Capítulo 4: Situaciones

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Después del incómodo momento en el que a Clarck se le había ocurrido abrazarme delante de todos, nos sentamos a la mesa. Siendo sincera, es cierto que había echado de menos a Clarck, él era mi amigo desde la infancia y siempre había estado ahí para apoyarme, pero… realmente, y no sé por qué, su abrazo me había resultado bastante incómodo esta vez.

            Sentada, estaba al lado de mi padre, quien presidía uno de los extremos de la mesa, y por el otro lado tenía a mi mejor amiga. Enfrente, un gran dilema, Jackson y Clarck. ¿Gran dilema por qué? Ambos buscaban mi mirada cada dos por tres, y yo no sabía a quién cedérsela. De nuevo, situación incómoda.

-¿Y de qué me tenías que hablar?-pregunté girando mi rostro hacia Maica, en un intento por escapar del duelo de batallas que se libraba entre los dos chicos y yo.

-¡Oh sí!-tiró de mi brazo para que quedara más cerca de ella y pudiera susurrarme al oído de una manera discreta.- ¿Recuerdas el chico de la moto?

-¿Te refieres al moreno que te dejó sin respiración fuera de la iglesia? Sí, me acuerdo.

-Pues… no sé cuántas veces me lo he estado encontrando estos días cerca de mi casa, a los sitios a los que voy…

-¿Te sigue o qué?-pregunté con una sonrisa.

-No lo sé, no creo… pero si voy al mercado, ahí está él, a la tienda de telas, él está… Enserio, me asusta.

-¿Qué te asusta? Chica yo me sentiría halagada si semejante chico me siguiera-dije riendo, recibiendo un codazo por parte de la rubia.

-Bueno Clarck- el tono de voz de mi padre hizo que Maica y yo volviéramos a la conversación común-¿Cómo te han ido tus estudios allá en los Estados Unidos?

-Bueno, los primeros días me sentí como pez fuera del agua, todo es tan distinto a Daylesford, creo que _____ puede corroborarme-dijo sonriéndome, yo le devolví el gesto-Pero bueno, he tenido un año y medio para amoldarme y creo que supe y pude hacerlo.

-¿Tienes planes de volver allí a trabajar o seguir estudiando?-preguntó esta vez mi madre antes de beber de su copa de vino rosado.

-Seguramente, pero… antes tengo que atar cabos sueltos aquí-si antes sus miradas habían sido intensas la de ahora era demasiado. Me sentí muy abrumada, podría cortarse un poco con sus indirectas… me haría un enorme favor. Para mi suerte, a excepción de Maica, creo que nadie se dio cuenta de su indirecta, aunque para mí había sido una directa a la mandíbula.

~

Tanto mi padre como Katie se habían ido a dormir, le cena había acabado hace escasos minutos y eran las dos y cuarto de la mañana, así que me había ofrecido a fregar.

            El resto de la noche, en lo que a Clarck se refiere, había sido algo más suave, había dejado escapar alguna que otra indirecta hacia mí, pero no tan garrafal como la anterior, cuando estábamos sentados en la mesa.

            Lo que sí me había resultado incómodo, fue cuando nos sentamos a tomar el café en el salón. Yo estaba sentada primeramente, en uno de los sofás, Clarck se sentó a mi lado y fue entonces cuando Jackson, que estaba de pie junto a la butaca de enfrente, casi corrió a sentarse a mi otro lado, más que un hermanastro, ahí me había parecido un hermano muy sobreprotector. Durante todo el rato ese sofá se asemejó a una batalla, no se podía mantener una conversación con ninguno de los dos, puesto que uno siempre cortaba la del otro, me parece que esos dos no se habían caído muy bien.

-El tal Clarck no se corta un pelo ¿Eh?-me asusté al escuchar una voz tras de mí. Giré mi cabeza y vi a Jackson.

-Creí que dormíais todos-dije aclarando uno de los platos.

-No podía dormir- se puso a mi lado y se sentó sobre el mármol.-¿Puedo preguntarte algo?

-Lo acabas de hacer- era injusto, pero el ser borde con él me salía solo, no podía evitarlo. Algo dentro de mí me decía que Jackson cuánto más lejos de mí, mejor.

-Otra pregunta entonces.

-Adelante- intentaba mirarle lo mínimo posible.

-¿Tienes… algo con ese tal Clarck?

-No lo que a él le gustaría que tuviéramos, si es eso a lo que te refieres.

-Pues no creo que sea de esos que se rinde fácilmente, en estas pocas horas me ha quedado muy claro-cerré el grifo y me quité los guantes, los cuales lancé al lado del salpicadero.

-No, está claro que no es de esos-dije mirándole por fin para después empezar a andar hacia mi habitación.

-Yo tampoco…-le escuché decir, no me giré pero si me paré, sonreí levemente, no sé ni por qué y me encaminé hacia mi dormitorio.

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