Capítulo 13

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— ...y el director consiguió un contrato exclusivo con un modelo extranjero.

 Wei WuXian había escuchado la historia de su secretaria a intervalos irregulares, pero había entendido que ya no era necesario el contrato con Jin GuangShan y su hijo, cosa que lo alivió bastante.

 Lo que ella no supo explicarle era el porqué su jefe había llegado aquel día, de improviso y a ese preciso lugar.

 ¿Lo había estado buscando o fue sólo una simple coincidencia?

 Estaba bastante desconcertado por su actitud y la forma en la que se desarrollaron las cosas, pero suspiró porque sentía que era mejor así.

 Aunque increíblemente él mismo estaba comportándose de forma rara, se sentía avergonzado y también extremadamente sensible. Luego de aquel momento de debilidad, había llorado como nunca lo hizo y como esperaba no volverlo a hacer. Hasta casi quedarse sin lágrimas y con un dolor sordo en el corazón, descubrió en ese momento que era demasiado devastador y agobiante hacerlo hasta quedar totalmente seco y destrozado por dentro.

 Se sentía estúpido y deprimido. No podía evitarlo.

 Aún peor, no había decidido que hacer con sus propios sentimientos encontrados. Le gustaba su jefe. Mucho. Era algo que a duras penas había tenido que aceptar, debido a todo el caos que estaba viviendo. Se sentía terriblemente celoso por el chiquillo que llegó con el chico, pero al mismo tiempo se sentía extrañamente cómodo con el joven. No era un mal chico y se le notaba, además era bastante cariñoso, directo y confiado, aunque eso lo desesperaba casi violentamente cuando este lo era tanto con su jefe.

 Aunque cuando eso pasaba inhalaba lento tratando de dominar sus volubles celos hasta que sentía que volvía a tener el control sobre si mismo una vez más.

 Y eso ocurría varias veces en el día.

 El niño lo visitaba en incontables ocasiones al día para hablar de nimiedades o solo pasar el rato en su oficina mientras este trabajaba. Lo había tomado como un pseudo-amigo a falta de otros contactos en estas tierras, extranjeras para él.

 Era aspirante a modelo y sería tomado en cuenta para algunas fotos de la revista, era un joven hermoso a decir verdad y tenía un cuerpo saludable a pesar de ser adicto al pollo frito y la pizza. Y aunque Wei WuXian no sabía demasiado de él, y no le había contado mucho tampoco, se llevaban bastante bien. Casi se sentía estúpido por pensarlo a veces como un rival en el amor.

 Para Wei Ying, el niño seguía siendo un misterio.

 No le había explicado absolutamente nada sobre el jefe y su relación, o dónde se conocieron o porqué demonios se quedaba en su departamento. Y aunque sentía una curiosidad que rayaba lo insano, se negaba rotundamente a preguntarle. No estaba dispuesto a cruzar esa línea imaginaria.

 Mientras que la relación con su jefe se sentía cada vez más distante. Hablaba más con la secretaria del mismo que con él, casi tanto como cuando estaba trabajando desde el extranjero y aquello le dejaba un rastro de sosobra en el corazón que lo volvía inestable. Sentía que Lan WangJi ponía metódicamente una enorme barrera entre ellos que cada día se hacía más amplia y tensa.

 A veces podía sentir el calor abrasador de sus ojos de ambarino cristal sobre él, cuando creía que nadie lo observaba, pero no estaba seguro. Esa mirada hacía que su respiración se sintiera pesada, lo derretía por dentro como un helado y aflojaba sus rodillas, aunque quizás sólo lo estuviera imaginando, ya que el chico normalmente lo evitaba o lo veía con indiferencia y helada frialdad, haciéndolo sentir menos que insignificante. Y pensar en ello hacía que siempre, pero siempre, doliera.

 Era como estar pereciendo inútilmente y de a poco. Necesitaba verlo diario pero al mismo tiempo quería alejarse lo suficiente para no tener que sentir esas apestosas cosquillas en la piel que lo enloquecían. Se sentía cada vez más patético, si es que se podía, e indefenso, incluso de sus propios pensamientos.

 Se sentía absurdamente débil ante su presencia. Tanto era así que sabía internamente que cedería ante cualquier acción y eso era muy peligroso. Nada bueno podía salir de aquello. Lo ponía en franca desventaja, aunque Lan WangJi en realidad pareciera no notarlo. No aún por lo menos.

 El trabajo seguía siendo su escudo protector y escape. Creía que si agotaba su mente en la pila de documentos a revisar o la inconmensurable cantidad de trabajo acumulado no le quedaría tiempo ni fuerzas para sus dilemas emocionales. Pero incluso el trabajo había mermado significativamente con su regreso, dejándolo a veces perdido en los recuerdos vagos del beso.

 Era inútil querer borrarlo. Lo había intentado incontables veces, sin ningún tipo de resultado positivo.

 Aún lo sentía tan vívido como aquel día.

 Fue real. Lo sabía con toda certeza.

 Había sentido sus dulces labios moverse sobre los suyos por largos minutos, saboreándolo con suavidad y fascinación, y él había aceptado la lenta caricia casi temeroso de romper el contacto.

 Pero el hechizo se había destruido con el estruendo de las puertas del ascensor abriéndose que asustó al chico, y escapó, dejándolo en ese rincón con el rostro ruborizado, los labios hinchados y la mente en blanco, totalmente desorientado y aturdido.

 Se había aferrado a la tímida esperanza de recibir una explicación, que no había desaparecido cuando Lan WangJi se fue repentinamente al exterior. Aún esperaba paciente una explicación y se sentía algo estúpido por eso. Últimamente se sentía extrañamente vacío y frío.

 Se acercó al vidriado ventanal de su oficina mientras el sol comenzaba a ocultarse.

 Si tan solo pudiera ignorar las complejas sensaciones que le generaba el mirarlo al rostro o incluso si pudiera respirar adecuadamente cuando estaba cerca... quizás todo fuera diferente.

 Pero solo estaba divagando. Le gustaba demasiado.



 Lan WangJi abrió la puerta de la oficina de Wei Ying de forma silenciosa. Había tocado de manera reiterada sin respuesta y creyó que estaría dormido otra vez en su escritorio, pero no fue así.

 Wei Ying estaba vuelto hacia la ventana, perdido en sus pensamientos.

 Lo observó largamente negándose a interrumpirlo.

 Estaba más retraído de lo usual, mirando ciegamente a ninguna parte y Lan WangJi no podía despegar la vista de esa imagen que lo conmovía y lo atraía al mismo tiempo. Sus entrañas se contrajeron y un dolor sordo se instaló en su pecho.

 Estaba asustado.

 Lo aterraba esa pequeña persona que amenazaba con poner patas arriba su mundo.

 Estaba aterrado e inseguro de si mismo y de sus propios sentimientos hacia el chico.

 Ya no podía negarlo.

 Estaba aterradoramente perdido por él.

Caos en la oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora