Capítulo 31

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 Wei WuXian no supo como reaccionar, pero tampoco sabría como describir la sensación que inundó su cuerpo al llegar a su apartamento y descubrir a Lan Zhan sentado en su puerta de entrada con los ojos fuertemente cerrados y golpeando débilmente la parte posterior de su cabeza contra la dura madera.

 Su expresión de hondo dolor se coló salvajemente bajo su piel hasta sus huesos y el pesado vacío que había acompañado a Wei Ying esos largos y tediosos días lejos del chico desapareció instantáneamente. Casi como por arte de magia.

 ¿Cómo podía explicarle a su piel que no debería extrañarlo, si con sólo tener un vistazo de él todo su ser se convertía en temblorosa gelatina? ¿Cómo podría pretender que no le afectaba verlo?

 No se escapó de su vista las claras marcas rojas en el borde de sus dorados ojos, o la inesperada hinchazón de los mismos, así también como la obvia delgadez de ese cuerpo duro y bien formado que tan ansiosa y estúpidamente aún deseaba con fiereza.

 Dio un par de tambaleantes pasos hacia él, hasta que estuvo directamente delante. Incapaz de pronunciar palabra alguna se quedó de pie frente a Lan WangJi observándolo castigarse suave y constantemente. No le sorprendería encontrar un bulto en ese lugar de la cabeza donde golpeaba repetidamente, y no iba a negar que estaba muy tentado deslizar sus dedos por su cabello para confirmar que así era, pero cerró su mano en un puño para evitar ceder a ese tonto impulso.

 Consiguió dominar un reprimido jadeo cuando los ojos del chico se abrieron repentinamente y chocaron con los suyos.

 ¿Por qué su rostro se veía tan dolorosamente triste?... tan... condenadamente apagado...

 Su mirada se veía vacía y perdida, y a Wei Ying el corazón le dio un salto desagradable cuando vio las lágrimas inundando sus ojos. Su propia visión se empañó y apartó la vista inmediatamente.

 Lan Zhan se puso de pie con dificultad. Lo observó desde su altura y lo vio pequeño, delgado y devastado. Eso lo destrozó.

 Wei WuXian al mismo tiempo tuvo dificultades para permanecer inmóvil frente a él. Se contuvo y consiguió reprimir sus deseos de arrojarse a sus brazos y esconder su cabeza en el hueco de su cuello, mientras empapaba su hombro con sus insistentes y amargas lágrimas.

 No debía hacerlo, se recordó.

 Algo indeciso Lan Zhan se hizo a un lado y dejó espacio para que el chico abriera la puerta de su departamento. Wei Ying arrastró sus pies dentro y dejó la puerta abierta en una muda invitación. Encendió las luces y los recuerdos de lo que ambos vivieron allí lo golpearon hasta casi dejarlo sin aliento. Escuchó la puerta cerrarse tras si y levantó su mirada al cieloraso intentando evitar derramar las nefastas lágrimas que llenaban sus ojos.

 ¿Por qué estaba todo tan jodido?

 Lan Zhan abrazó la cintura del chico y lo apretó con fuerza contra su cuerpo. Siempre había amado lo pequeño que era y como podía cubrirlo. Como se había sentido conteniéndose para no romperlo y como, también, había perdido los estribos y lo había amado con dureza, como un maldito animal. Dejando marcas sin remordimientos, mientras el chico solo le sonreía de forma insolente, advirtiendo que no era la cosa frágil que WangJi entendía.

 Aspiró su dulce aroma y sintió algo caliente y mojado en sus propias mejillas. Lloraba. Lloraba silenciosamente en su hombro con el dolor quemándole la garganta y sintiendo como un puño imaginario se apretaba con fuerza su corazón, lastimándole el pecho con cada acongojado latido.

 En ese momento, todo su sufrimiento salió en una catarata de recriminación y frustrada ignorancia.

— ¿Por qué?... Wei Ying, ¡¿por qué?! —murmuró bajo, enojado. Completamente dolido y herido—. Te fuiste repentinamente. Me dejaste sólo y sin una maldita explicación —con cada palabra el llanto se hacía más ruidoso y desesperado— ¿Qué hice?... ¿qué fue lo que hice mal?— terminó en un agónico gemido y un sollozo lastimero bloqueó su garganta.

Caos en la oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora