Wei WuXian suspiró derrotado mirando la pila de documentos que se amontonaron en una sola mañana que permaneció alejado de su oficina, sintiendo serios deseos de jalar de sus cabellos en franca desesperación y largarse a llorar como un niño pequeño. El nudo en la garganta le oprimía casi dolorosamente las cuerdas vocales en absurda y patética frustración.
Pero no cedería ante el agotamiento, pensó con decisión. Él no era tan débil. Ya había estado en incontables situaciones similares y saldría orgullosamente airoso también de ésta. Esa noche no sería la excepción.
Amaba mucho a su trabajo, pero francamente en días como aquellos mandaría todo al diablo felizmente y sin dudar se iría a dormir, hasta que al despertar no recordara siquiera su nombre. Necesitaba una buena y larga noche de sueño.
Resopló sonoramente y atacó de forma feroz su sándwich, mientras apilaba los papeles por orden de relevancia. Los prioritarios y urgentes irían a una pila bastante chica, ignoró sin culpa los que carecían de importancia y escogió directamente aquellos que podía terminar en su casa que iban apilándose en otro montón, pero ese era aún más pequeño para su gusto.
A veces desearía poder realizar la totalidad de los trabajos en su departamento, reconoció acongojado. Aunque sólo fuera para poder acabar y zambullirse directamente a la cama. Se llegó a preguntar por qué seguía pagando un alquiler tan absurdamente alto por un lugar al que apenas visitaba. Pensar en ello hacía que le dolieran los bolsillos. Había elegido el sitio específicamente por la vista y con alegría lo decoró a su gusto para que tenga ese ambiente hogareño que a veces extrañaba, para nada. Más bien, para nadie.
Incluso había asesinado de deshidratación a un inocente cactus en un intento por darle algo de vida al lugar. Se sintió terrible, porque ¿quién en su sano juicio mataría a una planta que apenas necesita atención... o agua? Improbable, pero real.
Ignorando aquel sentimiento de fracaso total, se pasó toda la tarde trabajando.
Cuando volvió en sí, inmediatamente sintió los ojos pesados y el cuerpo débil. Quizá al final sí estaba llegando a su límite. Sin dudas se había sobre-exigido. Aunque sabía que debía esforzarse para terminar con el trabajo asignado, antes de que llegara su nuevo jefe. Maldita la hora en la que decidieron poner al frente de la empresa a una nueva persona.
¡Y el mundo sabía lo que odiaba los cambios bruscos!
Nadie en el lugar conocía la personalidad del nuevo director, lo único que sabían a ciencia cierta era que es el segundo hijo del dueño y que no estaba muy feliz por hacerse cargo del lugar. Con eso en mente, pensó que era mejor estar prevenido.
A Wei WuXian no le importaba aquella persona en lo absoluto, mientras no afectara a su trabajo ni a sus posibilidades de conseguir el ascenso por el que tanto se había privado. Y nadie podía negar que se lo merecía.
Había sacrificado casi cuatro años es ese sitio, dejando de lado a su familia, a sus amigos y hasta su propia vida personal por un mejor futuro, y estaba a nada de conseguirlo. Sus esfuerzos por fin darían frutos y no iba a dejar que nada se interponga en su meta. Ni siquiera el resentido o desinteresado nuevo jefe, al que todavía no había visto, pero del que no tenía muy buenas referencias.
Sacudió sus pensamientos.
Perdió la noción del tiempo dentro de la sofocante habitación, una vez más, y cuando al fin dio los últimos arreglos al trabajo ya era de madrugada.
Decidió regresar a su casa, proyectando mentalmente que dormiría una o dos horas y volvería para presentarse de manera formal ante el nuevo director.
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Caos en la oficina
FanfictionLan WangJi nunca creyó que un par de colapsos accidentales pudieran poner su mundo de cabeza, pero el destino tiene formas raras de jugar bromas, y WangJi lo va a descubrir de la manera más inesperada.