Capítulo 4

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 Wei WuXian se resignó a pasar aquel fin de semana largo, el primero en mucho tiempo, alejado del trabajo. Aunque, no lo hacía feliz. Estaba enfadado. Estaba sinceramente molesto y cansado, pero aún así no estaba dispuesto a renunciar. Si el jefe nuevo quería cambiar tan temerariamente lo que se le diera la gana, podía hacerlo y él no iba a oponer resistencia aunque quisiera.

 Sin embargo, estaba a merced de ese tipo y eso era lo que lo irritaba terriblemente.

 No soportaba su dominante manera de actuar y realmente no sabía si podría soportarlo por demasiado tiempo antes de mandarlo de paseo. Lo que era una pena porque no quería dejar como desperdiciados los años que trabajó en el lugar. Sería bastante injusto.

 Sin siquiera darse cuenta había llegado demasiado temprano hasta las puertas de la empresa. Sólo esperaba no toparse de inmediato con el príncipe de hielo. Pero, como su suerte es sinceramente horrible, fue al primero que se encontró cuando llegó.

 Aunque algo extraño le sucedía. No se lo veía nada bien. Deplorable era la palabra justa.

 Se acercó al chico al verlo traspasar con dificultad la puerta que daba al exterior, y se sorprendió al notar que se tambaleaba vacilante. Sin detenerse a pensar, lo tomó firmemente de la cintura antes de que perdiera estabilidad.

 Wei WuXian podía sentir el sudor frío en la piel caliente del joven. Ahí fue cuando se dio cuenta de que el chico probablemente había caído enfermo. Se preguntó que debía hacer. Se encontraba demasiado débil entre sus brazos y francamente no creía que llevarlo dentro fuera una buena idea.

 Decidió que llevarlo a la clínica sería lo más conveniente.

 Detuvo un taxi como pudo con el chico casi inconsciente y, no sin dificultad, lo metió dentro.

— A la clínica por favor— apremió al conductor.

 Lan WangJi negó de forma enfática y obstinada.

— Mi departamento— rogó con terquedad.

— No voy a hacerlo, ¿no notas el estado en el que estás?

 El chico le dio una diminuta sonrisa cansada que estremeció hasta la fibra más sensible de su corazón.

— Me encuentro en mejor forma que tú, cuando te vi por primera vez.

 Wei WuXian, recuperado, lo fulminó con la mirada y le dio la dirección del chico al taxista.

 Su jefe lo miró con extrañeza.

— Tenía pensado agradecerte por la ayuda, al menos debía recordar donde vivías.

 WangJi asintió e hizo una mueca.

— ¿Estás bien?— preguntó preocupado. Su mano se precipitó a su frente y notó que ardía.

— Tu mano...

— ¿Mi mano?

 Se dio cuenta e intentó alejarla pero no lo dejó.

— Es cálida... es agradable— murmuró cerrando los ojos.

 Maldijo entredientes, ¿su jefe ya estaba delirando?

 Wei WuXian estaba arrepintiéndose de no haberlo llevado directamente a la clínica. Aún más después de tener que cargarlo dormido al interior del edificio. Por más que intentó despertarlo fue inútil y terminó, casi arrastrándolo por el sitio.

 Incluso tuvo que descifrar la clave para entrar, aunque no creía que fuera tan estúpido para de verdad tener como clave 1111.

 ¿Y con esa sobrada inteligencia pretendía levantar la revista?

 Lo tiró sin cuidado sobre la misma cama en la que había descansado aquella vez y buscó medicina. También algo de hielo para hacerle compresas frías y bajar la fiebre, que por lo que parecía era bastante alta.

 Mientras se disponía a ayudarlo se detuvo a observarlo de cerca. Podía notar la leve atracción que sintió ese día, ahora que estaba dormido. Tenía un bonito rostro. Un desperdicio si lo unías a su actitud y carácter. Y por lo que podía llegar a ver, poseía un agradable y bien formado cuerpo también. Algo que descubrió mientras secaba metódicamente su sudor.

 Notó que estaba temblando.

 Wei Ying lo arropó aún más, pero el chico temblaba demasiado.

 Repentinamente no sabía que hacer. ¿Qué hacía su madre cuando la fiebre alta no quería ceder?

 Lo recordó y su cara se volvió de un violento carmesí. Quiso ignorar aquellos recuerdos, pero luego de verlo en el terrible estado en el que estaba, se compadeció.

 Se metió bajo el cobertor y lo abrazó estrechamente, frotando sus brazos para que entrara en calor. Lan WangJi se pegó a él de inmediato, abrazándolo fuerte, buscando más de esa calidez que lo hacía sentir mejor.

 Wei WuXian se avergonzó y escuchó la grave voz del chico vibrar sobre su pecho.

— Tienes una determinación encomiable que me hace querer doblegarla, pero al mismo tiempo me agrada —Wei Ying sonrió, ¿acaso era eso un cumplido?—. Es confuso, pero no quiero que me agrades.

 ¿No quería?

— ¿Por qué no?

 No respondió.

 Lan WangJi sonrió con tristeza aunque eso no pudo verlo debido a la posición en la que se encontraban. Wei WuXian también sonrió pero amargamente, tampoco buscaba agradarle al chico. Y, al detenerse a pensar un instante y seriamente en lo que estaba haciendo en esos momentos, se dijo con convicción que sólo estaba devolviendo un favor.

— Tu corazón late muy rápido— murmuró somnoliento Lan WangJi.

— Late con normalidad —replicó de inmediato.

Mientes... late casi tan rápido como el mio.

 Wei Ying estaba seguro que sus latidos se aceleraron con esa simple frase, pero Lan Zhan no llegó a oírlos violentarse de aquel extraño modo. Había caído profundamente dormido.

 Mientras él se repetía como un mantra...

 Sólo estoy saldando una deuda, no me agrada y mi corazón no latió por su culpa...

 Sólo estoy saldando una deuda, no me agrada y mi corazón no latió por su culpa...

 Sólo estoy saldando una deuda, no me agrada y mi corazón no latió por su culpa...





 Una, otra y otra vez sin descanso...

 Lo haría hasta que él mismo se lo crea.

Caos en la oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora