[Cαρíтυℓσ 40]

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Capítulo 40: Los hermanos Taijiya.
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Un día como cualquiera lo perdió todo

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Un día como cualquiera lo perdió todo. Se suponía que era un simple trabajo para exterminar a un youkai, pero se convirtió en una verdadera pesadilla que, aún a pesar de los meses, seguía atormentándola en sus sueños.

—¡Hiraikotsu!— y con su boomerang le da el golpe final a la gran araña, partiéndola justo por la mitad.

—Bien hecho, Sango— felicitó su padre y su hermano menor aplaudió asombrado.

Por pedido de un hombre llamado Hitomi, llegaron a una lujosa mansión ubicada en medio del bosque para encargarse de una criatura peligrosa y aseguró que recibirían una gran paga.

Como se arrepentía de haber llevado a su inexperto hermano con ellos, él apenas comenzaba a familiarizarse con la vida de un exterminador de youkai y hace unos días recién cumplió once años.

En su familia siempre fueron ella, su padre y su hermano, nadie más. Desde miles de generaciones anteriores el legado de los exterminadores perduró y solo para ellos es permitido el conocimiento sobre la existencia de los youkai en tiempos modernos. Ese secreto no podía revelarse por nada del mundo, es el código de los Taijiya.

Pero todo salió terriblemente mal.

—Yo también les ayudaré— el infante corrió hacia ellos animadamente, pero poco antes su semblante cambió a una seria y frenó de golpe su andar.

Sango no tuvo ni tiempo de voltear, solo pudo observar con horror como su padre era atravesado por el cuello con la misma arma de Kohaku, dejándolo sin vida, eso la dejó en shock.

Mientras su hermano menor se acercaba peligrosamente para atacarla también, ella pudo ver una sospechosa telaraña descender desde el cuello de Kohaku hasta donde estaba parado el señor Hitomi.

¡Ese hombre lo estaba manipulando!

—¡Me las pagarás!— exclamó furiosa.

Sin perder el tiempo corrió hacia su enemigo para acabar con él, sin embargo, no pudo lograr su cometido ya que el mismo Kohaku la hirió gravemente en la espalda.

Sango regresó a verlo y notó como él se quitaba la máscara rápidamente, viendo con pánico y lágrimas todo lo que había hecho.

—¿Qué...? ¿¡Qué hice, hermana?!— cuestionaba horrorizado.

—Kohaku— sin persarlo dos veces lo abrazó contra ella, tratando de consolarlo lo mejor que podía y susurrándole suavemente que nada de ésto había sido su culpa.

—Esperaba más de la descendencia de esos fastidiosos exterminadores— comentó con diversión Hitomi, el mismo sujeto que había empezado todo— que lástima ¿Qué haré con ustedes?

El sєcrєtσ dє Nuєstrαs Épσcαs [Iηυγαshα γ Καgσmε]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora