Capítulo 25

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 Wei WuXian completamente shockeado lo apartó de un empujón y desvió su mirada al piso. No quería ver el dolor en los ojos de Lan Zhan por el rechazo, y tampoco la expresión que tendría en esos instantes el rostro del presidente.

— Creo que dejaremos el té para otro momento— dijo con brusquedad el hombre y Wei WuXian sintió una dolorosa punzada por el tono duro y frío de su voz.

 Lan WangJi no se movió ni siquiera cuando se cerró la puerta con un ruido sordo que reverberó ruidosamente en la oficina.

— No sabía que estaría aquí— murmuró consternado, pero no parecía alterado en lo absoluto. Si hubo algo que lo desconcertó o desestabilizó mentalmente, no pudo verse en su imperturbable expresión.

 Wei Ying incrédulo levantó su enojada mirada hacia Lan Zhan, y sus puños también.

— ¿Porqué fuiste tan imprudente? —golpeó su pecho repetidas veces, pero sus puños no tenían el poder despótico que sí tenía Lan WangJi y perecieron débilmente en sus firmes pectorales, por completo sin fuerzas— ¿desde cuándo eres tan impulsivo?

 Los débiles golpes rebotaban en sus duros músculos y Lan Zhan tomó las manos del chico entre las suyas para evitar que siga haciéndolo. No porque doliera, simplemente porque quería mantenerlo cerca y borrar su expresión malhumorada.

— Yo también te extrañé— musitó bajo y volvió a juntar sus cuerpos en un fuerte abrazo sin vacilar y sin dejar que el chico se resistiera.

 Sin embargo, Wei Ying se hundió en sus brazos y su amplio pecho, y aspiró profundamente, llenándose de su frío y dulce aroma, logrando calmar su inquieto corazón, casi al instante. Aún tenía ganas de patearlo con fuerza por ser haber provocado lo que, a sus ojos y sin dudas, sería una catástrofe.

— Ve a hablar con él— pidió pacientemente y Lan WangJi cerró sus ojos en un intento por evitar un hondo y frustrado suspiro.

 Sabía que realmente debería hablar con su tío, pero no quería abandonar sus brazos ni la cálida sensación de su cuerpo junto al suyo una vez más. Sin embargo, se separó a regañadientes y acarició con suavidad su rostro, prometiéndole sin palabras que todo estaría bien.

 Dio media vuelta y tomó el pomo de la puerta entre sus dedos dispuesto a marchar brevemente.

— Lan Zhan...

 Su nombre dicho por sus hermosos labios sonaba tan decididamente encantador que fue como si estuviera siendo sometido por su suave voz. Volvió su mirada hacia el chico y sintió como este jaló con rudeza de su camisa y plantó un exquisito beso que le robó el aliento.

 Cuando dejó su boca, Lan WangJi quedó un momento confundido, con sus labios entreabiertos, anhelantes. Deseosos de más.

— Realmente te extrañé— dijo Wei Ying sacándolo de su despacho con una sonrisa amplia y hermosa.

 Wei WuXian a solas se desplomó nuevamente sobre el sofá. Su rostro seguía sonrojado y los labios ligeramente hinchados, pero su mirada tenía cierto toque de amargura. No esperaba que fueran descubiertos tan pronto y mucho menos por el presidente.

 Se le oprimió el pecho al imaginar cuan enojado estaría y lo que podría llegar a pasar si descargaba su furia en Lan Zhan.

 ¿Lo mandaría nuevamente a América?

 Se dio cuenta que estaba totalmente tomado por el chico, ya que inexplicablemente no le importaba demasiado las consecuencias que podría llegar a tener sobre él o sobre su trabajo. ¿Tan importante se había vuelto Lan WangJi que hasta la idea de ser despedido no lo atormentaba tanto, como lo hubiera hecho apenas unos meses atrás?

 Sabía la respuesta. Pero no quería decirlo en voz alta. Si lo expresaba en esa frase que quería escapar de sus labios, sus temblorosas palabras se convertirían en verdad, y no sabría como lidiar con ello.

 Dejó el sofá y rodeó el escritorio tanteando con sus dedos el nombre, su nombre, que resaltaba en la placa frente a él, para sentarse en ese lugar que se había ganado hace tanto, y que no sabía si seguiría siendo suyo en un futuro próximo.

 Las lagrimas habían empezado a nublar lentamente su vista cuando comenzó a estudiar unos documentos y los hizo a un lado, cuando se le hizo imposible continuar leyendo. Ocultó el rostro entre sus brazos e intentó ahogar de esa forma los involuntarios sollozos que colmaban su corazón adolorido.

 Lan WangJi no encontró a su tío. Lo llamó con insistencia y sólo recibió a cambio un corto mensaje: «Debo pensar»

 ¿Pensar en qué? ¿En un castigo? ¿En la forma de separarlos? Frunció ligeramente el ceño sin saber que pensar.

 Supo que ya no lograría conseguir más nada de él en ese momento y volvió al despacho de Wei Ying.

 Llamó varias veces sin obtener respuesta. Sentía unas inmensas ansias de verlo y de abrazarlo hasta perder la razón, pero había aprendido la lección. Aunque se sorprendió cuando su dulce voz no le contestó.

 Entró entonces, en silencio y sonrió con una dulzura inconmensurable y una ternura aún más profunda en su mirada. Wei WuXian había caído dormido sobre su escritorio.

 Su tonto corazón dio un gran y pesado latido, encantado con la imagen.

 Una vocecilla interior le decía que fuese precavido, pero se estaba acercando a un punto en que, por él, mandaría lejos la prudencia. Estaba totalmente cautivado... y al aproximarse más al chico, comprendió que nunca en su vida había deseado nada con tanta fuerza como deseaba ahora a esta hermosa criatura.

 Deslizó sus dedos apartando algunos mechones de pelo que cubrían su rostro y vio rastros de llanto en sus bonitos ojos.

 La imagen se le grabó a fuego en la piel. Esa imagen le dolió profundamente.

 No quería hacerlo llorar. Nunca había querido eso.

 Besó su húmeda mejilla y se prometió no volver a hacerlo sentir así jamás.

Caos en la oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora