El sєcrєtσ dє Nuєstrαs Épσcαs [Iηυγαshα γ Καgσmε]

[Cαρíтυℓσ 36]

Capítulo 36: Una chica misteriosa.
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Entonces el tan esperado timbre, mismo que indicaba que las clases habían finalizado, sonó y la mayoría no tardó en salir disparados del salón. Kagome seguía un tanto intranquila desde el receso, se había percatado de una presencia sospechosa y también la de un fragmento, pero al cabo de unos minutos ya no se podía percibir nada, eso fue extraño ¿Acaso fue su imaginación?

—Oye Kagome— llamó una voz masculina y la mencionada rápidamente se volteó, saliendo de sus pensamientos— debo resolver unos asuntos en la biblioteca ¿Podrás esperarme sin hacer un alboroto hasta que regrese?

—¿Armar un alboroto? ¿Yo? Por supuesto que no— cruza los brazos y su acompañante alza la ceja, no muy convencido— estaré bien, Inuyasha. De todas formas, ahora debo ir al grupo arquería.

—¡Ket! Como sea... Nos vemos más tarde— se cuelga su mochila roja y se aleja caminando en la dirección contraria ¿Quién diría que ahora estaba asistiendo a clases con aquella miko? Nunca lo hubiera imaginado.

-o-

El cielo lentamente se pintaba de ligeros tonos tomates, mezclado con los resplandecientes rayos de sol, era un bello atardecer. La azabache de cabello ondulado sonrió y volvió a apuntar con su arco hacia el centro rojo del tablero de madera, ésta era una buena estrategia para practicar.

—Dime una cosa, Kagome— pronunció seriamente su acompañante, por lo que ella dejó de lado su pequeña práctica— ¿Has sabido algo... Sobre Naraku?

Kagome niega con la cabeza.

—Como una vez dijiste, su apariencia es un total misterio y seguramente es un youkai que aprendió a ocultarse bien entre la gente común— argumentó, soltando un suspiro— pero puedo asegurarte, Kikyo, que tarde o temprano vendrá por ésto...— le enseña el frasco donde almacena los trozos de cristal.

Kikyo permaneció en silencio, llevando su vista hacia el cielo despejado por unos largos segundos y su mirada se tornó nostálgica.

—Y dime...— hace una corta pausa— ¿Cómo está Kaede?

—Ella está bien, fue mi mentora y me enseñó todo lo que sé, porque ella también se convirtió en una miko— sonrió recordándola— es una persona muy cálida y amable, además de valiente, aunque a veces puedo notar que carga con un terrible dolor... Te extraña ¿Lo sabías, Kikyo?

—... ¿Todavía se acuerda de mí?— voltea a verla, abriendo un poco más sus ojos.

—Por supuesto, después de todo, es tu hermana y siempre que me hablaba de ti, podía ver un brillo especial reflejado en su mirada— añade, notando como la azabache de cabello lacio sonreía de forma disimulada— ¿Me dirías cuáles son tus planes ahora? ¿En ésta nueva vida que tienes?