El sєcrєtσ dє Nuєstrαs Épσcαs [Iηυγαshα γ Καgσmε]

[Cαρíтυℓσ 48]

Capítulo 48: El don de salvar vidas humanas.
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Regresó a casa esbozando una amplia sonrisa, las palabras de aquel hombre la llenaron de una inmensa alegría y en agradecimiento quería preparar algo para él otra vez, con la esperanza de que ésta vez si comiera. Pero todo pensamiento se borró de la mente de la colegiala al ver humo provenir del sitio exacto donde se ubica su casa y con temor comenzó a correr hacia allá.

—¡Tía Suzuki!— exclamó a todo volumen y su miedo aumentó al ver parte de la vivienda en llamas. Sin pensarlo dos veces atravesó el umbral de la puerta y se impactó al ver adentro a un extraño sujeto de apariencia aterradora.

—¿Ésta casucha es tuya, jovencita?— cuestiona y ella asintió con nerviosismo, pero la presencia de ese invasor pasó a segundo plano al ver a su tía tirada en el suelo y sangraba por la boca— disculpa, no debía dejar testigos.

—¡Tía!— llega hasta ella y con lágrimas bajando por sus mejillas la abrazó, su cuerpo se sentía frío y por desgracia ya no respiraba o hacía algún movimiento por más que la movía— ¿P-Por qué...?

—Lo siento, pero debo eliminarte a ti también ¿Qué le pasaría al mundo si alguien supiera de la existencia de los youkai?— el desconocido de rasgos sobrenaturales se aproximó con intenciones de matarla, pero segundos antes se detuvo abruptalmente al percibir un olor conocido en ambiente y salió disparado de ahí— ¡Maldición, me encontraron!

Todo el sitio era rodeado por una gran manada de lobos cafés, sobretodo él ya que era el principal objetivo de la emboscada. Retrocedió pero varios de esos animales se le vinieron encima y lo inmovilizaron en el suelo. Luego, el jefe de todos se abre camino entre la multitud y sonreía de forma perversa mientras se arrodilla a su altura con aire de superioridad.

—Por fin te encontré, Algira— lo toma del cuello con rudeza y así obligándolo a devolverle el fragmento de Shikon que le robó a escondidas tiempo atrás— tienes agallas para ser un maldito traidor.

—Se-Se lo ruego ¡Perdóneme por mi atrevimiento, líder! Juro que no lo volveré a hacer— el otro ōkami se levantó y le dio la espalda, parecía que se iría— ¿Me perdonarás la vida entonces, Koga-sama?

No recibió respuesta y por un instante pensó que se había salvado, pero se equivocó, sin previo aviso fue destazado de un sólo ataque por las filosas garras del líder y murió desangrado.

—Ups, se me olvidó...— soltó una carcajada y avanzó hacia el bosque, pero antes de irse les dio indicaciones de sus lobos— iré a hacer una inspección de área, ustedes pueden ir a cazar lo que les guste— y de un salto de fue.

Rin observaba con horror toda la escena desde atrás de su casa en llamas, un punto aparentemente seguro hasta que las criaturas regresaron a verla e inmediatamente le gruñeron. Su hogar ya no existía, debía ir a pedir ayuda lo antes posible.