Capítulo 39

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 Wei WuXian tenía los ojos fuertemente cerrados mientras se perdía en la tierna cadencia de los labios suaves de Lan Zhan presionados por su boca, ansiosa de sus besos. En aquella inconsciencia en la que se había sumido, creyó oír aplausos, pero estaba demasiado ocupado siendo empalagoso con el chico y no le preocupaba nada más. No tenía ningún interés de pensar en ello en ese momento.

 Su boca estaba demasiado atareada saboreando los exquisitos labios de Lan WangJi y su cerebro sólo podía asimilar lo tierno y dulce que eran los besos de su prometido y lo mucho que amaba la sensación de sus deliciosos labios moviéndose suavemente sobre los suyos. Sonrió sobre la comisura de su boca y se separó lo suficiente para ver la clara y profunda confusión en la mirada del chico.

 No podía culparlo. Sabía que se había comportado definitivamente como un completo idiota y quería abofetearse fuerte por ello.

 Picoteó ligeramente sus labios un poco más, sintiéndose muy culpable por ser tan imposiblemente idiota.

— ¿Wei Ying?, la... la p-puerta... —murmuró en un tembloroso susurro Lan Zhan—. Has dejado la puerta abierta...

 En efecto. La puerta estaba abierta de par en par y una inesperada multitud se había detenido fuera a observar su pequeño arrebato de cariño para con su jefe.

 Su cara enrojeció súbitamente cuando, al posar su vista en ellos, volvieron a estallar repentinamente en aplausos e incluso escuchó algunos vítores escandalosos por parte de muchos de sus compañeros, que parecían aprobar con gran entusiasmo y alegría su relación.

 Qué equivocado estaba.

 Y qué tercamente imbécil fue.

 ¿Dónde se encontraban las muestras de desagrado o los prejuicios que creyó inevitables?

 Ellos no eran las personas sin sentido que había temido. Eran sus viejos y confiables compañeros de trabajo. Esos que habían luchado a su lado, incluso cuando la revista había sufrido la crisis más grande que habían enfrentado en mucho tiempo. Eran valiosos amigos y estaba totalmente arrepentido de haber pensado así, sabiendo lo mucho que significaban para él.

 ¿Cómo no se dio cuenta de lo afortunado que era?

 Lan WangJi lo sostuvo entre sus brazos posesivamente y no sintió la necesidad de alejarse de ellos. Todo lo contrario. Se apegó más a su cuerpo y hundió su cabeza en su hombro, bastante contrariado consigo mismo. Todo lo que le importaba era él, pero había sido lo suficientemente tonto como para no notarlo antes.

 Agradeció internamente a MianMian cuando, resplandeciente, muy emocionada y extremadamente sonriente, les cerró la puerta para que tuvieran algo de intimidad.

— Lo siento — murmuró Wei WuXian en algún lugar de su garganta y Lan Zhan se estremeció—. Creo que... tenía miedo. Las personas no suelen ser comprensivas ante estas cosas— inhaló profundamente y soltó el aire suave, haciendo que WangJi lo aprisionara más fuerte entre sus brazos ante el cosquilleo suave de su dulce aliento—. Olvidé que nadie es normal en esta empresa.

 Rió con torpeza y su risa significó mucho para Lan Zhan, sintió que era la cosa más relajante y preciosa que oyó jamás. Su corazón había estado terriblemente tenso.

 Levantó suave su rostro con el indice y el pulgar, y besó largamente su boca.

 El lento movimiento de sus labios dejó de ser tierno y dulce cuando Wei Ying deslizó la lengua en el interior de su boca, y Lan Zhan privado de juicio, respondió con las mismas ansias y secreta devoción. Los hambrientos besos se volvieron demandantes en instantes. Se sentían húmedos y calientes, mientras ambas lenguas se frotaban dentro de la boca contraria. El sonido mojado era extremadamente erótico.

— Demonios... quiero que me folles sobre el escritorio... —balbuceó completamente perdido Wei WuXian.

 Su confesión le sacó a Lan Zhan un jadeo involuntario y el rubor coloreó sus oídos furiosamente, volviéndolos de un violento carmesí.

— Wei Ying — le advirtió retrocediendo un paso, pero negándose a deshacerse de su abrazo.

 No ahora, pero quizás sí en otro momento, pensó inevitablemente Wei WuXian.

 Lan WangJi no podía negar que quería tomarlo en ese mismo instante, y Wei Ying sabía también que quería verlo aferrarse con fuerza al escritorio de exquisito caoba mientras era agresiva y sensualmente profanado sobre los preciosos documentos, requeridos para el trabajo. Y, aunque Lan Zhan comprendía que Wei Ying lo estaba molestando a propósito, había una inevitable sensación de perversa y pecaminosa verdad en sus palabras. El chico realmente quería ser penetrado rudamente mientras observaba al ordenador moverse rítmicamente con cada profunda embestida.

 Sacudió su cabeza ante el temor de que pudiera leer sus pensamientos indecentes.

 Wei Ying sonrió extasiado, solo estaba buscando su perdón, no una sesión de sexo rápido en la oficina, mucho menos sabiendo que los ojos de sus compañeros estaban justamente sobre ellos en esos precisos momentos. No buscaba eso, se repitió varias veces en su cabeza, por más que sonara tan estúpidamente tentador.

 Lan Zhan avanzó hacia él nuevamente y lo abrazó una vez más. Sus cuerpos chocaron calientes y Wei Ying pudo sentir la dura, e increíblemente muy sólida, evidencia de su deseo pinchar su vientre y consiguió dominar un endiablado gemido que rompió desde el fondo de su garganta.

 Olvidó por un momento lo que era la decencia. Todo su cuerpo gritaba que quería ser follado sin compasión allí y en ese jodido instante.

 Su mente se nubló un segundo y le costó entender lo que Lan WangJi ronroneó sobre su oído:

— Ahora no —musitó lento, casi jadeante—. Sin embargo, deberías pensar en algo realmente grande para redimirte por lo de hoy...

 Retrocedió y Wei Ying sintió sus piernas fallar ligeramente.

 ¿Pensar en como redimirse?

 Demonios, eso sonaba a que ese fin de semana sería muy largo... y condenadamente placentero.

Caos en la oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora