Capítulo 8

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 Wei WuXian entró en un estado pánico absoluto. Se puso verdaderamente histérico y ansioso.

 Gritó de forma desesperada hasta casi dañar su garganta, ignorando la voz amable que le repetía constantemente que ya alguien los había oído, y que la ayuda venía en camino.

 Sudaba frío y Lan WangJi comprendió que probablemente sufría algún tipo de fobia a los lugares cerrados, pero se asustó a muerte cuando al chico incluso empezó a tener serias dificultades para respirar. Aunque, actuó con calma, no se dejó llevar por la desesperación, y eso fue inmensamente útil. Se concentró en buscar alguna forma de tranquilizarlo. No sabía que se debía hacer en esos casos, pero en definitiva no podía simplemente sentarse a observar.

 Intentó calmarlo haciéndole saber que los habían oído y que estaban arreglando el aparato, aunque no resultó ser muy efectivo. Decidió entonces hacerle olvidar momentáneamente que estaba en ese tipo de situación.

 Se plantó frente a él y tomó ambas mejillas con sus manos frías e hizo que lo mirara directamente a los ojos. Sus orbes brillaban con un fulgor húmedo y atemorizado, haciendo que Lan Zhan sintiera dolorosas punzadas en su corazón.

— Todo va a estar bien... —susurró quedo con su profunda voz.

 El chico negaba repetidamente, aún con su rostro atrapado entre sus fuertes manos.

— Mírame... ¿soy el tipo de persona que mentiría?

 Los ojos de Wei WuXian se quedaron prendados unos largos instantes en la clara y honesta mirada de Lan WangJi y titubeó, su mente quedó en blanco sin saber que decir.

— Yo... n-no lo sé... no lo conozco.

 Los ojos de Lan Zhan brillaron profundo con involuntaria diversión. Si Wei WuXian tenía fuerzas para pelearlo en su estado, definitivamente sobreviviría un par de horas más.

— ¿Sufres de claustrofobia?

— No en realidad— murmuró casi sin voz, y cerró sus ojos instante intentando contener el molesto nudo que sentía en el estomago.

 No se sentía nada bien.

 WangJi repasó mentalmente buscando algo en sus memorias que lo ayudara en aquella situación.

— ¿Confías en mi... aunque sea sólo un poco? —preguntó luego de reflexionar un momento.

 Wei WuXian lo pensó seriamente y, para su sorpresa, dudó. ¿Podía confiar en Lan WangJi? Probablemente, pero no lo conocía, no sabía nada de la persona que tenía enfrente.

 De pronto notó su proximidad. Lan Zhan estaba cerca. Demasiado cerca. Tan cerca que podía ver las pequeñas vetas oscuras de sus ojos dorados y sus largas pestañas que dejaban suaves sombras en sus mejillas. Maldijo, porque incluso podía sentir el sutil pero penetrante aroma a sándalo característico de su perfume, que embotaba sus sentidos como si estuviera embriagándolo. De pronto el contacto de sus blancas y frías manos en sus mejillas se sentían paradójicamente como fuego sobre la piel.

 Su reacción instintiva fue retroceder.

— Suélteme. Es... está muy cerca— se apartó rápidamente y le dio un repentino manotazo a sus manos, que quedaron extendidas debido a que perdieron su punto de apoyo.

 Se sintió terrible en ese mismo momento.

 Wei Ying quiso golpearse. Otra vez estaba siendo innecesariamente grosero. Sabía que el chico estaba intentando aligerar la ansiedad y la fuerte presión en el pecho que le generaba estar encerrado, pero sus sentidos se volvían un caos cuando lo tocaba.

Caos en la oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora