Capítulo 38

1.6K 252 10
                                    


 A Wei WuXian la cabeza le dio vueltas y se tambaleó al salir del baño donde había botado todo, absolutamente todo, lo que llevaba en su estómago. El mareo se intensificó y se aferró con fuerza al lavabo. Incluso los blanqueados nudillos comenzaron a doler por la presión, pero no se soltó. Sentía que si lo hacía se daría de bruces la cara contra el suelo.

 Aspiró profundamente, y soltó el aire con lentitud.

 Sus ojos observaban, sin ver en realidad, su descompuesto y pálido rostro. Sentía una fuerte opresión en el pecho y el frío que paralizaba su corazón se expandía como una sombra tenebrosa con sorprendente rapidez entumeciendo su sangre, su carne, y su piel.

 La vista se le nubló, y descubrió la superficie de sus ojos grises rebosante de grandes y gruesas lágrimas que limpió furioso, mientras intentaba controlar los espasmos dolorosos de un llanto que no podía contener. Era un imbécil. Un completo imbécil. No sabía muy bien por qué lloraba.

 ¿Era porque estaba enfadado con Lan Zhan? Lo estaba y mucho. Sin embargo, intuía que había algo más, solo que las estúpidas lágrimas lo tomaron por sorpresa.

— ¿Wei Ying? —la preocupada voz de Lan WangJi lo devolvió a la realidad. Estaba en el baño del trabajo, su jefe lo había promovido y él estaba llorando patéticamente frente al espejo.

 Quiso reír por lo ridículo de la situación.

 Limpió sus húmedas mejillas y le dio una mirada que pretendió ser sólo apática, pero que, desafortunadamente para él, Lan WangJi supo que se trataba de algo mucho más serio de que lo que quería demostrar.

 Lan Zhan lo abrazó. Sin importarle que alguien pudiera entrar, y sin siquiera detenerse a pensar si era exactamente eso lo que en realidad lo tenía en aquel estado.

 Wei Ying asustado, dio un paso atrás y huyó de la posesiva prisión de sus brazos. El temor en sus ojos y la mirada de advertencia le dolieron a Lan Zhan más de lo que hubiera pensado. Y de manera estúpida lo dejó marcharse.

 Lo siguió con la mirada y observó como se perdía, escudándose en su despacho. Aunque también vio como una comprensiva WenQing le regalaba un intento de mirada tranquilizadora, antes de seguir al chico dentro.

 No entendía su reacción.

 Creyó que amaría la sorpresa, no que le desagradara al punto de odiarla. Y sus lágrimas. No comprendía la causa de las mismas, pero le dolió. Se odió por hacerlo llorar una vez más, pero estaba tan confundido. No entendía la situación.


— ¿Qué demonios fue eso? —preguntó violentamente su secretaria entrando de manera impetuosa tras él y cerrando la puerta con un fuerte portazo que hizo temblar, literalmente, las ventanas.

— ¿Eso qué? —murmuró asustado y limpiando repetidamente sus ojos, aún con rastros de las irritantes y estúpidas lágrimas.

 La dura mirada que le dirigió la mujer hizo que se estremezca involuntariamente. ¿Qué era lo que la enfadaba tanto?

— Dígame algo, ¿hace cuánto espera por el ascenso? —siseó ella con brusquedad.

 Wei Ying retrocedió, intimidado ante sus duras palabras. Pensó por un segundo. Lo deseaba hace tanto que ya ni recordaba, pero no lo dijo. Nadie lo sabía con más certeza que él mismo.

— Puedo entender que se haya sorprendido, o que haya entrado en pánico incluso. Sin embargo, ¿ha visto el rostro del jefe? ¿cómo demonios cree que lo tomó él?

 Las lágrimas volvieron a agolparse empañando sus ojos y se desbordaron nuevamente, sin poder evitarlo.

— ¿Acaso cree que el puesto es algún tipo de regalo por su compromiso? —escupió ásperamente— ¿de verdad piensa que no merece ese lugar?— masculló visiblemente decepcionada.

 Wei WuXian se quedó tan sorprendido que las lágrimas dejaron de fluir e incluso su corazón perecía haberse detenido.

— ¿Co-cómo lo sabe?... ¿cómo sabe que el jefe y yo...?

— ¿De verdad señor Wei?... —suspiró resignada y sus labios se elevaron en una lenta y tensa sonrisa—. Francamente, debería ser ciega para no notarlo, y aún más para no darme cuenta de las cosas tontas que pasan en este momento por su cabeza —le frunció el ceño una vez más—. Y pienso muy seriamente que esta vez, ha exagerado demasiado.

 El chico no comprendía, cómo es que ella podía ver a través de él con tanta naturalidad. ¿Acaso sus reacciones eran tan notorias? ¿era tan malditamente transparente?

— Pero, ¿has visto sus sonrisas?... —Wei Ying pensó que jamás podría sacarse de la cabeza la mirada que le dirigieron sus compañeros al oír las palabras de Lan Zhan. Casi como si supieran exactamente la estrecha relación que había entre ambos y sospecharan que la decisión tenía que ver más bien por ello y no tanto con sus habilidades como profesional.— Wen Qing... hubiera dado todo por el ascenso, sin embargo, no puedo dejar que crean que me lo gané por ser simplemente su prometido.

 La chica bufó furiosa una vez más.

— No puedo asimilar que se sienta tan condenadamente inseguro e intimidado por el qué dirán— sentenció decepcionada.

 Sus palabras le dolieron. Estaba siendo un maldito cobarde, y lo sabía.

— Ni siquiera sabe que realmente esto estaba preparado desde mucho antes de que el director viniera a trabajar a la empresa, ¿no es así? Honestamente, me ha decepcionado bastante jefe.

 La chica salió sin volver su cabeza hacia atrás. Dejándolo a solas con sus revueltos pensamientos.

 ¿Qué se supone que estaba haciendo? ¿acaso de verdad creía que el puesto no lo merecía?... ¡Diablos no! Claro que lo merecía. Había trabajado como un maldito bastardo para obtenerlo.

 Entonces, ¿por qué se sentía tan absurdamente patético ahora que lo había conseguido?

 Maldijo internamente. Solamente porque era un jodido estúpido.

 Sonrió para sí mismo y aquella sonrisa se vio condenadamente aterradora con sus ojos enrojecidos, marcas de lágrimas y esa expresión de intenso alivio por descubrir su estúpido error.

 Salió corriendo. Casi atropelló a su secretaria, ahora asistente, y en el proceso le sonrió de manera suave, sintiéndose terriblemente culpable. Sabía que no necesitaba decir nada más cuando ella levantó sus pulgares en modo de apoyo. Su enfado parecía haber desaparecido repentinamente.

 Esa endiablada mujer le había dicho, directamente y al rostro, todo lo que pensaba de él y de la situación, y lo hizo enfrentarse a cada uno de sus temores mientras le daba una merecida lección. A ella le debía tanto que no sabría como pagarle, pero pensaría en ello más tarde.

 Sintió que el corazón le oprimía la garganta cuando llegó a la puerta de la oficina de su jefe. Su respiración entrecortada y jadeante estaba muy lejos de normalizarse cuando entró de golpe a la habitación.

 Los ojos apagados de Lan Zhan se abrieron de par en par cuando reparó asombrado en él. ¿Cuál era el motivo por el que habría irrumpido de esa forma?, quiso preguntar pero Wei WuXian no le dio tiempo siquiera de abrir la boca.

 En un arrebato inesperado e inapropiado, le robó un apasionado beso que lo dejó sin aliento.

Caos en la oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora