Era domingo, era terriblemente tarde y recién llegaba de una extensa e improvisada reunión de trabajo que no debió suceder pero que ocurrió de todas formas. Se tiró de espaldas sobre la cama. Estaba exhausto. Rendido.
Había sido una espectacular, aterradora y vertiginosa semana. Además de ser extremadamente agotadora. Ahora mismo se sentía física y mentalmente demolido. Sin embargo, y a pesar de todo, Wei WuXian flotaba de forma ridícula en una felicidad plena, absoluta y abrumadora. Aún se mantenía increíblemente fascinado por como se estaban desarrollando las cosas, en todos los aspectos de su jodida vida.
Sonrió estúpidamente al techo, recordando cada momento de esa gloriosa semana.
Lan Zhan se le había confesado con abierta sinceridad, diciendo demasiadas cosas francas y bellas que aceleraron sus latidos. Esa misma noche habían hecho el amor de forma lenta y suave, aunque también de forma dura y salvaje, casi se sonrojó al rememorar que lo habían hecho muchas veces. Incontables veces y de variadas formas.
Su sensible piel parecía no tener nunca suficiente de él, y creía que eso había destapado sus propias inhibiciones, haciéndolo bastante más atrevido de lo que creía que era. No recordaba haber experimentado algo semejante antes y era algo realmente aterrador.
Además, y aún más interesante, había descubierto en su jefe unos adorables pero feroces celos y una infinita posesividad que lo hacían delirar.
Maldijo entredientes porque le gustaba. Le gustaba mucho. Incluso pensar en él lo hacía sonreír como todo un idiota enamorado.
Rodó sobre la cama con una sonrisa radiante al filo de su boca y totalmente avergonzado de sus pensamientos, pero se detuvo al recordar que sin embargo, desde que Lan WangJi le profesó que era de su propiedad, prácticamente no tuvieron más oportunidades de un pequeño tiempo a solas.
Suspiró derrotado.
El exceso de trabajo los estaba volviendo locos y eso a él mismo lo desesperaba patéticamente. Apenas le dejaba unos instantes del día donde se robaban fugaces besos en la empresa, donde sus intensas miradas se cruzaban en las reuniones o cuando Lan Zhan haciendo un gran uso y abuso de su estatus, se pasaba por su oficina para hablar de trabajo mientras lo sujetaba fuerte y lo sostenía entre sus poderosos brazos para luego soltarlo con dolorosa lentitud, como una ola recelosa de abandonar la orilla.
Mantener una relación oculta era mucho más difícil de lo ambos hubieran creído, y más aún en los últimos días de aquel vertiginoso mes, justo cuando la revista finalmente debía salir a la luz, porque era el momento donde el trabajo se concentraba con más intensidad.
Aunque también era en extremo difícil de soportar para sus débiles cuerpos. Resistir la tentación era francamente complicado, y Wei Ying no podía evitar maldecir porque demonios que era jodidamente tentador su jefe enfundado en esos trajes de etiqueta que se amoldaban a su cuerpo con exquisita perfección. Incluso las ligeras marcas oscuras, de noches enteras sin dormir, bajo sus ojos sólo lo hacían ver más atractivo. Sabía que se esforzaba como nadie más para devolver la gloria de antaño a la revista, y pensaba que eso lo hacía ver infinitamente más genial.
Era tan perfecto que dolía, y Wei Ying se sentía tan afortunado de tenerlo a su lado que por momentos le asustaba.
Cerró sus ojos por un segundo. Realmente estaba agotado, pero aún así quería verlo.
Lo extrañaba.
Extrañaba sus besos y sus caricias suaves. Su diminuta sonrisa y sus ojos que brillaban intensamente llenos de cariño solo para él.
Aspiró hondo. En la mañana saldría finalmente la bendita revista y esperaba con eso tener algo de tiempo de calidad con el chico. Tal vez podría conseguir salir en alguna cita. Una verdadera cita con Lan WangJi con todo lo que ello conllevaba.
Su móvil sonó en algún lugar de su abrigo y se reprendió mentalmente por haberse perdido en pensamientos vagos sobre una cita perfecta con Lan Zhan, donde acabaría sin lugar a dudas en la cama siendo fuerte y duramente penetrado hasta perder la consciencia. El móvil no paraba de sonar insistentemente, devolviéndolo tristemente a la realidad y lo encontró luego de darle varias vueltas al abrigo hasta encontrar el maldito bolsillo. Su frustración por haber sido sacado de sus fantasías voló rápidamente y sintió sus labios curvarse en una sonrisa brillante al instante.
Era él.
Su mensaje era corto y directo, pero bonito, casi podía sentir que las palabras se las decía al oído mientras lo abrazaba con fuerza desde atrás, con su cabeza en la curvatura de su cuello y sintiendo su respiración entrecortada erizar su piel, mientras le dejaba suaves y dulces besos.
Imaginó toda la secuencia y su corazón palpitó violenta y deliciosamente contra sus costillas. Sacudió su cabeza. Era tonto, sí, pero su piel había cosquilleado de emoción al hacerlo.
Antes de siquiera poder responder, el timbre sonó alto y fuerte. La interrupción lo irritó. Quería tomarse su tiempo para contestarle, pero tuvo que levantarse deprisa, y con muchas ganas de querer golpear a quien sea que hubiera llegado por interrumpir incluso sus preciosos momentos en los cuales se enviaban mensajes.
Sin embargo, al abrir la puerta sus ojos se ampliaron con mudo asombro y aturdimiento.
Lan WangJi estaba en la puerta de su apartamento, ligeramente jadeante y endemoniadamente apuesto con ropa de calle. Wei Ying se perdió un instante en su camiseta blanca con un gran escote en V que hacía destacar sus maravillosas y pronunciadas clavículas, y sus apretados jeans claros.
— Wei Ying...
Su voz sonaba profunda y ronca e hizo que sus piernas se aflojaran inmediatamente como si se hubieran convertido en papilla.
— ¡Lan Zhan!
El chico entró sin pensarlo dos veces y chocó sus bocas con ansias, con furiosa intensidad. Sus deliciosos y provocadores besos le hicieron perder la cabeza al instante.
Se separaron un segundo y sonrió temblorosamente. Había extrañado el exquisito sabor de sus labios y la ligera presión de ellos contra su boca.
— ¿No vas a dejarme entrar?— masculló su jefe con la vista perdida en sus entreabiertos labios en esa sonrisa plena y hermosa.
— Estás dentro— balbuceó manteniendo una sonrisa todavía más amplia por su tonta pregunta antes de inclinarse y saborear su boca una vez más.
Algo cayó a sus pies haciendo mucho ruido y descubrió que Lan WangJi había llegado con una pesada maleta.
— ¿Qué es eso?— preguntó confundido.
El chico sólo exhaló un frío y frustrado suspiro.
— Mañana debo viajar —dijo con visible pesadumbre en la voz—. Necesito arreglar un importante asunto en el extranjero...—arrugó el entrecejo, profundamente contrariado—. Pero no quiero pensar en eso ahora— añadió robándole otro largo beso—. No sabes cuanto extrañaba tenerte así...
Succionó su labio con lasciva fiereza y Wei Ying, sin dudarlo demasiado, lo guió hasta su habitación.
Al parecer no estaba tan exhausto como creía.
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Caos en la oficina
FanfictionLan WangJi nunca creyó que un par de colapsos accidentales pudieran poner su mundo de cabeza, pero el destino tiene formas raras de jugar bromas, y WangJi lo va a descubrir de la manera más inesperada.