El sєcrєtσ dє Nuєstrαs Épσcαs [Iηυγαshα γ Καgσmε]

[Cαρíтυℓσ 39]

Capítulo 39: Un ataque planeado.
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El viaje en auto duró aproximadamente una hora y media, una vez que llegaron a la parte rural de la cuidad, el hanyou estacionó el medio de transporte frente a una gran vivienda de madera, misma que posee un amplio jardín con diversos tipos de flores y también es un lugar de apariencia costosa y lujosa a simple vista.

—Veo que toda tu familia es de gran posición social, Inuyasha— comenta la miko, observando detenidamente la enorme casa y él simplemente encogió los hombros.

—Supongo...— dijo con desinterés.

—No vienes aquí muy seguido ¿Verdad?— preguntó el kitsune, montado en el hombro de la chica azabache.

—¡Ket! Solía venir aquí de niño, aunque ahora casi no he tenido tiempo— explicó, dentro de todo era grato volver aquí, le traía muchos recuerdos de su infancia y es que las personas que viven aquí son de los pocos familiares que tiene y que conoce.

—¡Inuyasha!— nombraron en unanismo dos voces desgastadas, pero alegres, y una anciana pareja salió de la vivienda para ir a recibir a los recién llegados.

En realidad ellos son sus tíos-abuelos técnicamente, pero para abreviar simplemente se refiere a ellos como tíos, ellos se llaman Kenta y Mizuki Himura.

—Mocoso ¿¡Por qué no has venido a visitarnos más seguido?!— regaña el hombre mayor, golpeándolo ligeramente con su bastón.

—¡Ket! Si con eso quieres decir que me extrañaste, gracias— pronunció.

—Te extrañamos mucho, querido— habló la mujer mayor con una amplia sonrisa— oh, veo que viniste acompañado ¿No? ¡Fantástico! Sean bienvenidos.

Kagome hace una reverencia.

—Es un gusto conocerlos— saluda amablemente.

—¡Hola, soy Shippo!— se presentó— desde hace unos meses vivo con Tamae-sama e Inuyasha.

—El gusto es nuestro, pasen y pónganse cómodos— invita Kenta.

—La cena pronto estará lista, deben estar hambrientos— añade Mizuki.

Y así lo hacieron, los tres recién llegados ingresaron a la elegante mansión de campo y disfrutaron de un merecido desayuno.

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El cielo lentamente se pintaba de anaranjado y los últimos rayos del sol iluminaban con gran intensidad el bello paisaje rural, proporcionando en definitiva una gran vista para cualquiera que estuviera cerca.

Resulta que Kenta Himura estaba recuperándose de una pequeña gripe, nada grave, al parecer Tamae simplemente exageró todo para enviar a su hijo a visitarlos, ya que sabía que solo inventando una excusa de ese tipo lograría convencerlo.