Capitulo 37

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Amber

Estar con alguien de manera intima impone retos en tu mente, en tu cuerpo y en tu alma. Estos retos cambian de nivel drásticamente dependiendo de qué persona este contigo, y la cantidad de intimidad que estés listo para entregar.

Con Charlie, todo se había dado de manera... natural. Los nervios y la vergüenza habían desaparecido casi completamente, y, ciertamente, todo había sido muy rápido y divertido. Igual que un juego con tu mejor amigo.

Cameron era todo un tema distinto.

Siendo honesta conmigo misma, ninguna de mis experiencias anteriores había sido tan fuerte. Y tampoco había terminado tan abruptamente.

Mis mejillas estaban cubiertas por un fuerte color carmín mientras me subía al asiento delantero del Jeep. Las piernas me temblaban levemente. El reflejo de mi rostro en el cristal del parabrisas me devolvía la mirada con cierta complicidad, acusándome de algo que ni siquiera había llegado a pasar.

Desvié la mirada, pasándome la mano por el cabello recién atado. Luego, fije los ojos en el espejo retrovisor para poder ver a Cameron. Estaba arreglando algo en la cajuela del auto, y se veía inocente y relajado. No parecía que un rato antes había estado entre mis...

Me sonroje de nuevo, y, me talle las mejillas con cierta brusquedad, tratando de mitigar el hormigueo que me recorría todo el cuerpo. Dios, nunca iba a poder verlo de la misma forma de antes. No después de haber sentido...

Me quede estática cuando Cameron subió al auto para encenderlo. Pero, por supuesto, era en vano. Mi corazón latía bastante rápido, y el suyo también. Trate de no sonreír, pero fue complicado.

Iniciamos el camino en un gran silencio. Tamborilee con mis dedos sobre mis piernas, sin saber que hacer. Luego, le vi de reojo.

Cuando ambos cruzamos la mirada, no pudimos evitar soltar carcajadas conjuntas.

Eso rompió el hielo completamente.

Me talle las mejillas de nuevo, esta vez con menos vergüenza, y mucha más complicidad. No estaba avergonzada, en realidad, era... era como estar con un confidente.

Confió en él.

Se me escapo una risa estúpida, de esas que son como tintineos de campanas. La clase de risa de la que nos burlamos porque pensamos que son superficiales y fingidas. Yo apreté los labios fuertemente al darme cuenta de que acababa de emitir un sonido así.

Oh, oh.

Sentí que me sonrojaba aún más, y quise golpearme, pero no lo hice. De haber estado la Tía Ancy por allí, se me habría quedado viendo fijamente hasta encontrar mi yo sería e imperturbable. Ella no entendía muy bien el amor... Y, siendo honesta, tampoco yo.

Lycans II: ApocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora