobo, todos aquí somos lobos, siempre estamos calientes, ellos entienden. Ven aquí y abrázame — su mano acaricia mi brazo de arriba abajo.

— Lucas van a ser la las cuatro de la tarde — me levanto y escucho su típico gruñido de frustración — Tal vez esta noche tenga una sorpresa — observo mi conjunto de encaje blanco dentro de la maleta. Agarro la ropa que usaré hoy y me meto al baño — Puedes venir a tomar una ducha conmigo — lo miro sobre mi hombro y le guiño un ojo, él se levanta como un resorte — Solo ducharnos — él asiente sin pensarlo dos veces.

Solo ducharnos Ja Ja Ja.

Tengo que simular una caminata normal, como si el macho a mi lado no me haya desbaratado contra los azulejos del baño.

Me gusta verlo con ese aire juguetón y coqueto en esta mañana, las dos veces que me desperté en la madrugada lo encontré despierto, concentrado en sus pensamientos, algo le preocupa y no me lo quiere decir.

Bajamos las escaleras agarrados de la mano, Ian se encuentra con unos jóvenes hablando en el bar de la sala. Él se gira hacia nosotros y nos sonríe.

¿Otro Harris que se viste de negro?

— Por lo que veo les encanta comer frente a pobres ¿eh? Aunque viendo a Leia, no lo pienso dos veces — me recorre con la mirada de pies a cabeza.

— Sacas los pensamientos más asesinos en mí.

— Compadécete de mí. Mi celo es en una semana, estoy buscando con quien pasar el celo.

Veo a Lucas a punto de atacar a su primo a sí que rápidamente me posicionó frente a él y los tres jóvenes en frente de Ian.

— Es mía, Ian. Que te quede claro. Es mi luna — gruñe cada palabra, sus ojos han cambiado amarillo.

Ian mira a los jóvenes y estos se retiran, él se acerca a nosotros, Lucas envuelve mi cintura con sus manos posesivamente y me atrae a su pecho.

— Pero mírate lo posesivo que estás, Lucas. Ni con Ángela te portabas así.

— Imbécil — escucho decir a Lucas — Esto es demasiado diferente.

— ¿Cómo pasaron la noche? Bueno, no es necesario saberlo, sé exactamente lo que pasó en toda la madrugada — joder, tierra trágame en estos momentos, que vergüenza. Ian me ve que estoy sonrojada y me guiña un ojo.

Mi Bella LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora