Capitulo 31

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Amber

La manera en la que Charlie me dijo que yo le gustaba había sido tierna y dulce.

Me había hecho sentir especial, halagada y, como no añadirlo, feliz. Nuestro primer beso estaba entre los tesoros más bonitos de mi vida. Nunca me había dado vergüenza estar con él.

Nunca me había sentido agobiada por su cercanía.

Nuestra relación había sido breve, pero profunda. Recordarlo me hacía sonreír, y recordar las cosas que habíamos vivido aun me hacía sonrojar.

Sus frases, sus cumplidos, sus besos. La etapa de nuestro noviazgo había marcado mi vida para bien porque, cuando un amor termina, siempre deja algo contigo. El me dejo la experiencia de cómo debía ser un amor sano y hermoso. Aunque también, en cierto modo, algo aburrido.

Nunca tuve el valor de hablarle de Cameron, temía que se sintiese intimidado por la clase de historia que él y yo teníamos. No obstante, era muy observador y se dio cuenta sin siquiera tener que preguntarme.

Especialmente por mi inseguridad a la hora de corresponderle en la relación. Algunas veces, cuando recordaba mi vida en Fire's Wood, solía ponerme triste, melancólica... Y la culpa me ahogaba.

Una de nuestras conversaciones había quedado marcada de por vida en mi mente.

Nunca tengas miedo de amar. —Había dicho el, sonriéndome. — Vale la pena correr el riesgo.

¿Estás seguro?

— Amber, ¿Estas segura de que estas bien?— me pregunto Zack, sacándome bruscamente de mis pensamientos.

Estábamos completamente solos en la sala. El espectro de luz blanca que entraba por las puertas corredizas marcaba el inicio de un nuevo día. Algo se avecinaba, yo lo sabía; podía sentirlo en la sangre, en los huesos, en el alma. Mis problemas personales no tenían manera de compararse a ello.

Nerviosa, mire a Zack. Era tiempo de hablar.

Pero, por mucho que trataba, no había nada en mi cabeza que me ayudase a saber que decir. O como decirlo.

—Estoy bien— dije, finalmente—Fue aterrador, eso es todo. Nunca antes...

— Nunca antes habías estado atrapada en tu cabeza. —termino el, metiéndose las manos en los bolsillos. Asentí — Aun estas pálida.

Asentí de nuevo.

Nos quedamos en silencio. Un silencio aterrador. Quería hablarle, decirle algo, pero... No había manera de que la incomodidad se fuera con cualquiera de mis palabras. Suspire.

—Odio este silencio.— dijo el, de la nada — Dime algo, lo que sea, solo... deja de mírame de ese modo.

—¿Modo? ¿Cuál modo?

Lycans II: ApocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora