Capítulo 10

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 Las puertas se abrieron con un chirriante sonido metálico y Lan WangJi comprendió que había hecho algo irreparable. Retrocedió de inmediato antes de ser descubiertos en aquella posición complicada. Atónito y alterado, en su intento por huir a todo prisa, colisionó con la multitud curiosa que comenzó a agruparse afuera. No se detuvo a ofrecer disculpas y tampoco oyó los quejidos e insultos que le soltaron tras el caótico vendaval en el que se transformó su escape.

 Corrió precipitadamente lejos, sin mirar atrás siquiera una sola vez.

 Una vez a salvo y a solas en su departamento se desplomó pesadamente hasta el suelo, agarrándose la cabeza como si pudiera hacer así que deje de dar vueltas.

 Lo había besado.

 Había juntado sus bocas delicada y suavemente y había degustado sus labios con una dulzura inusitada, incluso para sí mismo. Su boca aún ardía y su corazón no había dejado de retumbar fuertemente contra sus oídos ensordeciéndolo.

 Se le hizo imposible calcular el tiempo que pasó así, aturdido y perdido en sus pensamientos. Las sensaciones lo abrumaban y las imágenes permanecían frescas aún, así como el sabor de sus labios y la calidez del interior de su boca, todas aquellas cosas daban vueltas de forma vertiginosa en su cabeza. Estaba al borde de la locura y sencillamente no sabía cuanto más podría aguantar.

 Se mordió sus labios furiosamente y se levantó con una firme resolución. Buscó su móvil y marcó el familiar número con dedos temblorosos. Cerró los ojos mientras oía el molesto pitido, que hacía acentuar su malestar y casi maldecir a su tío por no atender con rapidez.

 Cuando finalmente oyó su voz, no pudo contenerse.

— ¿Tío?... volveré al extranjero— dijo de manera repentina y sin esperar respuesta.

 Se hizo un largo silencio donde el hombre intentó asimilar la información y entender lo que su sobrino decía.

— ¿Qué estás diciendo? —murmuró grave con un dejo de confusión y molestia en su severa voz—. Aún te queda mucho por hacer en la empresa— le recordó, regañándolo con firme severidad.

 Lan WangJi no pudo sino inhalar profundamente.

— Lo sé. Sólo adelantaré la fecha —añadió incómodo, pero con una seguridad inquebrantable—. Sabías que debería volver, sólo decidí que voy a hacerlo un poco antes de lo previsto.

 Una decisión francamente apresurada diría, pero no estaba en sus cinco sentidos.

— ¿Aún crees que puedes manejarlo desde la distancia?

— Estoy totalmente seguro

— Esta bien —se oyó un largo y adormilado bostezo— ¿cuándo te marchas?

 Lan WangJi pensó en ellos solo una fracción de segundo, y había una sola respuesta a esa pregunta... mientras antes mejor.

— Esta misma noche —afirmó sin titubeos—. Ahora mismo hablaré con mi secretaria mientras empaco algunas cosas.

— WangJi, ¿tan pronto?... ¿ha pasado algo?

 El chico apretó con fuerza su puño. Su corazón palpitaba con dolorosa presión, parecía a punto de estallar.

— No en realidad, sólo tengo que alejarme un poco de aquí— intentó tranquilizarlo, pero incluso su voz sonaba temblorosa.

— ¿No te quedarás al menos una semana más?

— Lo siento, yo... no puedo hacerlo.

El hombre suspiró profundamente, sabía que no podría hacer cambiar de opinión a su terco sobrino.

— Siempre has sabido hacer lo que crees que es más conveniente, aunque muchas veces no me agrade, por lo tanto no diré nada —su voz suavizada denotaba una pizca de orgullo que Lan WangJi pudo sentir aún al teléfono— ¿Cuándo regresarás?

 El chico dudó mientras sostenía el móvil fuertemente en sus manos, sus nudillos quedaron blancos por la presión.

— Yo... no lo sé.



 Un mes.

 Wei Ying contó cada día sin excepción.

 Hacía ya exactamente un mes desde que Lan Zhan se había ido. Desapareció de una forma totalmente sorpresiva y algo escandalosa.

 Nadie lo había previsto. Según decían tenía planeado trabajar desde la distancia un tiempo, luego de ver la situación con sus propios ojos. Al parecer lo haría para ganar experiencia mientras estaba en el extranjero. Pero no esperaban que se fuera a tan sólo una semana de llegar a la compañía. Y lo que era aún más extraño, su tío confiaba lo suficiente para apoyarlo ciegamente en esa absurda decisión.

 Hacía un mes que Wei WuXian no dejaba de pensar en el beso que compartieron.

 En su significado.

 En lo doloroso que fue encontrarse sin una explicación, sin una sola palabra.

 Lo dejó aturdido. Paralizado. Aún peor, se había convertido lentamente en una sombra. Había perdido su brillo característico. No, a decir verdad, Lan Zhan se lo había robado.

 Se hundió en el trabajo. Prácticamente era todo lo que hacía día tras día. Estaba tan absorto en el mismo que hasta empezaba a preocupar a las personas que lo rodeaban. WenQing permanecía siempre atenta a su alimentación y eso explicaba el por qué aún no había colapsado. Ella siempre mantenía un ojo vigilante sobre él, aunque era difícil notarlo. La eficacia de la chica contrarrestaba la nueva torpeza de Wei Ying.

 Había cambiado.

 Siempre supieron que vivía para el trabajo, pero jamás lo habían visto en este estado. Este chico ausente y aburrido, no era él. Era la sombra opaca y deslucida de lo que una vez fue. Actuaba de forma extraña y nadie sabía explicar el porqué de ese brusco cambio, o cuál fue su detonante. Sólo aprendieron a convivir diariamente con ello.

Wei WuXian miró algo sorprendido a la gran montaña de documentos en su escritorio pendiendo sobre su cabeza, sabía que solo era un poco de trabajo extra que había pedido para llevar a casa, pero no fue agradable despertar con el trabajo casi cayendo encima suyo. Eso quería decir que WenQing lo vio dormido sobre los importantes contratos y solo lo dejó estar.

 A veces no comprendía la mente de esa mujer... ¿Es lo que una secretaria debería hacer? ¿Qué pasaba si babeaba sobre alguno de ellos?

 Quitó las arrugas que se habían formado como pudo y siguió revisándolos con un gran bostezo. Eran importantes para la reunión a la que debía asistir esa misma noche, y no tenía mucho tiempo para estudiarlos. Pensó que debería despertar por completo antes de acudir a la cita, por eso mismo fue por cafeína.

 Allí se dio cuenta que el lugar estaba alborotado y el ambiente sumamente tenso. WenQing se percató de su confusión y se apresuró a llegar a su lado.

 Aunque si era un simple chisme, podía guardárselo, realmente no le interesaba.

Volvió— murmuró bajo y algo alterada— el director regresó.

 Wei WuXian tardó un segundo de más en reaccionar y no cayó hasta que lo vio llegar, imponente y dominante como siempre. Sus ojos fríos,imperturbables e indiferentes hicieron contacto con los suyos pero apenas se detuvieron en él. Destilaba una ligera aura oscura y gélida. Incluso el leve brillo de sus ojos se veía peligroso. Algo en ese chico no estaba bien, pero verlo dejó sus pulmones sin aire e hizo que se dispararan endiabladamente los latidos de su corazón.

 Lo comprendió al instante y quiso golpearse por ello.

 No debería gustarle ese tipo.

Caos en la oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora