Ellos
Usan sus sonrisas
Igual que armas cargadas
Mehgan
Tu peor batalla es entre lo que sabes y lo que sientes.
En el momento en el que comenzó el amanecer, supe que no quería que sucediera lo que venía.
El brillo esferoidal del sol cubría un pedacito de cielo y, a su alrededor, largas pinceladas amarillentas se extendían sobre el cielo, expulsando luz suficiente como para distinguir siluetas.
No había cerrado los ojos en toda la noche, y llevaba así por varios días.
Siempre había sido la clase de persona que duerme la cantidad de horas necesarias. Nunca más, nunca menos. Las cosas cambiaron drásticamente cuando mis habilidades nigromantes despertaron.
Parecía que dormir ya no era una necesidad. Al inicio había sido preocupante, pues no me afectaba para nada; era como si mi cuerpo no fuese capaz de agotarse por cansancio. Ahora el tiempo me rendía muchísimo más, y me sentía un poco más ansiosa, necesitaba algo que hacer, algo donde concentrar mi mente para no terminar escuchando esas voces en mi cabeza.
Mire el reloj; 4:55 am.
Por otro lado, aunque dormir no era una necesidad, podía tomarme el tiempo de tomar siestas y dormir un par de horas. Cuando sucedía, los sueños eran más claros y mucho más interesantes.
Y las voces... Ellas nunca se mantenían calladas.
—Oye...—murmuro Camille, apareciendo junto a mí en el balcón de la habitación de Amber. Tenía la voz ronca y los ojos entrecerrados, pues había dormido durante toda la noche. —Uff, ¡Que frio! ¿Qué haces aquí afuera?
—Se están preparando.—le respondí yo, abrigándome un poco más con mi chaqueta. Camille, arrastrando una manta sobre sus hombros, se acercó al borde del balcón para lanzar una mirada hacia la parte izquierda de la casa. Desde allí apenas se podía ver parte de la enorme camioneta que los demás estaban cargando.
El alba se alzaba sobre nuestra cabezas, mezclando hermosos tonos de rosa y naranja sobre una extensión gigantesca que oscurecía los colores del bosque.
Camille suspiro—¿Es extraño que me de miedo que se vayan... y al mismo tiempo quiera acompañarlos?
—No—le respondí yo, en un susurro—Yo me siento igual.
Nos quedamos viendo durante unos minutos. De pronto, en nuestro panorama apareció Zack. Cargo algo enorme y lo subió en la parte trasera de la camioneta. Luego se fue.
Peligro.
Me aleje levemente del barandal. Camille estaba demasiado ocupada viendo como subían cosas a la camioneta como para darse cuenta de lo que me sucedía. Me toque la frente, apretando los ojos.
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Lycans II: Apocalipsis
WerewolfEl tiempo ha pasado. Una nueva guerra esta por iniciar. Los Lycans ya no están a salvo. El mundo ha cambiado... Y Amber también. Todos los derechos reservados. Secuela del libro Lycans: Eclipsis.