Capítulo 11

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 Fue como si a Wei WuXian hubiera sido alcanzado por un rayo. Todo se detuvo un instante a su alrededor, incluso su corazón dejó de latir y ni hablar de poder respirar, no recordaba cómo hacerlo. Estaba conmocionado. Violentamente aturdido. Pero las personas seguían en su rutina sin notar su estado, y comprendió que debía salir de allí. Completamente shockeado se encerró de inmediato en su oficina. No había escapado de su vista el alegre y bonito joven que acompañaba a su jefe, colgado de su brazo de una forma demasiado familiar.

 La imagen le dolió.

 Le generó una violenta ansiedad.

 No terminaba de asimilar que le gustaba, y ahora tenía que luchar con unos inapropiados celos que corroían dolorosamente sus entrañas. Era estúpido.

 Todo su mundo quería derrumbarse frente a sus ojos una vez más. Lan Zhan no debería haber regresado. No tenía que haber vuelto a su vida para desordenar y sacudir sus sentimientos a su gusto. Verlo encendió algo en su interior que no estaba dispuesto a dejar arder. No iba a volver a sentirse en ruinas otra vez. No por él.

 WenQing se acercó tentativamente, dudaba si molestarlo o no. Los ojos duros de Wei Ying mostraban una firme determinación, pero su cuerpo temblaba incontrolablemente. Ella sabía que sufría una sangrienta lucha interna. Podía leerlo con claridad, era un libro abierto ante sus ojos.

 La chica sonrió amplio. Wei Ying estaba resurgiendo como un fénix de sus cenizas y no podía negar que le gustaba ver a su jefecito brillar nuevamente.

— Señor Wei... la reunión es en media hora, ¿tiene todos los papeles?

 Wei WuXian saltó del susto, no la había visto llegar en lo absoluto. Sólo se materializó tras él como un jodido fantasma. Quiso golpearse porque la conmoción lo había desenfocado tanto que, y sintiéndose aún más idiota, mientras había estado tan ensimismado en sus pensamientos, ni siquiera había notado que lo llamaba su secretaria.

 Ella juntó los papeles necesarios, junto con el contrato libre de arrugas y babas, y los puso en sus brazos.

— ¿Va a estar bien?— preguntó con suavidad y había sincera preocupación en sus ojos.

 Asintió algo confundido. Era un cliente como cualquier otro, no entendía a que venía exactamente su excesiva preocupación. En esos momentos sólo se encontraba un poquito más despistado de lo habitual.

 No fue hasta que llegó al lugar del encuentro que comprendió la sana preocupación de su secretaria.

 No era un cliente como cualquier otro. Realmente era el tipo de cliente al que todos, sin excepción, querían evitar. Maldita suerte la suya. Ya entendía la falta de seguridad en WenQing.

 ¿Por qué no lo había notado antes?

 Quizás porque el nombre de la agencia había cambiado. Un cambio que seguramente debieron hacer por la mala reputación del nombre anterior.

 La próxima vez se aseguraría de hacer investigaciones más profundas para las siguientes contrataciones.

 Eso le pasaba por hacer trabajo extra, que era generalmente ese que nadie quería o se atrevía hacer.

— Buenas noches... señor Jin— dijo tendiendo su mano y utilizando su más deslumbrante, profesional y falsa sonrisa.

 Jin GuangShan era conocido por querer ligar 24/7, y era famoso por ser un jodido dolor de cabeza cuando se le ponía alguien entre ceja y ceja. Tampoco discriminaba entre hombres y mujeres. Era de mente muy abierta cuando le gustaba una persona, y en este momento no era algo ventajoso. Vio el brillo en sus ojos cuando se presentó y francamente no auguraba nada bueno.

 Lo sabía, e inmediatamente lo comprobó.

 Por más que trataba de hablar de negocios, el tipo llevaba la conversación a temas triviales. Haciendo de la reunión una jodida cita.

 Wei Ying estaba irritado y exasperado. Totalmente indignado por tener que oírlo sólo porque necesitaban desesperadamente que firme el maldito contrato. Y no estaba de ánimos para eso, mucho menos en aquellos momentos donde todavía se sentía sensible e irritado por la reaparición de Lan WangJi.

— Dime Wei Ying, ¿siempre eres tan callado?

 Quería golpearlo. Fuerte. Pero su sonrisa nunca abandonó sus labios.

— Lo siento, ¿llego muy tarde?

 Lan WangJi saludó de forma breve y se sentó inesperadamente en la mesa que compartía Wei WuXian y el señor Jin. Se sorprendió. No estaba al tanto que el director también acudiría a la reunión, y no podía sino pensar que su presencia solo complicaría las cosas. Él mismo no podía pensar con claridad cuando estaba cerca y eso nunca era bueno.

— Déjeme presentarme... soy Lan WangJi, director principal de la revista —le dio una ojeada a los papeles en las manos de Wei Ying y prosiguió sin detenerse—. Como ya le habrá explicado mi empleado, arreglamos el contrato añadiéndole las cláusulas que exigió...

 Inmediatamente comenzó a hablar de trabajo.

— Sí, algo de eso dijo— murmuró aburrido el hombre, jugueteando con su trago. Realmente no estaba interesado.

— Pensé que su hijo estaría presente...

— No hace falta— dijo de forma despectiva y con un gesto desdeñoso.

— Entonces ya habrá firmado— añadió su jefe entonces, con algo de molestia en su voz.

— No aún —masculló lento—. Necesito... algo de incentivo

 Sus ojos fueron a parar en Wei WuXian una vez más, con clara y lasciva intención en la mirada.

— Creí que el incentivo monetario sería más que suficiente— la voz de WangJi sonó un poco más gélida y agria.

— Debería saber señor Lan, que el dinero no lo es todo.

 Wei Ying sabía a que se refería y no podía dejar de pensar que el tipo era bastante repugnante y despreciable.

 Lan Zhan se levantó lentamente.

— No sé a que se refiere. Más bien, no tengo intenciones de saber hacia donde se dirige. Estoy francamente aliviado de saber que no ha firmado, habría sido un desperdicio hacer negocios con usted. Perdón, pero debemos irnos.

 Tomó de un brazo a Wei WuXian que seguía aturdido y lo sacó de allí, dejando al cliente confundido y enojado.

 Arrastró al chico con fuerza hasta que estuvieron muy lejos del lugar.

 ¿Qué carajos había pasado? ¿Por qué estaba siendo llevado así, como si fuera un muñeco de papel?

 Se plantó en el sitio y se soltó del firme agarre de su jefe.

 Quería una explicación.

¿Quéfesoexactamente?— las palabras salieron atropelladas y mal, como si tuviera la lengua dormida.

 No había tomado tanto, ¿o sí?

 Se mareó.

 Se sentía seria y violentamente mareado. El frío viento nocturno no le hizo bien, para nada bien

 Sus piernas perdieron fuerzas y casi cae de rodillas, pero los fuertes brazos del chico lo atraparon en un instante. Recordó vagamente que tenía excelentes reflejos, según él. Quiso zafarse nuevamente, pero no tenía fuerzas. Se sentía cansado... horriblemente drenado, como si llevara un montaña sobre los hombros. Los ojos le pesaban también y sólo quería dejarse llevar y caer en la inconsciencia.

— Realmente te gusta colapsar en mis brazos, ¿verdad?— oyó una voz amable y grave, que sonó como si estuviera demasiado lejos pero tan cerca a la vez que lo estremeció.

 Estúpidamente esa voz lo hizo muy feliz.

Caos en la oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora