Capítulo 41

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 Wei WuXian comprendió en ese momento que la sonrisa de Lan Zhan era lo que hacía sacudir el suelo a sus pies y, mientras se acercaba sin despegar sus ojos de él, supo que era lo único que necesitaba para ser completamente feliz.

 Su propios labios se curvaron en una lenta y extensa sonrisa que cubrió su rostro y lo hizo brillar. Maldijo internamente porque aquel tibio sentimiento lo volvía idiota, sin embargo sonrió más amplio porque, definitivamente, era el idiota más afortunado.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó Lan WangJi cuando llegó a su lado a la vez que le echaba un vistazo al set. Aunque Wei Ying sólo fue consciente de como las manos del chico buscaron las suyas y se entrelazaron dulcemente.

 Nadie lo notó ademas de él, y si lo hicieran, en realidad no le importaba demasiado. Luego del espectáculo que dio en la oficina, ya no le avergonzaría más nada en esta vida, y no podía estar más satisfecho con eso. Se sentía radiante. Como si un gran peso se hubiera quitado al fin de sus hombros. Se sentía tan libre y ligero que resultaba bastante terrorífico. Pasó de volverse un maldito paranoico, tenso y nervioso la mitad del tiempo, a ser la persona más descaradamente feliz de la compañía. Era un gran y absurdo cambio.

 Dejó a un lado sus reflexiones y observó fijo a Lan WangJi que extrañamente estaba con el ceño levemente fruncido. Sin embargo, eso no menguó sus ganas de molestarlo.

— Wen Qing quería enseñarme cuan increíblemente ignorante soy, aún cuando estoy tan al pendiente del trabajo —contestó dándole una dura mirada, que en vez de incomodarlo hizo que sus ojos destellaran de forma brillante—. ¿Cómo es que el Editor en jefe desconocía de este tipo de cosas? —preguntó señalando el set que volvía a funcionar luego del corto receso,  con un ZiXuan que volvía a ser el de siempre, completamente renovado, pero extrañamente radiante.

 Lan Zhan lo atrajo hacia sí con un brazo y lo sujetó íntimamente contra su costado.

— No debió decirte —dijo a media voz y Wei Ying detectó una sombra de vergüenza en sus palabras—. Esto iba a ser una sorpresa —musitó con un ligero fruncimiento en sus labios.

 Wei WuXian casi rió. Por la ligera mueca y por la frustrada sorpresa.

 A este punto estaba más que claro que sorprenderse mutuamente, no era lo de ambos. Ninguno había podido hacer que sus planes funcionaran como deberían en lo que iba de la relación, y dudaba que pudieran hacerlo en un futuro. Y lo que resultaba aún más sorprendente era que, aunque las situaciones siempre eran inesperadas, no dejaban de convertirse en momentos hermosos y encantadores.

— Me gusta —dijo bajo, con una sonrisa suave y pícara, mientras que se elevaba unos centímetros y le depositaba un corto y dulce beso en la mejilla del joven sin expresión—. Mi buen Lan Zhan escandalizará algunas personas, ¿quién lo diría?

 Las orejas de Lan WangJi se sonrojaron instantáneamente de una manera adorable, y Wei Ying no logró apartar la vista. Inmediatamente se abalanzó sobre su prometido, una vez más, y devoró con ansias sus bonitos y suaves labios. Era consciente de que debía aprender a controlar seriamente sus impulsos allí, pero a veces solo no podía contenerse.

 Mientras intentaba volver a mantener la compostura, algo que logró a medias debido a su rostro estúpidamente sonriente y terriblemente ruborizado, sus ojos se cruzaron con los de Xue Yang que de forma descarada le dio un atrevido guiño, y se sorprendió al verlo tan insolente a como lo tenía acostumbrado, ¿en qué momento había cambiado tanto su humor? No, en realidad... ¿en qué estaría pensando?

 WangJi vio el gesto del modelo y apretó aún más fuerte a Wei Ying entre sus brazos. Frunció el ceño sin proponérselo. Este desvergonzado chico que sonreía brillantemente al mundo como si nada pudiera dañarlo, era suyo. Cada parte de él lo era. Cada centímetro de su cuerpo llevaba marcas con su firma y cada suspiro que salía de sus hermosos labios contenía fragmentos de su nombre.

Caos en la oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora