Capitulo 40

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Él encendió

Fuego

En el mundo

Que le rodeaba,

Pero nunca dejo

Que la flama

La tocara.



Paul.

El intenso aroma a flores me recordaba a una vida diferente, me recordaba los juegos cuando éramos niños, las veces en las que nos perseguíamos unos a otros en el prado, tratando de encontrarnos, ignorantes de todo lo que nos rodeaba, y de lo peligroso que era el mundo para nosotros.

Las flores más hermosas tienen espinas, y en medio de la oscuridad más espesa existe una luz brillante. Las personas no siempre son lo que aparentan, e incluso los corazones más puros pueden ser destrozados.

La línea que dividía el bien y el mal siempre me había sido difusa, y no para ejecutarla, Dios sabe que siempre trate de ser justo y bueno, sino para distinguirla. ¿Era justo dañar a los malos? ¿Era injusto dejarles convida? ¿La piedad podía aplicarse a las personas? ¿Un asesino podía llegar a ser merecedor de una segunda oportunidad?

Para muchos, las respuestas eran firmes; un Sí o un No.

Para mí, aquella era una respuesta muy difícil. El negro y el blanco no estaban separados por un agujero vacío, sino por una larga lista de grises que iban del más claro al más oscuro. Y, para mí, todos tenían una oportunidad para hacer las cosas bien... Incluso los más oscuros.

El riachuelo estaba en una bajada que formaba un hoyo amplio y muy grande, que era atravesado por las corrientes de agua, que se movían con fuerza y decisión en una sola dirección, chocando contra enormes rocas.

Las Erinias se encontraban en un lado, y nos esperaban.

No habían tratado de atacarnos... Lo cual era una buena señal. Pero la forma en la que estaban ubicadas, unas frente a otras, separadas por unos cuantos metros y muy al pendiente de lo que sucedía, significaba que aquello estaba planeado.

Nos esperaban.

Baje por la inclinada superficie, con los muchachos siguiéndome.

Un encuentro pacifico. Eso era lo que yo buscaba, y... por la manera en la que ellas nos veían, parecía que eso encontraría. Era una lástima que siempre las cosas fuesen contrarias en situaciones moralistas.

Todas lucían diferente, pero tenían algunos objetos en común. Donde viese, había alguna mujer.

—Esto es...—murmuro Nick—...tétrico.

Lycans II: ApocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora