Capítulo 6

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— Señor... ¿qué clase de relación tiene con el director? —indagó WenQing de improviso.

— ¿El jefe?— Wei WuXian desconcentrado y aturdido por la repentina pregunta, levantó lento la vista de los papeles que estaba firmando.

— Sí... es que nos preguntábamos si es que ya se conocían de antes. Ya que visita su casa y eso... —añadió de prisa su secretaria.

 WenQing parecía algo incómoda, como si le costara preguntar pero se viera obligada a hacerlo de todas formas. Seguramente no formara parte de sus intereses, sino de alguien más. Era más bien como si fuera obra del pequeño grupo de secretarias que ya habían caído por el nuevo jefe.

 Buena suerte, les deseó de corazón. Si alguna pudiera derretir aquel bloque de hielo que era Lan WangJi lo agradecería eternamente. Sin embargo, recordó un enorme bulto bajo las sabanas y todo su cuerpo se erizó.

 La imagen se presentó tan brusca y súbitamente que tembló. Lan Zhan no era en lo más mínimo el inmortal de hielo, frío e indiferente, que había creído. Sacudió sus pensamientos de un sólo y brutal golpe.

— Mmm...

 Pensó largamente.

 ¿Amistad?... No, eso no. Que los dioses no lo permitan.

 ¿Jefe y empleado?... Obviamente...

 ¿Colapso y huida?... Sí, eso era lo más acertado.

 Cuando colapsó su jefe lo atendió, aunque al final salió corriendo de prisa, casi groseramente. Y cuando fue el chico quien colapsó él lo ayudo, pero terminó huyendo una vez más, de la impresión, luego de ver aquello, que no debió ver y que todavía permanecía increíblemente impreso en sus memorias. Aunque más tarde entendió que la excitación de su jefe se debiera, tal vez, a algunos sueños húmedos y sus delirios por la fiebre.

 Sí. Seguramente de eso se trataba, o era de lo que quería convencerse una y otra vez.

 Sin embargo, aún no podía ver a los ojos a su jefe. No por que no quisiera, sino porque este lo evitaba. Al punto de resultar incómodo y muy desesperante. Estaba gradualmente llegando a un nivel de estrés y hartazgo severamente importante. Tres días siendo total y completamente ignorado, ¿no era demasiado? ¿Lan WangJi era acaso un niño?

 Lo vio en una situación bochornosa pero no es como si fuera el causante, ¿verdad?

 No quería entrar en ese terreno pantanoso, del que no estaba seguro de salir indemne. Lo más probable era que Lan WangJi consiguiera desatar sus frustraciones sexuales, con alguna acompañante habitual, luego de que él había escapado avergonzado. Después de todo era natural que estuviera así de reprimido si se pasó todo un fin de semana dentro de cuatro paredes, evaluando el futuro incierto de la compañía.

 Sin embargo, pensarlo con alguien más le hizo fruncir el ceño sin darse cuenta, y le hizo pensar en cuáles serían sus preferencias personales al buscar una pareja.

 Quizás pudiera estar interesado por alguna de las secretarias.

 Miró a la suya con algo de recelo.

— WenQing, ¿a usted le gusta el nuevo Director?

 La chica negó aburrida.

— Ni una pizca.

— ¿Y yo?— intentó una mirada seductora que murió de forma instantánea cuando ella volvió a negar enfáticamente.

— No se esfuerce. Digamos que nuestros intereses no concuerdan con los de la media.

— Oh... Entiendo— murmuró bajo.

 No sabía que su secretaria era tan directa y franca. Sintió una oleada de familiaridad y espontaneidad que lo dejó algo perplejo. Le hacía apreciar su sinceridad y sabía que podía confiar ciegamente en ella.

 Sacudió su cabeza al darse cuenta que había olvidado la primer pregunta que esta le había hecho.

— Pues hablando del jefe, se podría decir que no es una persona que me agrade lo suficiente para entablar una amistad, pero los términos son de cordialidad y amabilidad mutua.

 Intentó olvidar, sin conseguirlo, el caótico hecho que este se durmió entre sus brazos, que lo vio semidesnudo en una cama y, aún peor, gloriosamente duro.

 Por más confianza y seguridad que le inspirara WenQing, aquello era algo demasiado raro y mortalmente vergonzoso como para compartirlo con alguien. Aún más para repetirlo en voz alta.

— ¿Es cierto entonces que fue a su departamento?

 Wei WuXian asintió sonrojándose sin poderlo evitar. Por más que intentaba, no podía simplemente quitar de su mente la escena que ocurrió allí.

— Y pasó algo entre los dos que hizo que el jefe lo ignorara olímpicamente en el trabajo— confirmó la chica.

 Justo en el clavo.

— Sí... —suspiró derrotado—. Quiero conversar con él para acabar con el malentendido, pero también adiestró a su secretaria para no dejarme entrar a su oficina.

 Una sonrisa siniestra decoró en un instante la boca de la chica

— Creo que puedo ayudarlo con eso.

 Cinco minutos más tarde tenía el pase libre a la oficina del director, mientras ella coqueteaba abiertamente con la otra secretaria.

 Jadeó desconcertado. Esa mujer no se cansaba nunca de sorprenderlo.

 Entró en silencio y sin anunciarse. Su jefe no lo oyó, ni siquiera llegó a verlo, ya que se encontraba de espaldas a la puerta, mientras seguía hablando con pasiva tranquilidad por teléfono.

— ¿Cómo puedes decirme que es algo bueno? —dijo calmo a la bocina del teléfono, pero Wei Ying notó la ansiedad en su voz—. Eres médico, ¿es lo único que tienes para decirme?... —suspiró profundamente intentando calmar el dolor de cabeza que estaba comenzando a martillear con ferocidad— ¿Qué está mal estás preguntando? ¿de verdad lo dices? ¡¡Me puse duro con la mirada caliente de un hombre, Lan Huan!! ¿Cuántas veces tengo que repetirlo? y ¡¿qué está mal me preguntas?! ¿No es suficiente?... ¡No te rías hermano!

 Wei WuXian se retiró tan silenciosamente como había entrado, aturdido y pálido, tan inestable que sentía que las cosas daban vueltas a su alrededor.





 Nunca en su jodida vida debió haber escuchado esa conversación.

Caos en la oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora