Wei WuXian comenzó a lamer con firme atención cada centímetro que iba exponiendo, mientras la camisa de Lan WangJi se abría con suavidad mostrando su tersa y blanca piel.
La inquieta lengua de Wei Ying se entretenía provocándolo de más, deteniéndose sólo unos instantes cuando lo oía ronronear grave, a la vez que descubría los puntos sensibles en su barbilla, cuello y pecho.
Le encantaba la sensación de tenerlo a su merced y que este le permitiera jugar a su antojo. Amaba ese indescriptible sentimiento que lo hacía temblar de anticipación cuando lo sentía ponerse rígido ante un toque casual. Con extrema pasividad comenzó a desvestirlo. Lento, uno a uno los botones de su camisa cedieron bajo sus hábiles dedos.
El recorrido de sus manos decididas se detuvieron en el último botón de la camisa, sabiendo que no habría marcha atrás en el momento en que el último vestigio de cordura cediera al final con aquel simple botón. Sabiendo que probablemente lo cambiaría todo si lo hacía, y eso lo hacía dudar. Pero sintió muy profundo que realmente, realmente quería hacerlo con su jefe. Tanto que dolía.
Lan WangJi tomó la decisión por él y arrancó de un tirón el último botón despojándolo de toda duda o arrepentimiento. Sujetando sus manos y llevándolas a que recorran su duro cuerpo. Al parecer su férrea contención estaba desgarrándose pieza por pieza, dejando ver a un hombre simplemente hambriento que apenas podía contener su ansiedad de devorarlo. Su impaciencia era bastante notable en el sutil temblor de su cuerpo.
Wei Ying con una sonrisa insolente ya no perdió más tiempo.
Fascinado deslizó sus ansiosas manos por los pectorales y el abdomen plano y firme de Lan Zhan, paradójicamente suaves al tacto. Gimió fuerte por el contacto de sus dedos sobre la tersa piel y por las manos de Lan WangJi que se metieron inesperadamente bajo su camisa abierta, desconcertándolo un segundo, ya que lo había tomado por sorpresa. Ni siquiera notó el momento en el que se había tomado el tiempo de desabrocharla.
Tan hábil y silencioso.
— La cama...
Wei Ying pidió con impaciencia y su voz ronca casi ni se oyó entre los gemidos que aún resonaban fuerte en la TV, pero Lan Zhan lo había oído perfectamente y asintió con una intensidad en la mirada que hizo que sus piernas se sintieran débiles. Sumado a eso, los bruscos y ásperos roces que viajaban hacia su parte baja lo estaban mareando.
Y quería más.
Lan WangJi dejó su tosco y tormentoso jugueteo y jaló su mano para arrastrarlo hacia la habitación. Lo recostó sobre la cama con increíble e inesperada suavidad y gateó sobre su cuerpo hasta cubrirlo por completo una vez más. Cada centímetro de su cuerpo contenía al chico debajo suyo y su mirada estaba tan llena de turbulentas emociones que Wei Ying se sintió abrumado.
Lan Zhan se inclinó ligeramente en busca de su boca en un beso torpe y vacilante, que se volvió rápidamente caliente y sucio bajo el dominio de Wei WuXian. Lan Wangji sin preguntar le quitó la camisa con un movimiento rápido y arrancó de un tirón el ajustado pantalón que se ceñía a sus largas piernas con una sujeción envidiable, mientras su boca seguía pegada a sus dulces labios, incapaz de mantenerse alejada de sus voraces y sensuales besos.
La seguridad con la que lo tocaba lo hacía estremecer y sus jodidos besos totalmente deliciosos no se detenían sólo en su boca, recorrían también sus marcadas clavículas y su cuello, mordisqueando ligeramente donde se encontraba su pulso, dejando marcas dolorosas, que contenían morados que durarían mucho tiempo en su piel.
Wei Ying encantado ladeó su rostro para una mejor exploración y lo sintió morderlo con hambre voraz, como si de verdad quisiera devorarlo hasta quedar saciado, mientras deslizaba a la vez su ardiente lengua en un largo, húmedo y obsceno lametazo. Su piel quemaba ahí donde su traviesa lengua pasaba e iba haciendo un pecaminoso camino hacia el sur.
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Caos en la oficina
FanfictionLan WangJi nunca creyó que un par de colapsos accidentales pudieran poner su mundo de cabeza, pero el destino tiene formas raras de jugar bromas, y WangJi lo va a descubrir de la manera más inesperada.