Capítulo 4

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Rey estaba en sus aposentos caminando de un lado al otro debido a su nerviosismo puesto que ese día sería la celebración de compromiso. Se había levantado desde muy temprano debido a una pesadilla y luego de eso ya no pudo volver a dormir. Sus damas la veían caminar y ya hasta se estaban mareando, después de pensarlo mucho, salieron de sus aposentos y fueron al jardín para pensar en algo porque no querían verla así. Cuando por fin tuvieron una idea, creyeron que lo mejor sería enviar sólo a Rose a quien Rey consideraba su mejor amiga y ellas lo sabían.

Rey estaba tan sumida en sus pensamientos que no escuchó cuando una de sus damas a quien consideraba su mejor amiga, entró.

- En la tarde recuerda que tenemos que arreglarte para la fiesta de compromiso. Por lo mientras deberías salir y divertirte como solías hacerlo. - dijo Rose.

- No sé si pueda divertirme, Rose. Estoy muy nerviosa y realmente no quiero conocerlo, ¿y si es un hombre malo? Nunca va a quererme ni yo a él.

- Rey, mi lady. Piense que en mientras no esté casada, aún es libre. Diviértase.

- Tienes razón, cuando me case esa diversión terminará. - contestó con firmeza - Por si tardo o mi abuelo me necesita, que lo dudo mucho, estaré en el lago nadando.

Rey salió corriendo, tomó a su caballo y fue directo al lago, dejó al caballo cerca de ahí y después llegó a la orilla del lago donde se despojó de su vestido y zapatos para entrar.

*

Pasó una semana y media desde que Ben se encontró con aquel comerciante llamado Jacobo, durante ese tiempo se dio cuenta que la vida de los demás no era tan fácil como la suya, que si quería algo lo tenía y que si hacía algo, casi nunca recibía un castigo; mientras los demás para conseguir lo que querían, tenían que trabajar muy duro.

- Y dime, ¿ a qué vas a Naboo, Ben? - preguntó Jacobo, viendo hacia el camino.

- Voy a una fiesta, por así decirlo - lo último lo dijo más como susurro.

- Oh, maravilloso. Las fiestas de Naboo son muy especiales. Te encantarán.

Ben miró a aquel comerciante quien tenía una sonrisa pues al parecer había recordado algo.

- ¿De dónde es usted, señor Jacobo?

- Puedes hablarme de tú, Ben. Soy de Naboo, pero hace unos años mi esposa e hijos fuimos a vivir a Alderaan, el lugar natal de mi esposa. Su padre enfermó y quiso verlo una vez más, ella era su única hija así que le heredó sus bienes y decidimos quedamos ahí.

- Lamento escuchar lo de su suegro. Espero que le... te guste Alderaan, es un lugar magnifico para vivir y la reina es la mejor monarca que haya conocido.

- Vaya que lo es, y en cuanto a la reina no podría estar más de acuerdo. El Emperador Palpatine no es conocido por ser muy buena persona o gobernar de una manera democrática, pero la reina Leia es increíble, piensa en su gente y es muy justa. Solo espero que su hijo sea igual o incluso mejor cuando él se convierta en rey.

Ben se movió algo incomodo con lo último dicho por Jacobo, tenían fe en él y no sabía si podría ser capaz de ser lo que pensaba su gente sobre él.

- ¿Tú crees que el príncipe hará las cosas bien? - preguntó algo nervioso.

- Por supuesto, tiene una gran influencia frente a él, su madre.

Ben no sabía cómo sentirse al respecto, así que decidió cambiar de tema y Jacobo pudo sentir su incomodidad.

- ¿Dónde vas a querer que te deje, muchacho?

En otra vida te encontraréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora