Capítulo 29

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 El sentimiento cálido en el interior de Lan Zhan no se desvaneció aún cuando entró a su despacho y encontró a Lan XiChen apoyado sobre su escritorio, obviamente esperándolo pacientemente al igual que la pequeña pila de documentos que debía haber revisado ese fin de semana y no lo hizo. En vez de ello, lo había pasado disfrutando de Wei Ying tanto como se lo permitió su cuerpo y fue feliz cada glorioso segundo.

 Siempre fue perfeccionista y responsable al punto de ser un hábito particularmente sofocante para los demás. Sin embargo, ahora mismo, no se sintió culpable en lo absoluto por el trabajo atrasado, ni por quitar a su hermano de un suave empujón, que horrorizado cayó al no poder prever el violento, pero débil, ataque.

 La sensación de felicidad se acrecentó en su corazón cuando lo oyó quejarse de manera demasiado fingida.

— No iba a decirlo, pero eres malo y enamorado... te ves patético— dijo Lan Huan dolido por el pequeño ataque y aunque no quisiera admitirlo, muy celoso por haber sido desplazado por alguien más, al punto de llegar a ser golpeado por su pequeño y adorable hermanito.

 Lan Zhan ladeó su rostro confuso y divertido ante sus palabras, pero como siempre permaneció sin expresión. Aunque XiChen vio el brillo juguetón en su mirada y se sintió desconcertado.

— No me siento patético— masculló Lan WangJi con una sonrisa diminuta y sincera, y XiChen sintió en su corazón una miriada de emociones contradictorias.

 Su drástico cambio era extraño. Estaba incongruentemente expresivo y cálido, y eso hizo que un escalofrío recorriera su espalda estremeciéndolo.

— ¿En realidad te gusta el chico?— preguntó aún incrédulo. Todavía le costaba creer lo que vio el día anterior.

 ¡Si Lan Zhan era un cubo de hielo!

 ¿En qué momento había cambiado tanto?... ¿en qué momento Wei WuXian había cambiado tanto a su pequeño hermano?

— ¿Gustar?... —se preguntó a si mismo y se respondió con firmeza— es mucho más que eso —se detuvo un instante, temeroso de sus propios sentimientos antes de continuar—. Jamás me sentí así antes.

 Lan Huan lo miró larga y profundamente. Sus claros y expresivos ojos estaban brillantes y llenos de algo que él no pudo reconocer. Era raro observarlo de ese modo, y algo espeluznante también, debía decirlo.

— Patético y aterrador —susurró con un gruñido bajo—. Lan Zhan... ¿no crees que estás aceptando esto demasiado rápido?

 Una sombra oscureció el juego de lucecitas en sus ojos, pero su expresión nunca cambió.

 «Sé que suena repentino, y mucho, claro que lo sé, y es cierto también que nos conocemos hace un par de meses apenas, sin embargo, continuamente tengo la necesidad de verlo, de sentirlo. De saber si es real o si estará para mi luego. Soy egoísta con él, soy consciente de ello y no sé si podría remediarlo algún día. No quiero restringirlo, pero al mismo tiempo temo que se aleje de mi lado si le suelto la mano...»

 Se perdió en sus pensamientos unos eternos segundos en los que Lan Huan solo observaba cada pequeño y sutil cambio en sus ojos ambarinos.

 Las mejillas de Lan Zhan se encendieron revelando algo que no había visto antes. Estaba mortalmente avergonzado y desvió la mirada sin decir nada. Lan XiChen no pudo burlarse. No lo habría hecho de todos modos. Conocía demasiado a este chico y a la vez ahora mismo era tan absurdamente diferente que se sintió aturdido.

 Sonrió por que su cambio tenía nombre, y un nombre que no había esperado. El nombre de una persona revoltosa y tan incompatible a simple vista que resultaba casi cómico. Al mismo tiempo su sonrisa fue amarga porque sentía que habría dolor en el camino que Lan WangJi había elegido. Sentía envidia también. Una apestosa y dolorosa envidia mezclada con unos profundos y más apestosos celos que le desgarraban el alma.

Caos en la oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora