Hacia frío.
Lo pude notar por la manera en la que los humanos se aferraban a sus prendas.
Un manto de nubes grisáceas cubría el cielo, impidiendo que cualquier tipo de luz dorada nos tocara. Era de esperarse en un estado donde el sol pocas veces hacia aparición.
El invierno estaba prácticamente sobre nosotros, y el ambiente frio y melancólico nos guiaba hacia un día triste y de lamentos, pero eso no tenía nada que ver con el clima, si no, más bien, con la razón de que estuviésemos en Lynden.
—Es un lugar precioso. — susurro Mehgan, abrazándose a su chaqueta color carmín y mirando en redondo los alrededores de la casa de los Blackwood.
Sí era hermoso, pero también fúnebre. Siempre que acudía a esa casa las flores estaban abiertas y soltaban color, el sol iluminaba con más fuerza, el viento no era tan helado e incluso sentía una acogida muy cálida solo con ver la fachada de la entrada.
Lamentablemente, los ánimos estaban por los suelos. Se notaba en los rostros de las personas que se acumulaban al frente, en el jardín, en la escalinata, y podía jurar, por la cantidad de voces, que también dentro de la casa.
Las puertas estaban abiertas, y, aunque no lo veía desde el otro lado de la calle, sabía que Cameron debía estar destrozado.
Necesitaba verle.
Sabia, mejor que nadie, como debía estar sintiéndose. Igual que una pluma perdida que se deja llevar por el viento sin saber que va a suceder. Completamente a la deriva. Así se siente perder a alguien importante en tu vida.
Todas las personas de afuera estaban allí para dar el pésame. Todos tenían la misma expresión de respeto y seriedad salvo los pequeños; los niños ignoraban la gravedad del momento. Se reían y corrían entre ellos, tratando de alcanzarse. Sus risas resaltaban contra la música que venía de la casa; una música lenta pero enérgica que funcionaba como un aliciente para evitar la monotonía.
Nathan, junto a mí, suspiro. Kate le tomo la mano, y con Dalton en uno de sus brazos, tomo marcha hacia la casa.
Los demás les seguimos.
Nathan y Kate conocían a mucha gente por allí, se notaba por las miradas y los grupos que se acercaban para estrechar manos y dar besos en las mejillas. El rostro de Kate estaba más entristecido que el de muchas personas. Ella realmente se veía azotada por lo que había sucedido. Nathan, por otro lado, saludaba y daba pocas palabras a todos con un rostro diplomático inquebrantable. Era fuerte por su esposa, porque sabía que Kate podía romper a llorar allí mismo si no trataba con cuidado la situación.
Yo me sentía como el por fuera, pero por dentro era el doble de Kate.
Solo esperaba encontrar a Cameron, quería estrecharlo contra mí y decirle que estaba con él, que no le iba a dejar solo.
ESTÁS LEYENDO
Lycans II: Apocalipsis
WerewolfEl tiempo ha pasado. Una nueva guerra esta por iniciar. Los Lycans ya no están a salvo. El mundo ha cambiado... Y Amber también. Todos los derechos reservados. Secuela del libro Lycans: Eclipsis.