Capítulo 36

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 Los ojos de Lan Zhan repentinamente resplandecieron de manera peligrosa, y Wei WuXian supo que había capturado toda su atención. Sintió, con aquella oscura mirada, una descarga eléctrica recorrer su piel y el calor concentrarse en su vientre en oleadas pulsantes y duras.

 Se estremeció.

 Su miembro dolorosamente rígido se agitó y casi sonrió al verlo tragar grueso. Ambos estaban en la misma jodida situación.

 Wei Ying volvió a tomar una generosa cucharada de helado y lo saboreó lentamente ante la atenta mirada de Lan WangJi. Con la cuchara aún en su boca y con los ojos cargados de fingida inocencia soltó nuevamente un ahogado gemido de absoluto y tembloroso placer.

 Lan Zhan dejó caer de la impresión su propia, y llena, cuchara debido a la tentadora provocación, y el helado salpicó por toda la mesa e incluso manchó su ropa y cara por la amplitud del estruendo.

 Esa fue como una señal, y Wei Ying actuó en consecuencia.

 WangJi perplejo observó al chico dejar a un lado el postre y acercarse suavemente a su lado. Nunca olvidaría en su jodida vida la atrevida mirada que le dio, antes de inclinarse y lamer perezosamente el helado que golpeó su barbilla. Tembló. La lengua traviesa no se detuvo ahí, lamió también el filo de sus labios con exquisita y descarada sensualidad. Luego retrocedió unos centímetros, pero Lan Zhan sobrepasado tiró de él para propinarle un beso voraz, tragándose la pequeña satisfacción que había obtenido por su osadía, con un hambre animal. El sabor dulce y frío del helado, junto con el de su deliciosa boca lo desarmó. Se convirtió en adicto en segundos, y todo se descontroló para ambos.

 Los eróticos y necesitados besos chocaban húmedos y calientes, y las manos se deslizaban impacientes el cuerpo contrario quitando prendas, buscando casi desesperadamente la piel ajena. Lan Zhan sin soltar su boca se levantó de la silla y sujetó su cintura con ferocidad, casi como si quisiera fundirse en su ardiente cuerpo, y Wei Ying se derritió contra él.

 Con prisa y sin titubeos llegaron a la habitación, incluso Wei WuXian en el desordenado proceso se golpeó la cabeza con la puerta antes de abrirla. Lan Zhan frunció el ceño con preocupación mientras el chico frotaba su adolorida nuca, pero esa expresión desapareció cuando Wei Ying lo atrajo hacia sí de la cinturilla de su pantalón, e hizo que sus entrepiernas chocaran.

 Perdió el sentido nuevamente en su boca y jadeó entrecortadamente en sus entreabiertos labios, mientras retomaba la idea inicial de llegar hasta la cama.

 Lo recostó con suavidad sobre los cobertores, y terminó desvistiéndolo con parsimonia. Sin prisas. Deleitándose con la sensual vista que le estaba regalando. Sus ojos entrecerrados y su respiración pesada y superficial hicieron que su polla se remueva incómoda dentro de su bóxer.

 Era tan perfecto que dolía, y su pecho se inflamó con exquisita aprobación.

— ¿Me deseas? —preguntó Wei WuXian ronco y excitado al límite.

 Lan WangJi elevó su cabeza unos centímetros y buceó en sus ojos dilatados, brillantes y empañados.

— Como jamás desee nada —respondió Lan Zhan, atrayéndolo hacia él y demostrándolo con algo más que palabras vacías.

 Wei Ying encantado succionó sus labios delicadamente y enredó ambas manos en su cabello. Tiró duro de él cuando sintió a Lan Zhan arañar sus costados. Su sensible piel quemaba donde sus manos rozaban y su boca ansiosa se movía de manera agresiva, demandante y hambrienta.

 Estaba ardiendo.

 Intensamente.

 WangJi le abrió las piernas, acomodándose entre ellas, y Wei Ying se estremeció de anticipación ante su ligera caricia. Mordió su propio labio cuando los besos abiertos del chico descendieron lentamente.

 Lan Zhan atendió primero los lindos pezones de Wei Ying, que se erguían duros rogando por ser devorados. Los lamió, humedeciéndolos ligeramente y sopló sobre la punta, arrancándole un gruñido extasiado. Tironeó de ellos con sus dientes. Primero uno, luego el otro y volviendo nuevamente al primero. Chupándolos uno a la vez, torturándolo despiadadamente, hasta que él mismo no pudo contenerse más. Se estaba descontrolando. Cada gemido se colaba en su piel y cada suspiro generaba una puntada en su bajo vientre que lo dejaba sin aliento, y aunque disfrutaba como nada en este mundo hacerlo rogar, su cuerpo le pedía a gritos enterrarse profundamente en él.

— Wei Ying...— murmuró en un agitado susurro y el chico supo lo que deseaba mucho antes de que pudiera decir una palabra más.

 Se giró bajo su cuerpo y abrió nuevamente las piernas levantando su trasero unos centímetros. Gimió cuando, con el movimiento, el duro y gran bulto del miembro del chico le golpeó una de las nalgas.

 Lan Zhan perdió el último rastro de cordura que aún llevaba y embebió de lubricante algunos dedos antes de deslizarlos rápidamente en su apretada abertura. Sus paredes lo recibieron succionándolo más adentro, apretándolo dulcemente mientras los quitaba y volvía a introducir más aprisa, ensanchando de manera rápida el lugar donde su palpitante pene quería enfundarse desesperadamente.

 Los gemidos de Wei Ying ahogados por la almohada lo tenían al borde del precipicio y el movimiento de caderas que realizaba para llegar al encuentro de sus dedos lo estaban matando.

— M-más... Lan Zhan, más...— pidió entrecortadamente y su voz vibró grave y sensual.

 En una rápida acción, Lan WangJi bajó sus prendas inferiores y tomándolo de la cintura, lo penetró rudo y profundo.

 Wei Ying apretó las sabanas con fuerza al sentir como lo llenaba tan completamente y casi rugió como un maldito animal en el momento en el que Lan Zhan sin detenerse un solo un instante comenzó a embestir en un potente y brusco vaivén. Sus profundas y rudas penetraciones lo mecían hacia adelante y atrás con violencia, y la cadena de plata con el anillo golpeaban repetidamente su pecho desnudo, añadiéndole al encuentro de sus pieles sudadas, un sentimiento de dulce entrega.

 Era casi como si fuera un permanente recuerdo de que había aceptado ser de su propiedad, y que Lan Zhan era tan suyo como lo era él.

 Su juicio se nubló y perdió el hilo de sus pensamientos cuando con una estocada rápida encontró el punto que lo volvía inestable. Gimoteó erráticamente mientras sus débiles piernas apenas lo sostenían y era dura y salvajemente penetrado.

 Lo escuchó gruñir roncamente contra su oído cuando se retorció de placer en sus brazos, pero Wei Ying ansiaba molestarlo.

— Quiero ver tu rostro mientras te corres dentro— ronroneó grueso y Lan Zhan, obediente salió de su interior para voltearlo y mostrarle su hermoso rostro, totalmente inexpresivo, pero con el placer pintado en cada uno de sus diminutos y sutiles gestos.

 Lan Zhan volvió a deslizarse dentro con lentitud, un torturante centímetro a la vez mientras lo llenaba una vez más. Comenzó o moverse nuevamente y encontró un ritmo lento y profundo que lo hizo gemir incontrolablemente. Sin embargo, necesitaba más. Ambos querían más. Estaban tan jodidamente cerca...

 Aceleró sus arremetidas golpeando insistentemente el punto dulce del chico, que pedía por más en apremiantes gritos.

 Más rápido.

 Más profundo.

 Más duro.

 Lan Zhan llevó una mano a la polla de Wei Ying que rogaba silenciosamente por ser atendida y bombeó al ritmo de sus furiosas embestidas. Lo sintió arquearse y tensarse bajo su cuerpo, llegando rápidamente al éxtasis. Lo miró profundamente a los ojos mientras su placer se intensificaba y estallaba apretando deliciosamente su propia polla, llevándolo consigo. Sus músculos se tensaron cuando espasmos de liberación intensas pulsaron dentro de él, descargándose violentamente en su interior.

 Lo abrazó posesivamente para mantenerlo inmóvil mientras se hundía profundamente y se dejaba ir. Permaneció minutos enteros aferrado a su cuerpo, temblando ligeramente mientras volvía en sí lento, intentando calmar a su corazón que era un desastre desesperado y salvaje en su pecho.

 Wei Ying lo besó larga y dulcemente. Lan Zhan salió y oyó su pequeño quejido de protesta y sonrió.

 Abrazados como estaban y exhaustos se miraron una eternidad a los ojos. No hacía falta decir más nada y Lan Zhan pensó que si habían celebrado así su reconciliación, recuperación y compromiso, no podía esperar a darle la próxima buena noticia.

Caos en la oficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora